martes, 25 de febrero de 2014

CAPITULO 55




Paula me envió un mensaje alrededor de una hora más tarde:

¡¿Hblste con mi madre?! :O

Oh, hombre. Mamá ya se lo había contado. Esperaba que no
estuviera en demasiados problemas. Le contesté:

Sí, nena. Llamó a tú viejo móvil y no estaba contenta
cuando contesté :/

Brynne contestó de inmediato:

Siento que hays tenido que tratar c/ ella. Te recmpnsré.
♥♥

Tuve que sonreír a eso. Escribí:

Me dste 2 ♥’s!! Acpto tu oferta, nena… y no stuvo tan
mal.

Imaginé que una pequeña mentira piadosa respecto a su madre no
la heriría. Esa mujer no era agradable.
Hubo una pequeña pausa antes de que respondiera, pero valió la
pena cuando llegó.

Causste una gran impresión. Te cuento sta noche. Tengo
que ir a ese almuerzo ahora. 
Te xtraño… bebé xxx ♥

Acaricié las palabras en la pantalla, no queriendo cerrar el mensaje.
Me llamó bebé. Dijo que me extrañaba. Me dejó besos y corazones. Traté
de leer entre líneas, pero aun así era difícil no hacerlo. Simplemente quería
lo que quería y no quería esperar ni un momento más.
Mis reflexiones fueron interrumpidas cuando Francisca llamó y me
recordó que, efectivamente, tenía una empresa que dirigir. —Tengo a Tomas
Everley en línea para ti —dijo por el altavoz.
La dije que me lo pasara y lo cogí. —Estás en problemas otra vez,
¿no? —dije sarcásticamente.
—Otra amenaza de muerte llegó, Pepe. Esta vez de la Oficina Mundial
de Tiro con Arco. No me importa una mierda, pero esos idiotas de la
Comisión Olímpica no me asegurarán un lugar para anunciar la
competición sin  alguna garantía tuya. La verdadera locura está
gobernando estos juegos, te digo, y no tengo tiempo para esta mierda.
—No lo sé. Hablaré con ellos pero creo que deberíamos reunirnos y
revisar el horario para así poder asegurarte un equipo de seguridad —le
dije.
—¿En qué estás pensando?
—No lo sé, ¿un almuerzo? Puedo hacer que Francisca arregle algo
para cuando estés libre.
—Eso debería funcionar. Estoy muy agradecido por ti, Pepe, o no creo
que pudiera presentarme a los juegos en absoluto. Tu compañía calma a
esos idiotas organizadores.
—Hablando de idiotas que organizan las cosas… Tomas, me acabas de
recordar algo. ¿No estabas en el consejo ejecutivo del National Gallery?
Tomas bufó. —Seh, algo así. ¿Por qué? Y haré como que no me acabas
de insultar porque soy así de generoso… y eres familia.
—Vale, primo. —Rodé los ojos—. Mi novia estudia conservación del
arte en la Universidad de Londres. Es Americana y necesita una visa de
trabajo para quedarse aquí definitivamente.
—Espera. Retrocede el culo. ¿Acabas de decir tu “novia”? ¿El
escurridizo Alfonso está fuera del mercado? ¿Cómo es eso posible,
amigo?
Debería haber sabido que sería hostigado nada más abrir la boca.
Me reí un poco incómodo. —Apenas lo sé, pero sí, es brillante en la
restauración de pinturas y realmente ama lo que hace. Y de verdad que no
quiero que su visa expire…
—Te he oído, Pepe. Preguntaré. Está este próximo evento en el National.
The Mallerton Society…
—Oh sí, me contó sobre eso. La voy a llevar. Ha estado trabajando
en una de las pinturas de Mallerton. Sé que Paula puede explicarlo
mucho mejor que yo. Te la presentaré y verás a lo que me refiero.
—Espero con gran interés conocer a la belleza Americana qué sacó
tu polla de ese circuito de una-sola-noche.
—Por favor, no digas eso cuando la conozcas o tendré que ignorar
todas esas encantadoras amenazas de muerte que recibes con regularidad
de tus fieles seguidores.
Se rió de mí. —Sabes, Pepe, si la quieres aquí indefinidamente todo lo
que tienes que hacer es casarte con ella y no necesitará una visa de
trabajo.
Mi mente obtuvo un sobre exceso cuando dijo las palabras “casarte
con ella”, y me encontré buscando otro cigarrillo del cajón del escritorio.
—Fingiré que no acabas de decirme eso, incluso aunque no debería
sorprenderme, eres un ignorante. Tú, de todas las personas que no apoyan
el matrimonio; es la cosa más hilarante que te he escuchado decir en todo
el año, o debería decir, de tu jodida vida.
Mi primo se rió un poco más a mi costa. —Sólo porque el
matrimonio sea una inmensa cagada no significa que el tuyo vaya a serlo,
Pepe.
—Definitivamente hemos llegado al final de esta conversación, Tomas.
Estoy colgándote ahora. —Todavía podía oír su risa cuando me aparté el
teléfono del oído.

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