jueves, 11 de septiembre de 2014

CAPITULO 195



PEDRO


RECORDANDO las estadísticas que el Doctor Wilson acababa de recitar para mí realmente no inspiraron mucho optimismo para mi futuro. Uno de cinco bomberos; uno de tres adolescentes sobrevivientes de accidentes automovilísticos; una de dos mujeres víctimas de secuestro; dos de tres prisioneros de guerra. Especialmente los últimos dos puntos de esta despreciable lista ¿Qué diablos decía eso sobre Paula y yo? Pacientes de TEPT. Almas dañadas que de alguna manera han caído en la vida del otro por un giro del destino. Paula estaba admitiendo sus demonios, y trabajaba con la Doctora Roswell para encontrar una manera de superar lo que le había pasado.


Ella me sorprendía con su fortaleza —muy Británica en sus métodos— al igual que el póster de WWII que el doctor tenía ubicado sobre su escritorio: MANTÉN LA CALMA Y CONTINÚA. Mi chica era valiente y hermosa. Honesta en verdad.


¿Había alguna esperanza para mí también? Quería que la hubiera. Ahora, ansiaba encontrar una forma de liberarme de la maldita maldición que había entretejido en las oscuras cuevas de mi mente. Necesitaba ayuda desesperadamente.


La necesitaba para poder ser el esposo y padre que tenía que ser para Paula y para nuestro pequeño.


—Así que, escucho. —Le di al doctor mi punto de vista y pensamientos de por qué estaba aquí con el Psiquiatra de Combate de Estrés, Gavin Wilson, en su insulsa oficina en Surrey, discutiendo los méritos de cursar una Terapia de Comportamiento Cognitivo.


—La meta no es forzarte a que te mortifiques por eventos de tu pasado, sino para llegar a comprender tu estado emocional en el presente. Esta no es el tipo de terapia de “tirarse en el sofá y contarlo todo”, Pedro.


Joder, gracias por eso. Tomé un lento respiro y me sentí aliviado por lo que me dijo. Hablar me aterrorizaba. Si hablara de ello, me entumecería, congelado de vuelta en el tiempo en ese lugar, escuchando esas voces, oliendo la orina, el vómito y la mierda, sintiendo el frío, viendo el cuchillo y los… ríos de sangre. Solo le había contado a Paula una fracción de la peor parte, porque sentí fuertemente que ella se merecía saber lo que había soportado, pero me incomodaba terriblemente compartir todo lo feo con ella. La mierda era muy oscura, demasiado horrible, solo jodidamente mucho para que ella tuviera que cargar con ello.


—Eso es bueno entonces, creo. Así que ¿cómo funciona el programa para alguien como yo? —pregunté.


—La TCC tiende a tratar con el aquí y ahora, sobre los eventos durante tu servicio en el Ejército Británico que llevaron a que estés sentado aquí hablando conmigo.


—Mi esposa… ella también tuvo un evento traumático en su pasado. Me preocupa que si le paso esto —mierda, ni siquiera sé cómo llamarlo— mi peor recuerdo, entonces no seré lo suficientemente fuerte para ella cuando necesite mi apoyo. Estamos esperando nuestro primer hijo a finales de febrero… —Me callé, deseando no haber sonado tan patéticamente débil, pero supuse que debería ser honesto con el doc.


—Felicitaciones a los dos. —Escribió algo en su bloc de notas—. ¿Está tu esposa en terapia?


Asentí.


—Hace más de cuatro años. Me dice que no se puede imaginar no tener sus visitas al médico.


—¿Y apoyas a tu esposa en su búsqueda de tratamiento y ayuda a través de la terapia psiquiátrica? —preguntó el Doctor Wilson. Tuve una idea de hacia dónde estaba yendo con su línea de cuestionamientos.


—Por supuesto que la apoyo. Le ayuda y eso es lo más importante.


Su boca se torció hacia arriba en un lado.


—Estoy seguro que tu esposa desea que tengas el mismo nivel de apoyo que ella tiene,Pedro. Pero la decisión tendrá que ser suya, por supuesto.


Sé que ella lo hace.


—Entonces ¿qué vamos a hacer cuando venga aquí?


—La TCC reconoce que los eventos en tu pasado le han dado forma a la manera en que actualmente piensas y te comportas. En particular, para ti, por lo que me has dicho, es, aparición tardía de TEPT. Vamos a explorar qué está trayendo tus recuerdos de regreso ahora más intensamente en comparación con el momento inmediatamente posterior del evento. —Sé por qué—. Incluso si la TCC no reside en el pasado, vamos a apuntar a buscar soluciones sobre cómo cambiar tus pensamientos y comportamientos actuales para que puedas funcionar mejor ahora, y en el futuro. Es el procesamiento emocional de tu pasado, más que simplemente revivirlo, esa es la clave.


Asentí y absorbí su explicación. Me sentía ambivalente, no particularmente optimista de que esto funcionaría en mí, pero no en una forma crítica tampoco. Me gustaba el doc. 
Especialmente su forma de no-tonterías explicando las cosas. No prometía un milagro. Porque no habría uno viniendo de ti. Mi milagro había sido usado hace más de siete años… en el día veintidós. Sabía eso. Acepté el regalo como lo había recibido. El Doctor Gavin Wilson había servido en el mismo ejército que yo. Era una especie de camarada en armas. Si alguien podría ayudarme, probablemente iba a ser alguien como él.


Llegamos a los elementos básicos de las cosas y para el final de nuestro tiempo, me sentía de alguna forma más claro acerca de ni decisión. Me habían dejado un poco de tarea que hacer también.





VIENDO mi reloj mientras me apresuraba fuera del edificio, supe que tenía al menos una hora de viaje por delante para hacer todo el camino hacia la ciudad para encontrar a Paula con el Doctor B. Dudaba enormemente que pudiera lograrlo. Palmeé por mi teléfono y recordé que no lo tenía conmigo. Había estado tan distraído por mi primera visita al Centro para Combatir el Estrés, que lo había dejado en algún lugar. Maldito y jodido infierno. Esta era precisamente el tipo de estupideces que no necesitaba ahora —mi preocupación número uno. Distracción. La jodida peor cosa en mi línea de trabajo. Absolutamente no podía permitirme distracciones, o no sería capaz de funcionar en mi trabajo. Imposible. Todos estos desenterrados recuerdos fantasmales estaban jodiendo mi rutina del día a día. 


Debería tener mi teléfono conmigo ahora mismo, así podría contactar con Paula. Necesitaba hacerle saber que llegaría tarde, o ella se preocuparía.


Mientras entraba al vestíbulo la vi otra vez —saliendo de otro consultorio, un terapista diferente del Doctor Wilson, pero obviamente alguien que hacia un trabajo similar con sus pacientes. En realidad tenía sentido. Ahí está tu tarea. 


Buscar el perdón de aquellos a los que creo que he hecho daño. Mi primer paso hacia la responsabilidad en lidiar con mis problemas me conduciría al mismo lugar que ella.
—Sarah, espera —grité.

CAPITULO 194




PAULA



13 de Diciembre


Londres


Le envíe un mensaje de texto a Pedro y le pregunté si llegaría antes de que mi nombre fuera pronunciado por la recepcionista del Doctor Burnsley. No era como si a él le gustara perderse una revisión prenatal. La verdad, Pedro probablemente estaba más en todos los detalles que yo. Pasaba más tiempo en sitios web y leyendo libros que yo también leía, con seguridad. Siempre estaba diciéndome pequeños fragmentos y hechos que aprendía de sus búsquedas, sobre cómo nuestro bebe se estaba formando y las etapas de desarrollo. Me burlaba de él incansablemente acerca de ser un súper nerd que sabía “todo sobre nacimientos de bebés”—para citar a Prissy de lo Lo Que El Viento Se Llevó— y mientras él era el experto simplemente podía darme toda la información, ahorrándome el trabajo de buscarlo por mi cuenta.


Dejando de lado las bromas, realmente no era de los que olvidara mandarme mensajes o llamar. Lo intenté una vez más con un mensaje texto ¿Hay algún problema? ¿Dónde estás?


Me pregunte si todavía me encontraría para almorzar. 


Teníamos una pequeña rutina después de ver al Doctor Burnsley —almuerzo en algún lugar de la ciudad, antes de que él tuviera que regresar a su oficina, lo que lo mantenía más ocupado que nunca. Él estaría partiendo a los XT Juegos de Invierno Europeos en una importante asignación del Rey de Algo-burg justo después de Año Nuevo. Pedro no parecía emocionado sobre el trabajo de cuidar a un heredero príncipe real en un evento deportivo internacional, pero cuando el rey se lo pidió personalmente, pienso que prácticamente no tuvo más opción que aceptar. No podría ir con él a Suiza de ninguna manera porque volar en el último trimestre no era bueno. Estaría aquí por mi cuenta, pero era solo por una semana. Planeaba usar el tiempo para dar los últimos retoques en la habitación del bebé y terminarla. Hacer eso, habitaciones de bebé en plural. Tenía dos casas por preparar para finales de febrero.
Decidí que iría de compras una vez que terminara aquí, con o sin Pedro. En un principio, había pensado que sería un buen día para tener hechas algunas compras navideñas. 


Solo quedaban doce días para ponerlos todos juntos, y los regalos no se envolverían por sí mismos.


—Paula Alfonso—La enfermera marco algo en su planilla, y sostuvo la puerta abierta para mí—. Adelante deje una muestra de orina y luego registraré su peso. —Sonrió dulcemente, probablemente para contrarrestar la horrible mirada que usualmente recibía de mujeres embarazas que desesperadamente necesitaban hacer la primera tarea, por mucho que prefieran tener que hacer la segunda.
Tiempos divertidos.

CAPITULO 193

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PEDRO


—Paula, querida, hay que felicitarle por haber dado una excelente comida de Acción de Gracias —dijo mi papá con entusiasmo con su copa de vino—, lo que digo es que es una idea encantadora que creo que deberíamos repetir cada año. Hacerla una tradición para esta familia.


—Estoy completamente de acuerdo, Horacio—comenzó Maria—. Sí, mi dulce Paula, fue encantador. Ha pasado un largo tiempo desde que he disfrutado de una comida de Acción de Gracias estadounidense como la que has preparado con las papas dulces y la salsa de arándanos. Me trae de regreso unos recuerdos realmente felices para mí. Estoy tan contenta de que hayas decidió traer el Día de Acción de Gracias para nosotros, y me encantaría hacerla nuestra nueva tradición, tal y como dijo Horacio. —Ella miró a mi papá con una mirada de devoción total.


Sabía que la tía abuela de Paula era mitad de americana de nacimiento, pero había pasado toda su vida adulta en Inglaterra. Maria también captó la atención de mi padre. No sabía exactamente lo que estaba pasando entre ellos, pero tenía una muy buena idea. Seguramente lo sabría después de esta noche, dependiendo de qué habitaciones utilizarían o no para dormir.


Todos fueron alrededor de la mesa, dando sus agradecimientos y reconociendo mi chica por sus esfuerzos, como debían hacerlo.Delfina incluso dio su sincera apreciación por el pastel de calabaza, que le hizo recordar un poco al pan de jengibre pero mucho más "blando".


Paula les agradeció a todos por venir a compartirlo con nosotros, el rubor había aparecido tras sus alabanzas, tan elegante y humilde. Era una cocinera consumada, pero eso ya lo sabía. Ella había estado cocinando para mí tan pronto como habíamos estado juntos y sólo lo apunté en mi enorme suerte de conseguir a una chica que era buena en todo lo que hacía.


Hay dos áreas de mi vida en las que he sido bendecido con un poco de suerte. Uno de ellas fue en las cartas, por un tiempo, hasta que lo dejé atrás. La otra fue al encontrarla. Y ese regalo era para siempre, hasta mi último aliento.


—Tengo un brindis —dije, levantando mi copa. Mirando todos los rostros de mi familia y nuestros amigos que habían venido para estar con nosotros, y compartir esta celebración de agradecimiento juntos, todo parecía muy adecuado.


Me di cuenta de que mi agradecimiento era real por primera vez.


—Por mi hermosa chica americana, por recordarnos a todos ser agradecidos. —Puse mis ojos exclusivamente en ella—. Pero sobre todo a mí... porque me ha ayudado a ver todas las bendiciones en mi vida que no había notado antes. Ella es la razón por la que tengo algo para estar agradecido. —Hablé en voz alta para que cada uno pudiera escuchar—. Ella es mi Acción de Gracias.