sábado, 1 de marzo de 2014

CAPITULO 68





No íbamos a llegar a tiempo al trabajo ni de broma. No importaba.
Algunas cosas son más importantes. Los dos estábamos agotados por el
sexo y apenas podíamos soportar caminar de pie después, así que la
levanté y la llevé a la ducha conmigo. La lavé por todas partes y le permití
que me lavara. No hablamos. Solo nos miramos y tocamos y besamos y
pensamos. Después de la ducha, la envolví en una toalla y la lleve de
vuelta a la cama, sólo entonces, tendida a mi lado toda suave y contenida,
fue que hablamos de las cosas.
—No es seguro para ti salir sola. No puedes hacerlo más. No
sabemos los motivos y no voy a correr el riesgo contigo. —Hablé suave pero
firme, no cediendo en este punto y lo que tenía que decir—. Eso es todo.
—¿En serio? ¿Es tan malo? —Parecía sorprendida y luego esa
mirada temerosa que había visto antes apareció en su rostro.
—No se sabe lo que está pasando en el grupo de Pieres o de su
oponente. Tenemos que asumir que Pieres tiene su ojo en ti, Paula. Él
sabe dónde has estado todos estos años, en que trabajas, dónde vives, y
probablemente tus amigos también. Necesito tener una conversación con
Gabriela y Oscar pronto. Deberían ser informados en caso de que se
acercaran por su relación contigo. Tus amigos lo saben todo, ¿no?
Asintió con la cabeza tristemente. 
—Simplemente no entiendo por qué la gente querría hacerme daño. Yo no hice nada y ciertamente no quiero traer a colación el pasado. ¡Sólo quiero olvidarlo que alguna vez sucedió! ¿Cómo es mi culpa?
Besé su frente y froté su barbilla con el pulgar. —Nada es culpa
tuya. Sólo vamos a tener cuidado contigo. Mucho, mucho, cuidado —le
dije, besándola en los labios tres veces seguidas.
—Yo no quiero nada del Senador Pieres —susurró.
—Eso es porque no eres una oportunista. La mayoría de la gente lo
explotarían por dinero para mantenerlo el secreto. Tú no has hecho eso y
te están vigilando para ver lo que podrías hacer. Y estoy seguro de que
están observando para ver si los enemigos de Pieres tratan de llegar a ti. Y
la verdad, sus enemigos políticos son los que me preocupan más. El vídeo
y el conocimiento de Pieres de él, lo hace culpable, bajo la línea. Su hijo
adulto y amigos cometieron un delito y él lo encubrió. Los opositores de
Pieres verán esa información un tesoro político. Por no hablar de una
noticia realmente sórdida para vender un montón de periódicos.
—Oh, Dios... —Rodó sobre su espalda, echando su brazo por encima
de los ojos.
—Oye, escucha —Tirándola de nuevo frente a mí—. Nada de eso, ¿de
acuerdo? Me voy a asegurarme que te dejen en paz por un montón de
razones. Es mi trabajo por un lado, y tú eres mi chica por otro. —Acuné su
rostro—. Eso no ha cambiado para ti, ¿verdad? —Yo no la dejaría ir porque
necesitaba el consuelo. Tenía que saber—. Anoche fue... lo jodí…
—Mis sentimientos no han cambiado —Interrumpió ella—. Yo sigo
siendo tu chica, Pedro. Lo ocurrido ayer no ha cambiado nada. Tú tienes
tu lado oscuro y yo el mío. Lo entiendo.
La hice rodar en las sábanas y la besé lenta y minuciosa, haciéndole
saber lo mucho que necesitaba oír esas palabras de ella. Sin embargo, yo
quería más. Siempre más. ¿Cómo iba a tener suficiente cuando era tan
dulce y hermosa y encantadora?
—Siento lo de esta mañana —dijo, trazando mi labio inferior con el
dedo—. Me prometí que no te dejaría así de nuevo, y lo dije en serio. Me
entristece que pensaras que volví a hacerlo. Me has asustado cuando te
despertaste de tu pesadilla, Pedro. Odié verte sufriendo de esa manera.
Besé su dedo. —La parte más egoísta de mí estaba tan contenta que
estuvieras allí. Verte fue un alivio muy grande, ni siquiera pueden expresar
las emociones que pasaron por mí cuando te vi a salvo a mi lado. Pero la
otra parte de mí odiaba lo que presenciaste. —Sacudí mi cabeza—. Odié
que me vieras así, Paula.
—Tú me has visto después de una pesadilla y no cambió cómo te
sientes —dijo.
—No, no lo hizo.
—Entonces, ¿cómo es diferente para mí, Pedro? Y no lo compartirás
conmigo... no me dejarás entrar —Sonó herida de nuevo.
—Yo-yo no lo sé... Lo intentaré, ¿de acuerdo? No he hablado con
nadie acerca de lo que pasó. No sé si puedo... y sé que no quiero estar
dentro de este lugar oscuro. No es a dónde quiero que vayas, Paula.
—Oh, bebé —Dibujó sus dedos sobre mi sien y me miró a los ojos—.
Pero me gustaría ir allí por ti —Me buscó—. Quiero ser lo suficientemente
importante como para que me digas tus secretos, y tienes que dejarme
entrar también. Soy buena escuchando. ¿Cuál era ese sueño?

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