lunes, 10 de marzo de 2014

CAPITULO 98





Decidí contactar con Pablo antes de bajar. Llamarle me aliviaría la mente.
A veces hablar de un caso era catártico.
—Qué tarde te has levantado hoy, jefe —anunció Pablo tras sonar la
primera señal.
Le gruñí.
—A lo mejor llevo despierto horas, ¿cómo lo puedes saber?
—Es poco probable. Me sorprende que no llamases nada más llegar
anoche.
—Tal vez lo hubiera hecho… si no hubiese estado tan cansado de un
largo viaje y de un sueño poco reparador —le contesté—. Ah, y Paula se
puso mala y tuvimos que parar a un lado de la carretera para que vomitara.
—¡Jesús! Qué desagradable.
—Estoy de acuerdo. Toda la noche fue bastante desagradable.
—¿Qué le ocurre?
—No sé. Un virus estomacal o algo así. Ya se encontraba mal en la
galería.
—No supondrás que alguien envenenó su comida o su copa, ¿verdad?
Consideré la idea, aunque me enfureciera.
—No puedo descartarlo por completo. Hay que investigar a Luis
Langley. Tiene su número antiguo de móvil y estaba en la galería, pero
ahora la llama al número nuevo. Por otro lado, le ofreció un vaso de agua.
—Quería tener a ese gilipollas a solas en una habitación. Podría descubrir
toda clase de cosas, estoy seguro. Procuré centrarme en mi conversación
con Pablo—. El tema es que la persona que mandó el mensaje se encontraba
allí. Tal vez no en el evento, pero estaba viéndome fumarme un cigarrillo.
Y la alarma saltó justo un segundo o dos después de que enviaran el vídeo
con la música.
—Langley estaba limpio cuando le investigaste anteriormente.
—No me lo recuerdes, por favor. —Si ese hijo de puta estaba
involucrado, juro que sería hombre muerto. Paula y yo necesitábamos
hablar sobre su historia con Langley, una idea que me resultaba más
desagradable que el desastre de la noche anterior—. Tan solo mira qué
puedes averiguar. ¿Ha habido suerte con la localización de la llamada al
móvil de Paula? —Había dejado la investigación en manos de Pablo,
dispuesto a pasar un fin de semana sin dedicarlo a su caso o a mi trabajo.
—Alguna. La llamada fue hecha desde Reino Unido. Es probable que el
que llamó a su móvil te observase en directo y no a través de una webcam
desde Estados Unidos. ¿Piensas en esa posibilidad?
—Joder. —Un cigarro resultaba muy tentador ahora mismo—. Es poco
probable, pero podría ser. Bueno, no es Pieres entonces, está en servicio
activo en Irak. Merodear por Londres le sería complicado cuando está
esquivando misiles en el desierto. Tampoco es Montrose, porque está
disfrutando de una bien merecida siesta eterna. Así que eso nos lleva al
tercer hombre del vídeo. Ese mamón es el siguiente en mi lista. Aún no
tenemos nada de él. Su expediente está accesible en el Q drive. Todo lo que
importa sobre él se encuentra ahí. ¿Puedes indagar un poco? ¿Averiguar
qué hace últimamente? Asegurarte de que no está usando su pasaporte.
Hum…, su nombre es Fielding. Luciano Fielding, veintiséis años, vive en
Los Ángeles, si la memoria no me falla. Quiero saber si también asistió al
funeral de Montrose. Apuesto a que se esfumó.
—Yo me ocupo,Pepe —concluyó Pablo—. Disfruta de tu fin de semana e
intenta olvidar toda esta mierda durante unos días. Yo me ocupo. Ahora
mismo la tienes a salvo y fuera del punto de mira. No va a pasar nada en
Somerset.
—Gracias. Te lo agradezco. Ah, una cosa, ¿puedes dar de comer a
Simba?
—No le gusto —dijo Pablo con tono seco.
—Yo tampoco, pero le gusta que le alimenten. Y si no lo haces
empezará a comerse a sus compañeros de pecera.
—De acuerdo. Alimentaré a tu arisco y venenoso pez.
—No tienes que hacerle mimos, tan solo lanzarle algo de krill.
—Es más fácil decirlo que hacerlo. Esa criatura tiene una parte piraña,
estoy seguro.
Reí ante esa imagen.
—Gracias, valiente soldado, por adentrarte en la batalla por mí dando de
comer a mi pez.
—De nada.
—Vigila el fuerte por nosotros, y ya sabes dónde encontrarme.
Estaremos de vuelta en la ciudad el lunes por la noche.

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