lunes, 10 de marzo de 2014

CAPITULO 97



La ducha me sentó bien. El agua caliente ayudó a limpiar las telarañas
de mi cabeza. Joder con el sueño de anoche. El hecho de que hubiese
tenido otra pesadilla con Paula al lado me cabreaba de verdad. Y aunque
me aliviaba que no fuese tan mala como la última, aún odiaba levantar
mierda de la que no necesitaba preocuparme ahora. Ella quería hablar de
ello otra vez… No estoy preparado.
Me froté el pene con la mano al lavarme, recordando lo que le había
hecho a Paula tras mi pesadilla. Ella aceptaba todo lo que estuviese
dispuesto a darle en lo que a sexo se refería, sin protestar, sin quejarse,
dispuesta y generosa con su cuerpo en todo momento, ayudándome a salir
del terror. Lo hace porque te ama. Tuve que preguntarme si su reacción
tendría algo que ver con su pasado, con las cosas que me contó acerca de su
violación y cómo se había sentido cuando era más joven. Paula parecía
tan segura de sí misma casi todo el tiempo que era duro imaginarla
sintiéndose frágil y vulnerable. Mi postura era sencilla, de verdad. No me
importaba su pasado. No cambiaba nada lo que sentía por ella. Ella era la
única, la persona con la que necesitaba estar. Ahora solo quedaba
convencerla de ello. Y lo haré… porque la quiero. Agarré una toalla de
felpa para secarme según salí de la ducha.
Sonreí al espejo mientras me recortaba la barba. La cara que me puso
cuando le dije que deberíamos casarnos no tenía precio. Debería haber
utilizado mi móvil y haber grabado un vídeo. Mi sonrisa se convirtió en
preocupación al pensar en el vídeo que le mandaron anoche. Me recordó
que debía llamar a Pablo en algún momento del día. Quería detalles del hijo
de puta que estaba jugando con ella. No lo haría durante mucho tiempo
más, eso podía jurarlo.
Volver a pensar en la noche anterior rozaba lo doloroso. Cientos de
imágenes cruzaban mi mente. El vestido morado de Paula, el colgante
que le regalé alrededor de su cuello, los perturbadores mensajes de texto y
el vídeo, la amenaza de bomba, cómo la busqué preso del pánico, y luego
ella vomitando a un lado de la carretera. ¡Dios! Todo fue una absoluta
locura. Necesitábamos un poco de paz y algo de descanso. Estaba decidido
a concedernos eso este fin de semana aunque me fuese la vida en ello.
Me sentí culpable de inmediato por ser tan exigente con ella en la cama
anoche. No había mucha paz y descanso para mi chica conmigo al lado.
Recordé la desesperación por estar dentro de ella otra vez… tras ese sueño.
¡Joder! Agradecía haber estado menos alterado que la última vez, pero aun
así me preocupaba que fuese demasiado para ella. Que yo fuese demasiado.
Pensándolo de nuevo, Paula no parecía estar molesta ni siquiera
después de que le hablara de mis planes de hacer público nuestro
compromiso. Me dijo que estaba loco, eso es cierto, pero no estaba
enfadada conmigo de ningún modo, al menos que yo supiera. De hecho
siguió cuidándome después de eso, cuando me desperté destrozado de otro
sueño retorcido que mezclaba todo lo malo de Afganistán con mi
preocupación por ella. Una-jodida-mierda. Ella había dicho que me
despertó porque no quería que mi pesadilla fuera a más. ¿Y qué hice con
mi dulce chica para agradecérselo?
Me la follé de nuevo.
La poseí con fuerza y ella aceptó todo lo que hice, me aceptó a mí. Dijo
que no pasaba nada. Sí, de acuerdo, me quiere.
Era muy consciente de que el tacto de Paula me calmaba como nada lo
había hecho antes. Ella era el único salvavidas al que me quería agarrar
cuando me encontraba en ese estado.
Solo recordar cómo terminó nuestra sesión hizo que mi sangre bombease
y mi mente volara. Fui a buscar ropa y me di cuenta de que ahora pensaba
demasiado en el sexo. Buscar una distracción sería una buena idea sin
duda. Por ahora. Cuando la tuviese de nuevo a solas, bueno, entonces todas
las apuestas apuntaban a que no sería capaz de tener las manos quietas.
Altamente improbable. Era tan solo otra prueba de lo bien que
funcionábamos juntos y de por qué iba a llegar hasta el final con mi chica
americana. Nunca había necesitado a nadie del modo en que la necesitaba a
ella.
En el plan de hoy figuraba un largo entrenamiento, lo había decidido.
Pasar un poco de tiempo haciendo cosas normales con Paula y mi
familia, alejado del trabajo y los demás problemas, sería un agradable
cambio. También quería que Paula se lo pasara bien aquí. Tal vez le
apeteciese ir a correr por el paseo marítimo. Esperaba que se encontrara
bien esta mañana. Me puse unos pantalones de deporte y unas zapatillas y
agarré mi móvil.

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