sábado, 6 de septiembre de 2014

CAPITULO 176




Leo sostuvo la puerta para mí cuando salí de la oficina de la Doctora Roswell.


—¿Quiere que la lleve a casa, Señora Alfonso?
Suspiré hacia mi gentil y gigante conductor.


—Leo, por favor. Ya hemos pasado por esto una y otra vez. Quiero que me llames Paula.


—Sí, Señora Alfonso. ¿A casa entonces?


Le lancé una lenta inclinación de cabeza, y murmuré:
—Me rindo. —El hombre era tan estoico, y sin embargo todos los días sentía que me estaba tomando del pelo, jugando a este pequeño juego nuestro. Me acomodé en el asiento y medité lo que la Dra. Roswell y yo habíamos hablado sobre el TDEP Trastorno de estrés postraumático. Tenía mucho en qué pensar. Por Pedro y por mí misma, pero sobretodo, sólo quería ser una buena esposa y un apoyo para él. 


Haciéndole saber que estaba allí, y que lo amaba, no importaba lo que él había gritado durante un mal sueño, o necesitaba de mí para que se sintiera mejor. Si se necesitaba un poco de sexo duro para ayudarlo a relajarse después de un mal sueño, entonces podía hacer eso. El sexo era siempre excelente, y ahora mismo mi cuerpo era una gran unidad llena de hormonas, así que…


Mi teléfono sonó y lo saqué de mi bolso. Era Oscar.


¿Estás bien, cariño?


Sonreí cuando lo leí. Oscar no había debajo de preocuparse por mí solo porque estaba casada con Pedro ahora. Nos manteníamos en contacto religiosamente. Él era un amigo que me amaba con todo el corazón, y sabía que sólo podía ser yo misma cuando estábamos juntos. Oscar y yo éramos diferentes de una manera que no podía ser con Gaby. Oscar y Gaby eran muy cercanos, pero ella tenía sus propios demonios también. Las dos le tomábamos el pelo a Oscar con que atraía a amigas con montañas de problemas emocionales. Él dijo que le daba “puntos de marica” saber que nos hacía mujeres motivadas. No podía estar en uno, pero hacía girar al mundo, por lo que valía la comprensión. Tristemente, su broma era cierta. Oscar había visto la historia de Facundo salpicando en todas las noticias. Diablos, una persona tendría que vivir bajo una roca para no haberlo escuchado. Así que sólo estaba haciéndome saber que estaba en mi esquina.


Le respondí:


Lo estoy :) Te extraño también. ¿Me llevarás a comprar unas cuantas prendas de maternidad algún día pronto?


Sí, mamá sexy. XO


Tenía el mejor gusto, en cuanto a todas las cosas de la moda y diseño. Oscar haría que lo haga bien en el departamento de ropa, no tenía ninguna duda.


El tráfico de Londres dictó que el tiempo dedicado para llegar a casa iba a tomar mucho más de lo que debería, así que comprobé los correos electrónicos y los respondí, hasta que mi bandeja de entrada quedó limpia. Leo no era un charlatán, así que no tenía que mantener con él una conversación mientras conducía el Rover expertamente a través de las calles obstruidas y la llovizna de otoño.


No se me escapó el conocimiento de que mi madre nunca trató de llamarme tampoco. No era una sorpresa realmente. Yo había dicho algunas cosas bastantes duras y le había colgado. Pasaría un tiempo antes de que volviéramos a hablarnos. Nuestra relación estaba hecha un asco. Odiaba creer eso, pera la verdad a menudo era fea, y para mi madre y para mí, la verdad era un súcubo con intenso SPM sindrome pre-menstrual.


Mi teléfono me alertó sobre un texto entrante. Cavé dentro de mi bolso una vez más y lo leí.


Era un mensaje multimedia que incluía una captura de pantalla de mi perfil de Facebook. Miré más de cerca, sintiendo a mi corazón hundirse como una piedra cuando descifré exactamente lo que me habían enviado. Una publicación que habían hecho de mi perfil, cuando había usado el GPS en Facebook para que Pedro diera con el lugar en donde Bruno me tenía. También había etiquetado a Bruno Westman en ¿Con quién estás? Así que Pedro supo quién me habían llevado. Debajo de la pantalla había solo una frase:
Bruno Westman ha estado desaparecido desde el 3 de Agosto y el último contacto conocido eras tú.

No hay comentarios:

Publicar un comentario