jueves, 11 de septiembre de 2014

CAPITULO 193

.


PEDRO


—Paula, querida, hay que felicitarle por haber dado una excelente comida de Acción de Gracias —dijo mi papá con entusiasmo con su copa de vino—, lo que digo es que es una idea encantadora que creo que deberíamos repetir cada año. Hacerla una tradición para esta familia.


—Estoy completamente de acuerdo, Horacio—comenzó Maria—. Sí, mi dulce Paula, fue encantador. Ha pasado un largo tiempo desde que he disfrutado de una comida de Acción de Gracias estadounidense como la que has preparado con las papas dulces y la salsa de arándanos. Me trae de regreso unos recuerdos realmente felices para mí. Estoy tan contenta de que hayas decidió traer el Día de Acción de Gracias para nosotros, y me encantaría hacerla nuestra nueva tradición, tal y como dijo Horacio. —Ella miró a mi papá con una mirada de devoción total.


Sabía que la tía abuela de Paula era mitad de americana de nacimiento, pero había pasado toda su vida adulta en Inglaterra. Maria también captó la atención de mi padre. No sabía exactamente lo que estaba pasando entre ellos, pero tenía una muy buena idea. Seguramente lo sabría después de esta noche, dependiendo de qué habitaciones utilizarían o no para dormir.


Todos fueron alrededor de la mesa, dando sus agradecimientos y reconociendo mi chica por sus esfuerzos, como debían hacerlo.Delfina incluso dio su sincera apreciación por el pastel de calabaza, que le hizo recordar un poco al pan de jengibre pero mucho más "blando".


Paula les agradeció a todos por venir a compartirlo con nosotros, el rubor había aparecido tras sus alabanzas, tan elegante y humilde. Era una cocinera consumada, pero eso ya lo sabía. Ella había estado cocinando para mí tan pronto como habíamos estado juntos y sólo lo apunté en mi enorme suerte de conseguir a una chica que era buena en todo lo que hacía.


Hay dos áreas de mi vida en las que he sido bendecido con un poco de suerte. Uno de ellas fue en las cartas, por un tiempo, hasta que lo dejé atrás. La otra fue al encontrarla. Y ese regalo era para siempre, hasta mi último aliento.


—Tengo un brindis —dije, levantando mi copa. Mirando todos los rostros de mi familia y nuestros amigos que habían venido para estar con nosotros, y compartir esta celebración de agradecimiento juntos, todo parecía muy adecuado.


Me di cuenta de que mi agradecimiento era real por primera vez.


—Por mi hermosa chica americana, por recordarnos a todos ser agradecidos. —Puse mis ojos exclusivamente en ella—. Pero sobre todo a mí... porque me ha ayudado a ver todas las bendiciones en mi vida que no había notado antes. Ella es la razón por la que tengo algo para estar agradecido. —Hablé en voz alta para que cada uno pudiera escuchar—. Ella es mi Acción de Gracias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario