domingo, 23 de febrero de 2014

CAPITULO 48



Abrí los ojos en la oscuridad con el aroma de Paula en
mi nariz y sonreí cuando noté donde estábamos. Está en
tu cama, contigo. Tuve cuidado en no perturbar su
sueño. Ella me miraba, pero su cabeza estaba oculta
debajo de su brazo. La observé mientras respiraba durante unos minutos,
extasiado y satisfecho por primera vez en días. Quería tocar a mi chica,
pero la dejé dormir. Por Dios que lo necesitaba.
Necesidad. Tanta necesidad dentro de mí. Necesidades que sólo
Paula podría satisfacer, y eso me asustó. Hace un mes no hubiera podido
imaginar que tuviera un sentimiento de este tipo por ninguna mujer, pero
ahora no podía imaginar no tenerla en mi vida. Me temía que el tiempo
separados me hubiese cambiado para siempre.
Aspiré profundamente y contuve el aliento. El ligero olor a sexo
estaba en las sabanas, pero en su mayoría sólo era su limpio y florido
aroma el que me embriagaba. Me embriagaba de la misma manera que lo
había hecho la primera vez que nos conocimos. Olía tan bien y odiaba
tener que dejarla sola en la cama, pero me levanté con cuidado y me puse
unos pantalones cortos y una camiseta.
Me dirigí al otro lado de la gran habitación y hacia el pasillo de mi
oficina, dejando la puerta de la habitación entreabierta en caso de que
Paula se despertara con un mal sueño. Sobre todo necesitaba un
cigarrillo y hablar con su padre.
—Miguel Chaves—Su fuerte acento americano al otro lado del teléfono
me recordó lo lejos que estaba Paula de su familia, aunque debo admitir
que me encantaba la idea de que ahora considerase Londres como su
hogar.
—Soy Pedro. —dije mi nombre dándole una profunda calada a mi
cigarrillo.
Hubo silencio y después apresuradas preguntas.
—¿Está bien Paula? ¿Qué ha pasado? ¿Dónde está?
—No ha pasado nada, Miguel. Está durmiendo ahora mismo y
perfectamente. —Inhalé otra vez.
—¿Estas con ella? Espera. ¿Ahora está en tu casa? —El silencio
creció espeso y siniestro mientras Miguel Chaves contemplaba con exactitud
lo que había estado haciendo con su hija—. Así que han resuelto sus
diferencias. Mira, lamento esa llamada que hice…
—¿Lo sientes? —interrumpí—. Y sí, Paula está conmigo en este
momento y planeo mantenerla muy cerca, Miguel. —Aplasté mi Djarum y
decidí no encenderme otro hasta haber terminado esta conversación—.
Sólo para que lo sepas, tampoco voy disculparme por haber estado con
ella. Tú organizaste esto. Simplemente soy un hombre que se enamoró de
una hermosa y encantadora chica. No se puede evitar, ¿no?
Miguel hizo un ruido que sonó frustrado para mí. Tenía que darle
crédito por no explotar, pero quizás seguía teniéndolas consigo.
—Mira, Pedro… Yo sólo la quiero a salvo. Paula toma sus propias
decisiones en cuanto a con quien quiere salir. Lo único que quiero es
mantener a esos bastardos lejos de ella. Evitar que le recuerden toda esa
mierda. No tienes idea lo que ha sufrido. Eso casi la destruyó.
—Lo sé. Anoche me lo contó todo. También tengo algunas cosas que
decirte a ti.
—Adelante —dijo Miguel con impaciencia.
—En primer lugar, quiero darte las gracias por seguir tus instintos y
volver a casa para verla ese día. Y en segundo lugar, quiero preguntarte
algo. —Hice una pausa para dar efecto—. ¿En qué cojones pensabas al no
decirme lo que le pasó realmente a tu hija? El conocimiento es poder, Miguel.
¿Cómo diablos puedo mantenerla protegida cuando no sé qué le hicieron?
Lo que Paula me describió no era una cinta de sexo indiscreto como
aludiste; fue un acto criminal de asalto y abuso a una chica de diecisiete
años por tres hombres legalmente adultos.
—Lo sé —dijo con voz derrotada—. No quise romper su confianza y
revelar los detalles ni a ti ni a nadie. Esa historia es suya y sólo suya para
contar.
A la mierda con esto. Encendí un segundo Djarum.
—Omitiste la parte del Senador dándole su beca para la Universidad
de Londres. Él sabe exactamente dónde está, y desde hace años.
—Me doy cuenta de eso, ¡y una vez más te digo que yo sólo quería
que ella estuviera tan lejos de esa gente como fuera posible! —Rechinó de
nuevo—. ¡Sé que esta situación es potencialmente un desastre y deja a mi
hija en la peor de las posiciones! ¿Ahora ves por qué te necesito? Todo esto
podría haberse quedado en el olvido de no ser por ese accidente aéreo.
¡Quién hubiera imaginado que Pieres sería investigado como próximo
vicepresidente!
Suspire con fuerza.
—Estoy trabajando en él y hasta ahora no encuentro ningún trapo
sucio sobre el Senador. Sé que ese chico son problemas, pero la lista negra
del Senador Pieres está limpia y ordenada.
—Bueno, no confió en él. ¡Y ahora uno de esos malditos degenerados
esta fuera de la foto! Esa historia es todo lo que el Senador desea muerto y
enterrado, y ¡ahora mismo mi hija está en medio de ese montón de mierda!
¡Esto es inaceptable!
—Tienes razón, y estoy vigilándolos a todos, créeme. Tengo algunos
contactos en las Fuerzas Especiales y están buscando en los registros militares del hijo. Si
hay algo ahí lo encontraré. Pregunta para ti. Paula dijo que la única
persona identificable en el video era ella misma. Me dijo que los demás
estaban en su mayoría fuera de la cámara y sus voces dobladas con una
canción…
—Yo… Yo lo vi. Vi lo que le hicieron a mi niña… —Ahora el hombre
parecía deshecho.
Cerré los ojos y deseé que las imágenes se desvanecieran. No podía
imaginarme en sus zapatos, al ver la infamia y no tratar de matar a los que
la lastimaron. Miguel Chaves recibió elogios por no convertirse en un asesino
en mi libro.
Me aclaré la garganta para poder hablar.
—Hay algo más que debes saber sobre mí.
—¿Qué quieres decir?
—Ahora ella es mi responsabilidad. Estoy a cargo y haré contacto
con la gente de Pieres siempre y cuando llegue el momento. Paula es
adulta y estamos juntos. Y si estás preocupado por mis motivos para
decirte esto, no lo estés. La amo, Miguel. Voy a hacer lo que sea necesario
para mantenerla segura y feliz. —Di una calada final de humo y dejé que
asimilara mis palabras.
Suspiró antes de contestar—: Tengo dos cosas que decir a eso. Como
un cliente que te necesita, estoy totalmente de acuerdo. Sé que eres el
hombre para el trabajo. Si alguien puede ver a Paula a través de este lío
ese eres tú. —Hizo una pausa y pude adivinar lo que estaba por venir—.
Pero como un padre que ama a su hija, y realmente no puedes entenderlo
hasta que te pase a ti, si la lastimas y rompes su corazón, iré a por ti,
Alfonso, y olvidaré que alguna vez fuimos amigos.
Sonreí en mi silla, contento de que esta conversación estuviera
llegando a buen término.
—Me parece justo, Miguel Chaves. Puedo vivir con esos términos.
Hablamos un poco más y me dio el fondo completo de la historia de
los Pieres de San Francisco. Decidimos volver a hablar pronto, para
mantenerlo al tanto de cualquier novedad y terminé la llamada.

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