domingo, 2 de marzo de 2014

CAPITULO 71



Todavía no conocía a la adorable tía Maria, pero estaba por hacerlo
muy pronto. Habíamos decidido que era tiempo de juntar a la familia en
una cena en mi casa. Mi papa, la tía de Paula, Gabriela, Oscar, Pablo y
Eliana hicieron la lista corta. Habíamos discutido y sentido que era tiempo
de traer a todos a bordo con lo que pasaba con nosotros y las posibles
amenazas a Paula. Todos necesitaban saber lo que puede estar en juego.
Paula era muy importante para mí para tomar un riesgo en este
momento, y todos los involucrados ya sabían su pasado de todas formas.
—Bueno no puedo esperar a conocerla. Suena como que te
consiente. —Revisé mi reloj otra vez—. No puedo creer Tomas, sólo no
aparecer así. Tan grosero.
—¿Porqué no lo llamas? —sugirió Paula.
—Eso sería un total desperdicio de mi tiempo. Nunca responde su
móvil. Dudo que siquiera encienda esa maldita cosa —respondí secamente.
—¡Oh, hombre! —Gabriela levantó la vista de sus mensajes—. Voy a
tener que regresar a la universidad. Problemas con una pintura. Un
accidente que involucra solvente vaciado en una rara, escucha esto
Paula, Abigail Wainwright. —Gabriela lucía absolutamente horrorizada,
se levantó abruptamente, y recogió sus bolsas—. No es una buena
combinación.
—No, eso no es bueno para nada —dijo Paula, sacudiendo su
cabeza—, el solvente comerá a través del lienzo si no se neutraliza…
Traté de seguir el ritmo con la cosa del arte geek de la que ellas
hablaban pero no era fácil para mí. No creo tener un hueso artístico en mi
cuerpo.Aunque lo puedo apreciar. El retrato de Paula era  la
personificación del arte en mi opinión.
—¿Quieres que te dé un aventón de regreso? Pablo te puede llevar si
quieres —ofrecí.
—No, está bien. Conseguiré un taxi, será más rápido. Tengo que
irme ahora mismo, pero gracias. Te veo en tu casa mañana en la noche,
Pedro. Disfruta tu almuerzo, ambos.
—Déjame saber cómo se resuelve —le dijo Paula—. Si alguien
puede arreglar este desastre, ¡eres tú, Gaby!
Gabriela abrazó a Paula, ondeó su mano y se fue, su alta forma
curvilínea atrayendo un montón de miradas de hombres agradecidos
mientras hacía su camino fuera de Gladstone.
Le sonreí a Paula y tomé sus manos. —Entonces te tengo toda para
mí en el almuerzo después de todo. —Susurré el resto—: Qué mal que
estemos en público.
—Lo sé. Nunca conseguimos hacer esto. —Apretó mis manos un
poco—. Has tenido mucho trabajo últimamente y sólo puedo imaginar con
las Olimpiadas. Dios, eso es enorme, Pero. Toda esa gente. —Ella
sonrió—. ¡William y Kate!
Asentí. —Sí, estarán ahí por eventos. El Príncipe Harry también. Es
buena diversión.
—¿Lo conoces? —preguntó con incredulidad.
Asentí otra vez. —Puedo conseguir presentarte si quieres… mientras
no tengas una cosa por los príncipes con cabello rojo anaranjado.
—Nunca —dijo con ojos seductores—. Soy parcial a los tipos de
seguridad con cabello oscuro.
¿Quién había encendido el horno explosivo? De hecho miré alrededor
de la habitación por una salida. Si hubiera una puerta marcada “privado”
juro que la habría tenido detrás de esta y desnuda en apenas dos
segundos.
—Es usted muy cruel, Señorita Chaves.
Se veía muy satisfecha con ella misma sentada frente a mí en un
restaurante. Muy satisfecha de hecho, me hacía pensar con cariño los
azotes que le había dado encima del lavabo. Dios era una cosa sexy,
inclinada a conducirme a la locura…
—Entonces de regreso a tu trabajo. ¡Estás haciendo la seguridad Vip
para las malditas Olimpiadas, Pedro!
Su excitación me sacó de mi cabeza. Probablemente una maldita
cosa buena en este momento.
—Bueno, no me estoy quejando, es bueno para los negocios pero lo
podría hacer sin el estrés. Sólo quiero que todo corra fluidamente. No
conspiradores o chiflados con un hacha para irritar con su causa de
mentiras, no bombas, o vergüenzas y puedo respirar. Clientes felices
mantenidos a salvo y estaré satisfecho. —Alcancé mi vino—. Vamos a
ordenar, no creo que Tomas vaya a aparecer… ¡Siempre jodidamente tarde
para todo! —gruñí, abriendo mi menú.
Paula me dijo lo que quería en caso de que el mesero apareciera y
se excusó para ir al baño de damas. Observé cuando se alejó, y las
miradas que obtuvo de los otros también. Suspiré. Por más que Paula
estuviera reservada, todavía tenía ese algo que hacía que la gente la
notara. Algo que pude haber hecho de seguro, pero entendía que era parte
del asunto con ella. Los hombres siempre la mirarían. Y la desearían. Y
tratarían de llevársela.
El trabajo me iba a volver completamente loco, y cuanto más
ocupado esté, y mi más estirada concentración venga en el trabajo en
mano y menos capaz de estar atento en la seguridad de ella. Las pasadas
dos semanas habían sido buenas para Paula y para mí, y nuestra
relación, pero no sin preocupación. La preocupación nunca se iría lejos. He
estado en el negocio de la seguridad lo suficiente para saber que cuando
las cosas parecen estar más en orden no es el tiempo para bajar tu
guardia. Ella seguía estando muy vulnerable y el pensamiento me volvía
loco.
—Lo siento, Pepe. Perdí el control del tiempo y todo eso —interrumpió
Tomas, dejándose en frente de mí.
—Es agradable de tu parte aparecer. Para la cita que tú hiciste,
podría agregar. Y no te sientes ahí. Paula está conmigo. —Señalé la silla
de al lado—. Regresará en un momento.
Tomas se movió a la silla de al lado. —Algo salió y fui asaltado.
—Sí —gruñí—. Tu polla fue asaltada. ¿Con quién estabas en la cama
esta vez?
—No era eso. Los malditos reporteros persiguiéndome, dije que
necesito algo más sustancial qué eso. —Miró fijamente al vino y le hizo
señas al mesero, la vacía apariencia de dolor mostrándose sólo por un
instante antes que él la enmascarara con ojos entrometidos.
Déjalo ser. Mi primo tenía sus culpas pero todo el mundo las tiene.
No significa que él había merecido lo mucho que había conseguido
tampoco. Sí, Tomas estaba tan podidamente solo como el resto de nosotros.

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