domingo, 2 de marzo de 2014

CAPITULO 72



Paula hizo su camino de regreso a la mesa unos momentos
después, su expresión inexpresiva, pero si pudiera imaginar, diría que
tenía algo en su mente. Me pregunté que era.
Me levanté y alcancé su mano, pateando la pata de la silla de Tomas
en el proceso, entonces él quitaría su trasero. Saltó y amplió sus ojos
cuando la vio. Deseé haber pateado su pierna en lugar de sólo la pata de
su silla.
Paula, mi primo, Tomas Everly. Tomas, Paula Chaves, mi muy
hermosa, y podría agregar, muy tomada, novia.
—Enchanté, Paula. —Tomó su mano y ofreció un beso que apenas
pasó como neutral en mi libro, pero entonces ¿esperaba algo diferente de
él? Estúpida pregunta retórica.
Ella sonrió hermosamente como siempre, saludando a Tomas con
amabilidad mientras la sentaba y luego yo también lo hice. Tomas sólo se
quedó ahí parado como un imbécil.
—Te puedes sentar ahora, primo. Y pon tu lengua de regreso en tu
boca —dije.
—Bueno, Paula, yo estaba preparado para preguntarte cómo te las
arreglaste para enganchar a Pedro pero ahora que te he conocido
finalmente, creo la pregunta es mejor para él. —Tomas hizo un show
mirándome—. ¿Cómo infiernos capturaste a tan exquisita criatura como
esta,Pepe? Quiero decir, ¡sólo mírala! ¿Y tú? Bueno, eres tan aburrido y
gruñón todo al mismo tiempo. —Se concentró de regreso en Paula—. Mi
querida, ¿Qué ves en él? —Hizo una cara de parodia interesado y descansó
su barbilla en su mano apoyada por un codo.
—Dios, ¡eres un idiota, Tomas!
Paula se rió e hizo un comentario sobre cuán determinado había
estado en sacarla en una cita conmigo. —Él era muy persistente, Tomas.
Pedro nunca se dio por vencido conmigo, y finalmente salí en esa cita. 
Ella tomó un trago de su vino y me guiñó—. Los dos son muy diferentes,
¿Siempre han sido así de cercanos? —preguntó Paula.
—Sí —le contestamos ambos al mismo tiempo. Tomas encontró sus
ojos conmigo y tuvimos esta comunicación por un instante, pero entonces
se apagó así de rápido en el siguiente instante. La conversación era para
otra ocasión. Esto era social.
—¡Cercanos como para matarlo! —Le guiñé a Paula—. No,
seriamente, lo mantengo con vida y tolero sus muchas molestias, e Tomas es
demasiado agradecido, ¿no es cierto, Tomas?
—Supongo… es mejor que me quiera muerto —respondió el.
Paula rió. —¿Quién te quiere muerto, Tomas?
—¡Mucha gente! —Tomas y yo hablamos otra vez al mismo tiempo.
Ambos reímos a una confundida Paula y luego el mesero apareció
para hacer su tarea, entonces unos minutos antes fui capaz de explicar
sobre mi muy ecléctico primo
—Mmmmm, ¿Dónde empezar? —Pausé para dar efecto—. Nuestras
madres eran hermanas y hemos estado alrededor de cada uno desde…
siempre. Sin la conexión de sangre dudo que nunca nos hubiéramos
conocido. Tomas es aristócrata, sabes. En herencia y en los ojos de la
Federación de Tiro al blanco del mundo. —Tomas me frunció el ceño—.
Paula, estás viendo al Lord Rothvale, el treceavo barón o alguna
putrefacción, o Lord Tomas como es llamado entre sus compatriotas
deportistas —gesticulé con ademán ostentoso—. En carne y hueso.
Era Paula girándose viéndose sorprendida. —Rothvale… como en
la galería ¿donde conservo pinturas?
—Bueno sí. Ese es mi tatara, tatara, tatara abuelo nombrado por él,
pero no tengo conexión con la galería Rothvale —dijo Tomas.
—Pero si lo haces en el Nacional —le recordé.
Paula me miró con incredulidad y luego regresó con Tomas. —¿Estás
en la junta de directores de la Gallería Nacional, Tomas?
Soltó un enorme suspiro. —Bueno, sí, mi querida, pero no por
elección. He heredado el nombramiento y parece que no puedo librarme de
él. Mi conocimiento es muy débil me temo. No como tú, una experta en
restaurar pinturas me contó Pepe.
—Amo lo que hago. Estoy trabajando en el más encantador
Mallerton en este momento. —Paula me miró y alcanzó mi mano—.
Pedro me ayudó a resolver un misterio del título del libro el que la mujer
en la pintura sujetaba.
—Ella es realmente brillante, Tomas —concordé, cepillando mi pulgar
sobre su mano y no la quería dejar ir—. Sólo traduje un poco de francés
para ella.
Paula arrebató su mano. Miré con furia a Tomas.
Tomas respondió con un guiño. —Yo podría tener un trabajo para
alguien de hecho. Tal vez para todo un grupo. —Se encogió de hombros—.
Mi estado en Irlanda, Donadea, tiene habitaciones y habitaciones llenas de
pinturas del décimo noveno siglo. Un montón de Mallerton, también. —
Tomas levantó la vista avergonzado.
—Perdona mi francés, pero necesito que pasen por ellos y los
cataloguen. No creo que hayan sido tocados en un siglo. —Sacudió su
cabeza y sostuvo sus manos—. Ni siquiera sé que hay ahí, sólo que hay
una tonelada de eso y necesita una atención profesional. Está en mi lista
de cosas por hacer—. Tomas ladeo su cabeza hacia Paula y le ofreció una
mirada que era bastante coqueta de lo que debería haber sido porque se
dirigía a mi novia—. ¿Interesada?
No, ¡ella definitivamente no está interesada en ir al estado irlandés y
catalogar tus pinturas mientras tratas de tenderle una trampa para llevarla
a tu cama contigo!
—¡Sí! —dijo Paula
—Ugh —gemí—. Sólo si voy como chaperón, y mi rotulo estará
bastante lleno hasta después de Agosto. —Le di una mirada dejándole
saber que Paula iría sola a su estado en Irlanda sobre mi muerto y
descompuesto cadáver.
—¿Qué? ¿No confías en mí, Pepe? Tu propia sangre. —Sacudió su
cabeza—. Qué triste.
—¿Con ella? ¡De ninguna manera! —Tomé la mano de Paula otra
vez, la urgencia de tocarla, aún el predominante hecho que yo era un
bastardo celoso con quien sea que tratara de coquetear con ella, incluso
mi primo.
—Sabes,debería presentarte a Gabriela. Mi compañera de
habitación. Está haciendo su disertación en Mallerton. Es la indicada para
hacer tu trabajo, Tomas. Gaby estaba justo aquí y tuvo que irse. Es una
pena que no se conocieran. —Paula sonrió suavemente, obviamente
satisfecha con su sugerencia. Tiró su mano fuera de la mía con una
pequeña palmadita y luego una mirada de desaprobación.
—¡Sí! —dije, repentinamente interesado—. Gabriela sería perfecta
para el trabajo, Tomas. —Las chispas volando entre los dos sería un
espectáculo que no quería perderme. Y demonios, era la idea de Paula
por lo que estaba completamente fuera del problema. Cualquier cosa para
distraerlo de Paula funcionaba para mí—. Te la presentaré en la Gala
Mallerton. Trata  de no hablar mucho  y estarás bien —dije
condescendiente—. Sólo muéstrale las pinturas.
Él me ignoró y se concentró en su lugar en ser encantador con mi
novia. —Gracias por eso, Paula. Amaría conocer a tu amiga y hacer que
se enfrente el trabajo. No tienes idea. Es el mono conocido en mi espalda
que necesita estar en su camino unas décadas atrás…
¡Ja! Espera hasta que tengas la carga de Gabriela y ¡estarás
deseando por que el pequeño mono esté arañando en tu espalda!
El almuerzo llegó en el momento en que estábamos en el punto de la
cuestión. Tomas parloteando con Paula sobre nada con sentido, y luego
conmigo sobre sus problemas de seguridad; antes de que supiera que era
tiempo de regresar.
Dejé a Paula con Tomas mientras iba por el auto para llevarlo al
frente. Tomas me guiñó y me aseguró que pondría un buen ojo en ella por
mí. Le dije gracias por comprar nuestro almuerzo y le di una mirada de
advertencia que no dejaba preguntas sobre lo mucho que necesitaba su
ayuda. Sabía que mi primo sólo jugaba conmigo. El pobre hombre estaba
probablemente en shock al verme así sobre una chica y estoy seguro que
tendría bastante que decirme sobre ella en una conversación privada.
Bonito.
Le entregué el ticket al valet y escaneé el área. Era un hábito, sólo
algo que hacía cuando estaba fuera. Un tipo con chaqueta café inclinado
contra el edificio esperando. Tenía esa mirada hambrienta y una cámara
alrededor de su cuello. Lo identifiqué como paparazzi. Vivían de tomas de
celebridades yendo y viniendo de establecimientos como Gladstone donde
cualquiera podría aparecer en cualquier momento.
El aparcacoches me entregó mi auto y entré para esperar. Encendí la
música y puse Butterfly de Crazy Town. Canción perfecta, pensé,
golpeteando mi pulgar en el volante mientras Paula y Tomas se tomaban su
maldito, tiempo dulce en salir.
No estaba excitado sobre a donde llevaba a Paula tampoco. Sesión
de fotos. Si había una cosa que podía cambiar sobre mi chica eso sería.
Absolutamente odiaba y despreciaba que ella se desnudara para una
cámara y que otro hombre viera su cuerpo. Era una cosa de belleza, cierto,
pero no quería que cualquier otro viera lo que era mío.
Mis pensamientos fueron interrumpidos por la puerta del carro
mientras Tomas la abría para Paula, besándola en ambas mejillas y
haciendo un gran show diciendo adiós.
Al mismo tiempo, ¡ese jodido fotógrafo empezó a tomar fotos! Ellos
lucían como celebridades aún si no lo eran, y Tomas técnicamente lo era.
¡Cristo todopoderoso!
Paula lucía despampanante en la calle hablando con mi primo.
Cómo alguna vez sobreviviría a esto, pensé. El deseo de fumar más
temprano me tenía jadeando pero mi vicio tendría que esperar por el
momento.
—¡Adios, Tomas! Estaba tan encantada de conocerte hoy y sería
maravilloso verte otra vez en la Gala Mallerton pronto. —Paula entró en
su asiento y sonrío hacia él.
—Fue agradable conocerte también, Paula Chaves. —Tomas sonrío
ampliamente y se agachó para hablarme—. Cuida de esta hermosa chica
por mí, ¿lo harás? No encajes y berrinches, ¿bien, Pepe? Puedes hacerlo. —Él
reía mientras azotaba la puerta.
—Bueno eso fue divertido —dije sarcásticamente mientras arrancaba
del freno.
—Me gusta mucho tu primo, Pedro. Es un personaje seguro. Estoy
contenta de que me lo hayas presentado. No puedo creer que sabías que
está en la junta de la Galería Nacional y ¡no me dijeras! —Me dio un
pequeño golpe en el hombro, el cual encontré increíblemente caliente.
—Bueno, lo siento, sé que él no da una mierda por el arte, sólo está
en la junta.
Recordando mi juramento de decirle todo continué—: Le dije sobre ti
hace un tiempo. Quería ver si podría haber algo en el Nacional para ti.
Quería que tuvieras esa visa de trabajo también. —La miré en el asiento al
otro lado de mí, tan hermosa y brillante, y supe que haría cualquier cosa
para mantenerla en Inglaterra conmigo. ¿Aunque Tomas lo insinuara
bromeando por teléfono?
—Oh, Pedro. —Tocó mi pierna—. Eso es muy dulce de tu parte, pero
puedo conseguir cualquier cita por mi cuenta. Es realmente importante
para mí. Quiero ganarlo por mí misma, no consiguiendo un favor de tu
primo. No importa qué tan bien conectado esté… y coqueto. Jesús, ¡ese
hombre es un coqueto!
—Ni me lo recuerdes. Hubo unas cuantas veces que quise
estrangularlo durante el almuerzo.
—Pero él sólo fingía, Pedro. Deberías saber eso. Te respeta y puedo
ver la relación que ustedes tienen. Casi como hermanos.
—Sí… Tomas es bueno muy en el fondo. Sólo ha tenido algunos golpes
duros últimamente que lo han hartado. No todos lo tenemos.
—No todos lo tenemos —dijo.
Agarré su mano y la sostuve en mi regazo en un tipo de respuesta.
No sabía que decir en respuesta para eso y sabía que no teníamos que
manejar muy lejos.

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