domingo, 2 de marzo de 2014

CAPITULO 73



Aunque yo sinceramente deseaba que el viaje pudiera haber tomado
mucho más tiempo. Entre más cerca estábamos de su destino, más
repugnante se volvía mi humor. Cuando me detuve en el estudio donde
ella trabajaba todo el día y estacioné el maldito auto, yo era un desastre
rabioso. Sentí una barrida irracional por mi cuerpo y tenía que pelear
duro. Mi interno Sr. Hyde estaba teniendo un día de campo con mi interno
Dr.Jekyll. Como pateando el noble culo del buen doctor en la acera y
repartiendo puñetazos con regocijo.
—¿Qué están fotografiando hoy? —demandé. Y por favor di que hay
algo de ropa involucrada.
—Pedro —advirtió—, hemos atravesado esto antes. No puedes venir
y necesitas dejar de preocuparte. Sólo somos el fotógrafo y yo, y algo de
tiempo detrás de los lentes de la cámara. Todos somos profesionales
haciendo nuestros trabajos. —Se detuvo—. Hay algo de lencería
involucrada…
—¿Cuál fotógrafo? —pregunté.
—Marco Carveletti. Ya lo conociste.
—Oh, recuerdo al suave Italiano el Sr. Carvaletti a quien le gusta
besarte, muy bien, mi querida.
—Puedes parar de ser un idiota ahora, Pedro —me dijo en no
inseguros términos—. Ese es mi trabajo como tú tienes un trabajo.
La miré fijamente en el asiento y le quería decir que no podía entrar
ahí y quitarse la ropa. Quería quedarme parado en la parte de atrás de la
habitación y observar todo lo que Cavaletti hacía, cada movimiento que
hiciera, cada sugerencia que le indique. Quería estar ahí en caso de que el
tratara de tocarla o verla muy de cerca. Quería girar el auto y llevarla a
casa. Quería follarla contra la pared en el momento en que estemos
dentro. Quería escuchar sus jadeos con mi nombre mientras se venía.
Quería que me sintiera dentro de ella—saber que era yo y nadie más.
Quería tanto.
No podría tener ninguna de esas cosas. Nada.
Tuve que despedirla y regresar a mi trabajo. Tuve que decirle que le
mandara un mensaje de texto a Pablo cuando fuera tiempo de que la recoja
porque yo tenía una reunión en la tarde y no podía venir. Tuve que
observarla irse y esperar a que la puerta se cerrara detrás de ella y
estuviera dentro del edificio. Tuve que alejarme conduciendo y dejar a mi
chica dentro de ese edificio.
Tuve que hacerlo todo.
Y odié cada maldito segundo de eso.


No estaba de mejor humor para cuando pude dejar la oficina. Llamé
a Paula y entró el buzón. Le dejé un mensaje y le dije que traería la cena
porque sé lo cansada que está después de una sesión de fotos. No pienses
en esa jodida sesión de fotos.
No estaba preocupado cuando no lo contestó, porque sabía que se
encontraba en casa. Pablo siempre se reportaba conmigo cuando la dejaba.
Había esperado que pudiéramos quedarnos en mi casa esta noche pero
Paula no iba por eso. Le pregunté y se resistió. Dijo que necesitaba su
propia cama por esta noche, además estaría aquí mañana para la cena
familiar que habíamos planeado. Traté de traerla conmigo cada noche pero
seguía evasiva sobre renunciar a su independencia. Paula se molestaba
conmigo si interfería mucho o trataba de influenciar sus decisiones.
Pista el modelaje desnuda. Estás pensando sobre eso otra vez,
pendejo.
Maldita sea, las relaciones son mucho trabajo jodido… como todo el
maldito tiempo.
Entonces, siendo el brillante cabrón que soy, yo podría sopesar mis
opciones—mi lugar sin Paula contra el paquete de compromiso de
Paula y su pequeñita plana, y menos privacidad si Gabriela estaba
alrededor.
Decisión fácil. Paula ganaba todo el tiempo.
Infiernos, yo seguía fantaseando sobre otra follada-en la pared y me
pregunté si podría sorprenderla con eso si la costa estaba despejada
cuando llegara ahí.
¿Dónde recoger la comida? Nos gustaban muchas cosas diferentes.
Habría traído lasaña de Bellisima pero inmediatamente recordé sobre
Carvaletti siendo Italiano y disparé esa idea derecho al infierno. Ese
bastardo la vio desnuda hoy.
Paula amaba la comida mexicana, pero era mucho mejor cuando
hacía las cosas que cualquier restaurante en la ciudad. Yo realmente
amaba las influencias de Sur América en lo que a ella le gustaba hacer.
Decidí en Indio y llamé y ordené algo de pollo en mantequilla, curry de
cordero y ensalada de verduras. Dejaba el restaurante con la comida
cuando envié un rápido mensaje de texto:
Casi llego, nena. Nos conseguí pollo indio y cordero.
Recibí algo de ella inmediatamente.                      Hola.Estoy realmente cansada y sólo quiero ir a la cama. ¿Puedo saltarme la cena sta noche?
¿Qué? No me gustó el sonido del mensaje e inmediatamente traté de
descifrar lo que quería decir con eso. Un parpadeo de ansiedad corrió a
través de mí. Me decía que no fuera, ¿o sólo que no tenía hambre? No
podía decirlo de ese mensaje de texto y lo leí cerca de diez veces.
Estaba cansado, malhumorado, arrugado, y privado de nicotina, y
no completamente seguro de que mi cerebro estuviera despierto para una
conversación con una mente femenina posiblemente irracional. Todo lo
que quería era comer algo, tomar una ducha y colarme en la cama con
ella. Aún podía saltarme el sexo, pero dormir con ella era no negociable.
Habíamos hecho un acuerdo de formas donde nos quedaríamos, ya
sea su lugar o el mío. La quería junto a mí. Lo hice perfectamente claro
para Paula cuando empezamos a salir. La llamé desde el auto y manejé.
—Hola. No tengo hambre, Pedro. —Sonaba rara.
—Bueno ¿Qué está mal, nena? ¿No te estás sintiendo bien? —Esto
era primero. Nunca había estado enferma antes, excepto por el dolor de
cabeza la primera noche que nos conocimos.
—Me duele el estómago. Estaba acostada.
—¿Como si te fueras a enfermar? ¿Quieres que me detenga en la
farmacia y te consiga algo? —ofrecí.
Se detuvo antes de contestar misteriosamente. —No… como que
tengo calambres.
Ahhhh. La Maldición. Sabía sobre eso por tener una hermana, sólo
que nunca tuve que ocuparme de eso en una relación anteriormente
tampoco. De hecho nunca había tenido una relación como la que tenía con
Paula, antes tampoco. Cuando tienes sexo con las de poco-tiempo,
inconvenientes como las que “ella” está teniendo en su semana muerta no
salen. Pero había escuchado las quejas de amigas por años, y había estado
alrededor de mi hermana. Y había aprendido lo suficiente para saber que
darle a una mujer su espacio cuando está hormonal es la forma de actuar.
¡¿No crees?! Suponía que la agradable follada-en la pared que tenía en
mente estaba fuera de la imagen ahora también. Maldición.
—Está bien… te puedo dar un masaje cuando llegue. ¿Todo lo
demás está bien? ¿Cómo fue la sesión? —Me sentí tenso con sólo esperar a
que me respondiera.
—Ummm, la sesión estuvo bien. Bien. —Se detuvo e hizo un sonido
de resfriado—. Hablé con mi mama por teléfono. —Sonaba triste y me
pregunté si la razón de que sonara resfriada era porque había estado
llorando. Tenía sentido. La mujer casi me hacía sentir que quería llorar
una vez que habíamos hablado.
—Nuestra conversación no fue muy buena.
—Lo siento, nena. Estaré ahí y podemos hablar cuando te levantes.
—No quiero hablar de ella —espetó de regreso. Tenía ese encantador
tono de estar cabreada en su voz que de hecho me lo ponía un poco duro,
pero también me ponía mis nervios de advertencia.
Pausé un latido. —Eso está bien también. Estaré ahí pronto.
—¿Por qué estás susurrándome en el teléfono?
Cristo. Estoy seguro que abrí mi boca y sólo la abrí como un pez
dorado porque no tenía nada que ofrecer después de esa pregunta. —No lo
estoy.
—¡Lo acabas de volver a hacer! —regañó—. Si me vas a interrogar
sobre la sesión de fotos, y mi madre, entonces tal vez no deberías venir. No
estoy despierta para eso esta noche, Pedro.
¿Puedes decir hormonas débiles están cambiando a mi chica en
Medusa y asustando el infierno fuera de mí?
—No estás despierta para hablarme o ¿no estás despierta para mí en
lo absoluto? Porque sí quiero hablar contigo. —Traté de mantener el nivel
de mi tono pero no estaba muy seguro si tenía éxito.  No me gustaba este jodido dialogo en lo absoluto. Apestaba.
Silencio.
—Hola, ¿Paula? ¿Estoy yendo ahora mismo o no?
—No lo sé.
Conté hasta diez. —No lo sé, ¿esa tu respuesta para mí? —¿Qué en
el santo infierno pasó en nuestro agradable almuerzo romántico en
Gladstone?
—Me susurraste otra vez.
—Me has arrestado. Mira, estoy manejando con un auto lleno de
comida india para llevar y no sea a donde voy. ¿Puedes ayudarme, nena?
Absolutamente y jodidamente me rehusé a discutir sobre eso. Ella
estaba teniendo un día de mierda y hormonal—yo podía tratar con eso.
Apestaría si ella no estuviera con mis brazos esta noche, pero al menos no
estábamos rompiendo. Medusa podía meterse con mi noche, pero estaría
fuera de la foto en pocos días. Recé.
—Bien… ven por mí entonces —dijo firmemente.
No podía creerle a mis oídos. —¿Ir por ti? Pensé que tenías que
quedarte en tu casa esta noche. Dijiste antes…
Me cortó, con su lengua como espada con borde filoso—: Cambié de
opinión. No quiero quedarme aquí. Empaqué una bolsa y estaré lista para
ti en cinco minutos. Llámame cuando estés en la acera y estaré abajo.
—Está bien, jefa —dije en completo desconcierto, antes esperé hasta
que colgara suspiré bien y fuerte. Sacudí mi cabeza también. Y solté un
silbido. Luego manejé para traer a mi cabello-de serpiente, lengua-filosa,
impredecible, y muy desconcertante novia, como el bastante enamorado
gilipollas que lo era.
Mujeres… criaturas escalofriantes.

2 comentarios:

  1. por un momento pense que estaba embarazada pero por lo visto no era eso jajaj me encantaron los cap besos

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  2. jajajajajaj ! me mata Pedro celoso !! lindos capitulos :)

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