jueves, 6 de marzo de 2014

CAPITULO 86




La observo. Recuerdo cómo era sentirla. Cómo se movía y los sonidos
que emitía. Todo; recuerdo todo de ella.
Sin embargo, ella no me ve. Al principio me molestaba, pero ahora sé
que no importa porque lo hará. Dentro de poco me verá.
El destino la puso en mi camino hace muchos años y el destino volvió a
hacer de las suyas cuando aquel accidente de avión. Nunca me he olvidado
de la dulce Paula Chaves. Nunca. He pensado en ella durante años y
nunca imaginé que nos volveríamos a ver. Sabía que se había ido de
Estados Unidos y se había mudado a Londres, pero hasta que no vi las fotos
de ella posando no me di cuenta de lo mucho que deseaba volver a verla.
Ahora lo he hecho.
Los astros se han alineado. Se ha producido todo a la vez. Puedo
conseguir lo que quiero y tenerla a ella mientras tanto. Paula se lo
merece. Ella es un tesoro. La única joya de la corona. Algo para saborear y
disfrutar todo el tiempo que quiera.
Todos somos peones. Ella lo es tanto como yo. Peones en un juego que
yo no inventé, pero al que desde luego puedo jugar. Estoy luchando por
hacer justicia. Esta es la oportunidad de mi vida y no voy a dejar que se me
escape, igual que no voy a dejar que Paula se me escape de las manos.
Ella es un valor añadido y estoy deseando que llegue el día en el que pueda
demostrarle lo mucho que la he echado de menos, a ella y al tiempo que
pasamos juntos.
En mi defensa he de decir que intenté que ella me ayudara directamente.
Me la hubiera ganado y habría sido maravilloso. Ella se hubiera alegrado
de verme. Sé que lo hubiera hecho. Esos cretinos no la merecen, y desde
luego que se han ganado su merecido. Sin embargo, ahora eso no importa.
Están fuera de la ecuación y eso mejora las cosas para mí. En cualquier
caso, al final yo seré el único beneficiario.
Ahora bien, Alfonso es otra historia. Ese capullo ha aparecido y se la
ha llevado a su vida. Sé que ha conseguido que ella se fije en él con su
aspecto y su dinero, y es una maldita pena, porque sin él todo habría ido
sobre ruedas.
Alfonso ha echado a perder mis planes originales, pero no del todo.
Lo cierto es que tiene buenos instintos, lo admito. Pensé que ella era mía
cuando él salió a fumarse un cigarro a la parte trasera del edificio durante
esa gala benéfica. No podía creerme la suerte que tenía. Él estaba fuera;
ella dentro. La alarma saltó puntual como un reloj. Mi único fallo fue no
darme cuenta de que él tenía su móvil. Eso fue una sorpresa tremenda.
Pero, aun así, quería que supiera de mi existencia. Debería saber quién soy.
Antes que él yo tuve a Paula durante años.
Entonces sucedió algo a su favor. No estoy seguro de qué pasó, pero
Paula no estaba donde debería haber estado y no salió a la calle como se
suponía que haría. Si hubiese tenido el teléfono con ella cuando le mandé
el mensaje estoy seguro de que ahora estaríamos juntos, retomándolo
donde lo dejamos hace siete años.
La perdí con la multitud… y con ella, mi oportunidad de oro. Eso me
desagrada mucho. Alguien deberá recibir su castigo para que todas las
cosas recuperen su equilibrio y su posición correcta en el mundo. Pero eso
no es un problema. A la larga todo saldrá como yo quiero.
Ahora Alfonso la tiene bien protegida, pero también me voy a ocupar
de él. Él no tiene todas las respuestas, y me aseguraré de darle unas cuantas
pistas más para confundirle. Mi especialidad.
No, no me voy a rendir. Todavía guardo cartas en la manga y puedo ser
muy paciente. Todavía hay tiempo más que de sobra para mi jugada, y cada
vez estoy más cerca.
Más cerca.
Entonces no lo sabía, pero cuando esos imbéciles eligieron esa canción
dieron en el clavo. Es perfecto. Simplemente perfecto.

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