jueves, 6 de marzo de 2014

CAPITULO 87



Los ojos de Pedro se posaron en mí mientras tomaba el control de mi
cuerpo, con sus manos firmes en mis caderas, su grueso sexo llenándome y
moviéndose dentro de mí. Su boca por todo mi cuerpo, sus dientes en mi
piel.
Todo eso del hombre que había atravesado los muros que yo misma
construí y que me había capturado. Eran demostraciones de caricias y
placer, un medio para consolidar la conexión entre nosotros, de
mantenerme cerca. Él era así. Sin embargo, no necesitaba preocuparse.
Pedro me tenía.
A pesar de todo el caos de esta noche, me tenía en sus brazos y debajo de
su cuerpo y su virilidad controladora se hacía cargo de mí tal y como había
sido desde el principio. Me mantenía a salvo. Aquella noche en la calle
cuando me persuadió para que me subiera a su coche y a continuación me
llamó por teléfono exigiendo atención, fue solo el principio de mi relación
con Pedro Alfonso. Ese hombre escondía muchas más cosas de las que
pude imaginar entonces. No me iba a ir a ninguna parte. Estaba enamorada
de él.
—Quiero mi polla dentro de ti toda la noche —dijo con voz ronca
mientras sus ojos azules brillaban bajo la luz de la luna a la vez que se
movía. Estaba encima de mí y tenía el control, manipulaba mi cuerpo de
todas las maneras posibles a medida que la luz que entraba por la ventana
del balcón iluminaba nuestros cuerpos desnudos. Manos, boca, sexo,
lengua, dientes, dedos…, él lo usaba todo.
Pedro me hablaba durante el sexo. Me decía palabras inesperadas que
me excitaban muchísimo, que fortalecían mi confianza y que me
demostraban lo mucho que él me deseaba. Era justo lo que necesitaba.
Pedro era mi respuesta y él sabía exactamente lo que yo anhelaba. No sé
cómo me conocía tan bien, pero no cabía duda de que así era. Esa noche me
lo confirmó alto y claro. Creo que por fin puedo admitir que necesito a otra
persona para ser feliz.
Esa otra persona era Pedro.
Había dejado que alguien entrara en mí. La dura corteza que rodeaba mi
corazón se había visto comprometida y además de forma plena. Pedro lo
había hecho. Me había dedicado tiempo, me había presionado y exigido mi
atención. Él nunca se rindió y siempre me quiso a pesar de mi maraña de
problemas emocionales. Pedro hizo todo eso por mí. Y ahora podría
regodearme en el hecho de que me amaba un hombre al que yo también
amaba.
—Mírame, nena —me ordenó con un jadeo ahogado—. ¡Sabes que
tienes que tener tu mirada fija en mí cuando te poseo! —Su mano había
subido hasta mi cabello para agarrarlo y tirar de él. Sin embargo, nunca me
hacía daño. Pedro sabía cuál era la presión justa y era totalmente
consciente de que me volvía loca. Yo no sabía que tenía esa necesidad de
que le mirara y me aferré a sus feroces ojos azules con todo mi ser.
Pero Pedro sabía más cosas de mí que yo de él.
—¡Vas a ser la primera en correrte! —gruñó al tiempo que embestía
hondo y con fuerza y daba con el punto sensible dentro de mí que
necesitaba encontrar para que yo cumpliera su orden.
A medida que sentí que la presión aumentaba me dejé llevar a un
perfecto estado de éxtasis, sujeta bajo el cuerpo de Pedro, el cual estaba
entrelazado con el mío, y tenía sus ojos azules a escasos centímetros de mí.
Se dirigió a mi boca y me besó justo cuando el orgasmo me rasgaba,
llenando otra parte de mí, haciéndome entenderle más, uniéndonos de una
manera más profunda.
Su orgasmo siguió al mío en cuestión de segundos. Siempre sabía que
estaba cerca por la inhumana dureza de su sexo cuando estaba a punto de
correrse. La sensación se alejaba de este mundo y era intensa y
fortalecedora. Que pudiera suscitar esa reacción en él y despertar ese tipo
de sensaciones en otra persona me hacía consciente de muchas cosas.
Cosas que me curaban poco a poco cada vez que ocurría; gracias a Pedro y
su modo de demostrarme su amor hacía que las cosas dentro de mi cabeza
siguieran mejorando. Tenía ciertas esperanzas de que al fin pudiera ser
feliz y vivir una vida normal.
Pedro me había dado eso.
—Dime, nena —farfulló en un susurro seco, pero podía oír la
vulnerabilidad que acompañaba la seguridad en sí mismo. Pedro también
tenía sus propias inseguridades, era un simple mortal igual que el resto.
—¡Siempre seré tuya! —dije sintiendo cada una de mis palabras
mientras notaba cómo entraba dentro de mí.
Cuando abrí los ojos un poco más tarde me di cuenta de que debía de
haberme quedado dormida un rato. Pedro nos había recolocado en la cama
y ahora estábamos más o menos de lado, pero seguíamos unidos. Le
gustaba quedarse enterrado dentro de mí durante un tiempo después del
sexo. A mí no me importaba porque era algo que él deseaba y a mí me
encantaba hacerle feliz.

5 comentarios:

  1. Muy buenos capítulos!!! Me intriga saber quién es ese que quiere separar a Pau de Pedro!! @AmorPyPybb

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  2. ay que miedo !! quien sera el tipo que llamo al cel de ella? no quiero que sufran mas los dos :))

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  3. Buenísimos los 3 capítulos! y muero de intriga por saber quién ese tipo que los quiere separar! y lo peor es que parece tan seguro de lograrlo! MIEDO

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  4. volvio facundo? muy bueno los tres cap besos

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