miércoles, 10 de septiembre de 2014

CAPITULO 192



PEDRO



—Es una sorpresa, te lo dije. Tienes que confiar en mí. —La conduje caminando cuidadosamente, una bufanda de seda sirviendo como venda—. Quiero mostrártelo antes de que todos comiencen a arremolinarse alrededor de nosotros para celebrar tu Día de Acción de Gracias.


Mi chica había decidido que quería hacer una cena del Día de Acción de Gracias en nuestra casa e invitar a cada uno de nuestros amigos a participar en la tradición estadounidense que nosotros oficialmente no celebramos en Inglaterra, pero con tan fuerte influencia de nuestros amigos americanos al otro lado del chaco, ésta ciertamente estaba ganando fuerza en Reino Unido. Paula quiso que una fiesta agradable en casa para que sirviera como fiesta de inauguración de la casa, así que éramos anfitriones y nos rodearíamos de gente a medio día. Mi papá y Maria viajaban juntos, como Pablo y Eliana.Angel, Luciana y los niños por supuesto, además de Oscar y Gabriela. Tendríamos la casa repleta de invitados y yo tendría que compartir mi chica con todos y cada uno de ellos durante unos pocos días.


Nunca quería compartirla.


Ella olió el aire.
—Huele a clavo, ¿así que debemos estar cerca de tu oficina?


No más cigarrillos en la casa.


Estuve de vuelta a mi hábito de una vez al día después del ultimátum por mi resbalón en noche del Senador, maldita jodida víbora. Hacer eso, el vicepresidente de los Estados Unidos de América. O llegaría en enero, una vez que el nuevo presidente se instalara en la Casa Blanca. Colt-Pieres había ganado efectivamente las elecciones en Estados Unidos el mes anterior por un amplio margen. 


Teniendo un soldado horriblemente herido por hijo fue una manera de agitar el patriotismo y ganar votos. Y por lo visto, era intrascendente si el mismo hijo abusaba de jovencitas con sus amigos en fiestas y hacía videos del acontecimiento. 


La victoria aplastante no era una sorpresa para ninguno de nosotros.


Paula parecía resignada a dejar su pasado atrás por su bien, y por eso estaba muy agradecido. No compartió mucho sobre Pieres, ni sobre su reunión conmigo. Había dicho que se había sentido menos preocupada por la visita de lo que había esperado, pero esperaba que hubiera trabajado en ello con el Dr. Roswell, porque no podía soportar la idea de ella sufriendo más debido a sus problemas. La visita al hospital fue bastante dura para mí, así que no podía imaginar cómo se sentía tener que verlo, hablarle... y tocarlo. Cerré mis ojos y empujé los pensamientos de Facundo Pieres lejos. Inhalé la intoxicante esencia de mi chica frente a mí y me concentré en lo que quería mostrarle en su lugar.


—Ustedes son implacables ahora mismo. A veces me olvido de lo competitiva que eres. —Lo que completamente verdad. Paula es una luchadora en su corazón. Una chica que iba con sus puños arriba lista para dar un golpe, o recibir un golpe en la barbilla. Me encantaba y a mi parecer eso la hacía mucho más caliente—. Y creo que es jodidamente caliente, nena.


Ella se rio suavemente con mi último comentario, el sonido sexy de su risa haciendo que mi polla se pusiera dura y mi mente se llenara de un sinfín de posibilidades.


—Está bien, estamos aquí —le dije al oído, posicionando su cuerpo exactamente como quería para que la vista fue perfecta cuando viera la sorpresa—. Y creo que deberías saber que he estado esperando por esto durante seis meses. Por seis largos meses, he pensado en este momento —dije dramáticamente.


—Eso es mucho tiempo, Pedro, estoy de acuerdo contigo. Me siento como si hubiera estado esperando seis meses para quitarme esta venda.


Le di golpecitos a sus labios con un dedo y después tracé su contorno lentamente.


—Qué boca tan lista, nena, y tengo planes para ella más tarde… pero ahora quiero que veas la sorpresa, así que supongo que te quitaré esa venda ahora. —Comencé desatar el pañuelo mientras su respiración se aceleraba. Mis palabras le habían excitado—. Este pañuelo de seda es sexy como el infierno, por cierto. Creo que debería recordar a usarlo nuevamente en algún momento —susurré en su cuello.


—Mmmm —gimió muy suavemente. Un bajo sonido entrecortado que me dijo mucho sobre sus verdaderos sentimientos con respecto a los ojos vendados. No lo olvidaría.


—Tu sorpresa —dije, quitando la venda.


Ella parpadeó levantando la mirada hacia el retrato de sí misma, observando en silencio. Me pregunté si ella veía lo mismo que yo. Las largas piernas apuntando hacia arriba con los tobillos cruzados, los brazos cubriendo sus pechos, los dedos estratégicamente extendidos entre las piernas, el cabello esparcido en el suelo a un lado.


La misma imagen que Miguel Chaves me había enviado junto con un correo electrónico, pidiéndome ayuda para mantener a salvo a su hija. La fotografía cautivante de ella que había visto en la galería la noche que la conocí, y que compré por impulso, sin saber que la galería requería seis meses de exhibición antes de entregármela. El retrato de mi hermosa chica americana ahora en mi exclusiva posesión.
Absolutamente impresionante.


—Finalmente la tienes. —Su voz era baja y suave mientras estudiaba el enorme lienzo ocupando la pared más grande de mi estudio-oficina en Stonewell.


—Sí.


—Tener esta imagen mía realmente significa mucho para ti, Pedro. —Inclinó su cuerpo hacia el mío mientras juntos veíamos la imagen.


—Oh, sí.


—¿Por qué? —Pregunté.


—Bueno, esta imagen fue la primera parte de ti que mis ojos alguna vez contemplaron. Vi esta foto y supe que tenía que tenerla. Fue un momento decisivo que no puedo explicar correctamente, pero que lo entiendo perfectamente.


Acaricié sus brazos lentamente de arriba hacia abajo, dejando caer mis labios en la base de su cuello. La rocé con mi lengua para saborear su piel, amando cómo se inclinó y expuso su cuello para mí. Tan generosa todo el tiempo, nunca dejaba de sorprenderme.


—Nunca había conocido a un coleccionista antes de esa noche que te conocí —dijo con nostalgia—. La idea de que habías comprado mi retrato y luego te había conocido en persona… fue un momento muy decisivo para mí, también. Esa noche, tú ahí parado en tu traje gris oscuro, la manera en que me miraste a través de la habitación, fue algo que nunca olvidaré mientras viva.


Sus palabras se dispararon directamente hacia mi centro.


—No podría olvidar ese momento aún si lo intentara, Paula. Arde en mi memoria.


—¿Por qué, Pedro?


—Ven aquí. —La giré de forma que podía ver en esos hermosos ojos marrón-verde-gris y froté mis pulgares sobre sus pómulos—. No podría olvidarte esa noche porque cuando te vi en persona por primera vez... volví a la vida de nuevo.


Sus ojos consiguieron una mirada vidriosa. Cuando sentía una gran cantidad de emoción lo veía en ella, así que sabía que mis palabras significaban algo para ella. Eran ciertas. 


Ver a Paula esa primera vez... me trajo a la vida de alguna manera, de alguna forma, y nada de eso fue planeado o era lo que esperaba. Simplemente sucedió así.


—Es verdad. Me hiciste querer vivir, en un momento cuando supe que realmente nunca había pensado en ello, o me había preocupado por ello, por lo que el futuro me deparaba —repetí.


—Te amo, Pedro.


—Te amo más, mi hermosa.


Su expresión cambió de emoción a algo más. Algo tan maravilloso en mi opinión, una mirada seductora de te-deseo.


—Así que, dijiste algo sobre tener planes para mantener mi boca ocupada —canturreó en voz baja, sus ojos oscureciendo mientras bajaba los párpados ligeramente.


—¿Te estás ofreciendo, nena? —Me las arreglé para preguntar sin que mi voz se entrecortara demasiado.


Ella se arrodillo sobre la gruesa alfombra oriental debajo de nosotros, y me dio la respuesta más excelente. Con su igualmente excelente y muy ocupada boca.

3 comentarios:

  1. Wowwwwwwwwww, espectaculares los 5 caps!!!!!!!!!!!!

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  2. Hermosos capítulos! q terrible para Pedro lo q tuvo q vivir en esa guerra! Ahora se va entendiendo más todo... Q bueno q encuentren en el uno al otro la cura!

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  3. Se estan curando uno al otro !! Lindos capítulos.. que será la lechuguita ? Nene o nena ?

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