lunes, 15 de septiembre de 2014

CAPITULO 206




PAULA



12 de enero


Londres


REGRESA a mí…


Estoy justo aquí, Pedro. Siempre. Solo tienes que regresar a mí cuando estés listo. Estaré aquí esperando por ti con Olivia-Teo. Te necesitamos. Te necesito para poder hacer esto. Solo te necesito y nunca te dejaré ir. Nunca lo haré.


Permanecí con mi hombre junto a su cama en el hospital. 


Regresa a mí, cariño. Era el mismo hospital al que había venido a visitar a Facundo. Sin embargo, estaba tan agradecida. Él estaba aquí conmigo ahora, y podía tocarlo, verlo y los médicos podían ayudarlo. Pablo movió algunos hilos importantes con alguien y arregló todo para que Pedro fuera trasladado en helicóptero a Londres. Tomas también ayudó. No sé qué hubiera hecho sin estos dos. 


Sabía que las personas podían hacer que las cosas fueran hechas. Si Pedro estuviera atrapado en Suiza en este momento, donde no podría dejarlo, necesitaría ser atada.


Creo que Horacio y Maria estaban a punto de ordenarme que fuera a casa pero no iba a ir a ningún lugar. Ellos finalmente se fueron a conseguir comida y dijeron que regresarían más tarde. Podrían quejarse y probar sus fuertes tácticas del ejército todo lo que quisieran en mí, pero no serviría de nada. Sabía dónde tenía que estar. No voy a dejarte, mi querido. Voy a estar aquí cuando despiertes.


Aun así, no podía hacer mucho por él. El hospital tenía todo cubierto. Puntadas para cerrar la herida al lado de su ojo derecho, en la parte superior de su pómulo. Él tendría una cicatriz allí ahora. La cirugía para reparar su pierna
izquierda. La tibia y el peroné se fracturaron, pero ahora estaban arreglados, y se curarían rápido debido a los clavos que habían puesto en sus huesos. Mi hombre estaba simplemente “durmiendo” en este momento. Necesitaba un profundo descanso para que su cuerpo pudiera regenerarse.


Así que me senté a su lado y lo llamé para que regresara a mí. Recibí el mensaje que me dejaste en el teléfono de Christian. Él fue muy dulce y estaba muy preocupado por ti.


 Llamó y me habló porque no quería que me asustara por el mensaje de texto que me enviaste desde su teléfono. Me dijo lo que había pasado, cómo querían hacer una carrera en zona agreste, y cómo les dijiste qué hacer si se metían en problemas allá arriba. Él dijo que hicieron todo lo que les instruiste hacer, y debido a ello, todos estaban bien. Se siente terrible de fueras el que resultó lesionado…


Sentí una mano pesada descansar en mi hombro.


—Tenían sabor mora. Espero que esté bien. —Tomas empujó una taza de té caliente hacia mi mano—. Oh, y también conseguí esto para ti. —Me tendió una barra de proteína—. Cómela, por favor.


Poco a poco, levanté mis ojos en estado de shock. Sus palabras —el gesto, era casi idéntico. Miré a Tomas donde estaba de pie frunciéndome el ceño. Alto y con los ojos verdes, con el cabello más largo —justo tan guapo como su primo, pero diferente. Tomas tenía una mirada un poco más refinada, donde Pedro fue bendecido con una dureza que lo hacía parecer un poco más fuerte. ¿Pero la genética que compartían? Tan claramente visible como agua en un vaso. Ellos eran de la misma sangre y de la misma opinión.


Tomas ofreciéndome una barra de proteína me trajo recuerdos vívidos de esa primera noche, cuando Pedro me llevó a casa desde el espectáculo de Oscar, todo en una fracción de segundo. Podía oler su aroma y sentir la calidez de los asientos con calefacción del Rover. Podía verlo perfectamente en mi mente, la forma en que había puesto esa barra de proteína en mi rodilla y había esperado a que me la comiera antes de que moviera el carro. La actitud de “no-jodas-conmigo”. Y la fuerte dosis de dominación persuasiva que no podía negar. Regresa a mí, Pedro


—Está bien. —Asentí, y sentí mis ojos llenarse de lágrimas, luchando por mantenerme entera, queriendo ser fuerte por Pedro.


—Buena chica —dijo él en voz baja, tirando de mí hacia un lado en una silla—. Él tendría una rabieta si pensara que no fuiste bien cuidada.


—Lo sé —dije tristemente, tomando un bocado y masticando. Sabía como aserrín, pero me la comí de todas formas, y tomé un sorbo de té. Mi ángel mariposa necesitaba comida incluso si yo no quería ninguna.


—Gracias, Paula —dijo él con una sonrisa amable. Este era un lado diferente de Tomas, el que estaba viendo junto a la cama de Pedro. Tomas Everley era una devastadora combinación de sexy encanto mezclado con cinismo ingenioso, pero no en este momento. Era evidentemente obvio que también estaba preocupado por Pedro. Ellos se comportaban más como hermanos que como primos, pensé, y siempre había sentido eso con ambos. Eran hermanos en su corazón, donde importaba.


—La primera noche que conocí a Pedro me compró una barra de proteína y me hizo comerla —le dije.


Sentí que las lágrimas caían por mis mejillas y traté de limpiarlas con el dorso de mi mano.


Tomas puso su brazo alrededor de mí y me acercó a su lado.


—Él te ama demasiado. Sé que está luchado para regresar. Lo conozco. Sé cómo funciona su mente. P está luchando para regresar a tu lado en este momento, Paula.


Asentí en acuerdo. No podía hablar, lo único que podía hacer era creer. Las palabras de Tomas eran mi cuerda salvavidas hacia Pedro ahora mismo, y no podía permitirme cualquier otro tipo de pensamientos o dudas.


Así, nos sentamos juntos, y le dimos a él un poco más de tiempo para que volviera a nosotros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario