lunes, 15 de septiembre de 2014

CAPITULO 205



PEDRO



Suiza


VERDE neón quemaba en mis ojos. ¿Qué diablos? Traté de empujar lo que sea fuera de mi rostro, pero no se movió.


—Pedro… oh, mierda, hombre. Solo nos tomó un tiempo encontrarte.


—¿Qué? —traté de enfocar, pero el maldito sol se estaba ocultando y la luz era malditamente brillante. Todo lo que podía ver era el resplandor y la electricidad de las llamas verdes —el color me recordaba la chaqueta de Christian cuando él se lanzó hacia abajo de la montaña delante de mí, justo antes de…


—¿Eres tú, Christian? Estás bien —balbuceé—, eso es bueno. —Estaba tan aliviado de que él hubiera sobrevivido que podría haber besado a la pequeña mierda, si incluso pudiera sentir mi rostro. El rey todavía tenía a su heredero. Jodidamente gracias—. Dime, quiero saber… ¿si los otros chicos lo lograron?


—¡Sí! Lo logramos y tú también, Pedro.


¿Lo había hecho? No se sentía como eso en absoluto.


—Pero estoy aquí arriba en esta montaña y no puedo caminar, mi pierna está jodida. —Me alegraba que Christian y los chicos estuvieran bien, pero no veía cómo conseguiría salir de este lío intacto, especialmente si no era pronto. 


Estaba en muy mal estado y lo sabía. Realmente no podía ver el rostro de Christian, todo estaba muy borroso y yo estaba cansado… tan cansado.


—Lo sé —dijo él, antes de presionar algo duro contra mis labios—. Bebe esto. Te ayudará.


Succioné un poco de líquido, pero no podía decir lo que era. 


No podía sentir mucho, solo agotamiento. Entonces me acordé de lo que tenía que hacer. Más importante que nada. 


Empujé la bebida lejos.


—Pero… ¿tienes un teléfono móvil contigo, Christian? El mío se ha perdido. Tengo que decirle… a mi esposa, necesito dejarle un mensaje…


—Espera, Pedro, ellos están viniendo a buscarte. Vas a estar bien, hombre.


—No… Tengo que llamar a Paula. ¡Ahora! —Necesitaba desesperadamente hacerlo entender.


—No hay celular. No llegará a ella.


—Eso está bien… lo enviaré una vez que consigas cobertura de servicio. Mensaje de voz… eso… funcionará… —Traté de llegar a él para hacerlo entender—. Ayúdame, por favor.


—Está bien, Pedro, está bien. ¿Cuál es su número?


Dije los números cuidadosamente porque no quería cometer un error. Esto era tan importante, y no quería joderlo.


—Ahora, ponlo para voz… y déjame hablar.


Christian puso la cosa en mi mano, la cual era difícil de agarrar con los guantes, pero me ayudó a sostenerlo y me dijo cuándo empezar a hablar.


—Paula, nena… no quiero que te asustes o estés triste, ¿de acuerdo? Te amo y ahora mismo soy feliz. Muy, muy feliz… porque conseguí estar contigo… y te amo. Todavía estaré aquí, solo amándote desde otro lugar y también a nuestra pequeña Olivia-Teo. —Me esforcé para mantener la compostura para terminar mi mensaje, pero era tan difícil decir adiós. ¿Cómo incluso era posible que tuviera que hacer una cosa así? Pero de todos modos necesitaba decírselo. Nada iba a detenerme—. ….Me hiciste real, mi hermosa, y te amo por eso, y siempre lo haré… hasta el final de los tiempos.


Allí. Me las había arreglado. Ella lo escucharía de mí una última vez, y sabría… mi verdad.


Ahora, podría cerrar los ojos e irme a dormir. Tan desesperadamente cansado…


Floté por un tiempo, pacíficamente a la deriva… en alguna parte, no sé dónde. Una idea llegó a mí y recordé a mi mamá. Conseguiría verla de nuevo, y esa era una idea muy agradable. Me sentía inusualmente libre y ligero, como si estuviera siendo sostenido por… algo luminoso


¿Alas?


Pero eso era exactamente lo que se sentía —alas sosteniéndome, acunando mi espalda. Sedosas plumas fluían en dos arcos. Suaves, pero tan poderosamente fuertes. Me di cuenta de a quién le pertenecían después de un tiempo. Eran alas de ángel.


Estaba siendo sostenido por un ángel.

No hay comentarios:

Publicar un comentario