domingo, 9 de febrero de 2014

CAPITULO 6



la hermosa piel marrón de Oscar lucía realmente bien
sobre la camisa amarillo pálido envuelta sobre su cuerpo
musculoso. La confianza brotaba de Oscar en todos los
aspectos de su vida. Totalmente optimista. Me gustaría
ser más como él. Yo daba lo mejor de mí, pero digamos
que lo mejor de mí apestaba.
—Así que ese tipo, Pedro, intenta follarte, ¿eh? Vi cómo te miraba,
Paula. Él nunca dejó de mirarte —murmuró Oscar—, no es que lo culpe.
Oscar siempre ha sido así de dulce. Mi chico indicado cuando
necesito un hombro. Es entrometido, sin embargo. Intenté toda la noche
mantener la conversación en el tema de su exposición de fotografía y la
galería, pero seguía dirigiendo la conversación de nuevo a Pedro.
—Sí, bueno, tiene una manera de conseguir la sartén por el mango y
no me gusta, Oscar—metí mi patata a la francesa —. Me niego a llamar-
metí una patata frita en un poco de aderezo y la llevé hasta mi boca—. Y
gracias por hacer de mí una mujer enorme mentira hasta que has llamado.
Oscar señaló una patata y me sonrió. —Así que esa es la razón por la
que casi me abrazaste a través de mi teléfono.
Tomé un trago de mi sidra, ya sin hambre de hamburguesa y
patatas fritas. —Gracias por la invitación, amigo. —Incluso a mis oídos
soné como una pesada.
—Bueno, ¿por qué no sales con él? Es sexi. Te desea mucho.
Ciertamente, puede darse el lujo de darte un buen rato. —Oscar tomó mi
mano y apretó sus labios suaves en mi piel—. Necesitas un poco de
diversión, amor, o algo de sexo. Todo el mundo tiene que vivir poco de vez
en cuando. ¿Cuánto tiempo ha pasado?
Cogí la mano de él y tomé otro trago de Sheppy. —No voy a hablar de
la última vez que follé, Oscar. Te estás pasando de la raya.
Me dio una mirada paciente. —Sin duda necesitas un orgasmo,
querida.
No hice caso de su comentario. —Es simplemente tan… bueno, yo…
él es… el hombre es jodidamente intenso. Sus palabras, las cosas que
hace, la ceja levantada, los ojos azules… —apunté con mi dedo a mi
cabeza como un revólver y apreté el gatillo—. No puedo pensar cuando
empieza a darme órdenes —vi que Oscar había apartado también el plato —.
¿Estás listo para irte?
—Sí. Vamos a llevar a casa esa vagina sexualmente frustrada.
Quizás consigas una cita con tu vibrador y eso te ayudará.
Le di una patada a Oscar por debajo de la mesa.
Durante el viaje en taxi hasta mi casa, pensé en la noche anterior en
el coche de Pedro. Yo, obviamente, me había sentido lo suficientemente
cómoda para dormir. Esa había sido una enorme sorpresa . Nunca había
hecho cosas como estás. Nunca. Con mi historial, bajar la guardia con
extraños no estaba en el menú, sobre todo el asunto de dormir. Entonces,
¿por qué lo había hecho con Pedro? ¿Era su magnífico aspecto? En
realidad, solo había visto su rostro, pero podría decir que bajo el traje de
seda estaba bien construido. El hombre tenía el paquete completo. ¿Por
qué yo cuando podría tener a quién quisiera?
—Así que, ¿estás contratada para una sesión de estudio mañana en
lo de Lorenzo?
—Sí —abracé a Oscar—. Gracias por la referencia, cariño, y la cena.
Eres el mejor —le di un beso en la mejilla—. Ve con dios, hombre sexy.
—¡Me encanta cuando me hablas en español, bebé! —Oscar hizo
señas con las manos hacia su pecho—. ¡Sigue haciéndolo! Quiero
impresionar a Ricardo la próxima vez que esté en la ciudad.
Dejé a Oscar en el taxi con una sonrisa en el rostro, soplando un beso.
Me dirigí a mi departamento, que me encantaba y adoraba, estuve en la
ducha en menos de cinco minutos, y en pijama en otros diez después de
eso. Acababa de poner mi cepillo de dientes en el soporte cuando mi
teléfono sonó. Miré la pantalla. Mierda. Pedro.
Presioné aceptar y reuní el coraje para hablar. —Pedro...
—Me gusta cuando dices mi nombre, así que supongo que te
perdonaré por colgarme hoy —su voz pausada y elegante se apoderó de mí,
aumentando mi conciencia de su masculinidad y la promesa de sexo al
instante.
—Lamento eso —esperé a que él dijera algo más, pero no lo hizo.
Todavía no había accedido a salir con él y ambos lo sabíamos.
Finalmente, preguntó—: Entonces, ¿cómo estuvieron tus planes esta
noche? —podía imaginar esa boca formando una línea firme de molestia.
—Estuvo bien, bien. En realidad, acabo de llegar... de la cena.
—¿Y qué pediste de cenar, Paula?
—¿Por qué lo quieres saber, Pedro?
—Para poder saber lo que te gusta —¡y justo así, lo hizo de nuevo!
Venciendo mi actitud defensiva con algunas palabras y dejando caer
algunas insinuaciones sexuales, como siempre. Y haciéndome sentir como
una perra frívola.
—Pedí una hamburguesa sin carne, patatas fritas y sidra. —Sentí
como me relajaba un poco y suavicé mi tono.
—¿Vegetariana?
—No, en absoluto. Me encanta la carne —quiero decir— como...
carne... todo el tiempo —Querido señor. La breve sensación de relajación se
desvaneció al instante y volví a tropezar con mis palabras como una
adolescente.
Pedro se rió en el teléfono. —Así que, ¿una buena selección de
carnes y sidra en el menú está bien para ti?
—Oye, yo nunca dije que saldría contigo —cerré mis ojos.
—Pero lo harás —su voz me hizo algo. Incluso a través del teléfono,
sin sentido de la vista, me obligó a querer llegar a un acuerdo justo para
verlo de nuevo. Para verlo otra vez. Olerlo de nuevo.
Gemí en el teléfono. —Me estás matando aquí, Pedro.
—No —se rió en voz baja—, ya hemos establecido que no soy un
asesino en serie, ¿recuerdas?
—Así que asegura, Sr. Alfonso, que si me mata, será el número
uno en la lista de sospechosos.
Rio y su sonido me hizo sonreír. —Entonces, ¿has estado hablando
con tus amigos de mí?
—Tal vez llevo un diario secreto y he escrito sobre ti. La policía lo
encontrará cuando busquen pistas en mi casa.
—La Srta. Chaves tiene gusto por lo dramático. ¿Toma clases de
actuación en la escuela?
—No. Sólo ve un montón de episodios de CSI.
—Bueno, estoy imaginándomelo todo ahora. Carne, cidra y Redes de
Investigación y Crimen. Una bonita mezcla ecléctica que tienes a tu favor...
entre otras cosas —dijo la última parte en voz muy baja, la sugerencia de
sus palabras me golpeó directamente entre mis piernas—. Entonces,
¿Dónde te recojo mañana después de tu sesión de fotos?
—Es una sesión de estudio, así que en la Agencia de Lorenzo,
décimo piso del edificio Shires.
—Te encontraré, Paula. Envíame un texto cuando hayas terminado
y yo estaré allí. Buenas noches —su voz cambió, sonando más abrupto.
Oí un chasquido y luego el tono, dándome cuenta de que Pedro
había terminado la llamada esta vez. ¿Venganza por lo de antes? Quizás.
Pero mientras me metía en la cama y reproducía nuestra conversación en
la oscuridad, tomé conciencia del hecho de que él se había salido con la suya otra vez. Tenía una cita con Pedro  mañana, y nunca había aceptado ir.

3 comentarios:

  1. buenísimos los capítulos,seguí subiendo.

    ResponderEliminar
  2. Me Encantaaaaa¡ pura pasión en el aire , mama mía ¡¡ ;)

    ResponderEliminar
  3. Me encantaron! Cuanta pasión con solo hablarse! No quiero saber cuando estén juntos finalmente... o sí! ;) jajaja

    ResponderEliminar