lunes, 10 de febrero de 2014

CAPITULO 9



Su pulgar acarició mi mandíbula. —¿Por qué queremos las cosas?
Es por la manera que reacciono ante ti —Sus ojos me recorrieron y
adquirieron esa mirada nublada—. Ven a casa conmigo. Quédate conmigo
esta noche, Paula.
—De acuerdo —Mi corazón latía tan rápido que estaba segura de que
Pedro podía oírlo. Y así de sencillo accedí a algo que sabía que me
cambiaría la vida. Para mí, así sería.
Apenas las palabras salieron de mis labios vi a Pedro cerrar los ojos
por un instante. Y luego todo fue un borrón de actividad para marcharnos;
todo en contraste marcado a la sensual conversación que estábamos
teniendo. En minutos pagó la cuenta y me llevó a su auto. El toque firme
de Pedro en mi espalda me empujaba hacia delante, llevándome a un
lugar donde pudiera tenerme. A solas.

~*~

Pedro condujo hasta un hermoso edificio acristalado, asentado
sobre antiguas construcciones de Londres, era moderno pero reminiscente
de la Inglaterra pre-guerra en una forma elegante.
—Buenas noches, Sr. Alfonso —dijo el guardia uniformado, y me
asintió educadamente.
—Buenas, Javier —respondió suavemente. La presión de su mano,
siempre presente en mi espalda me llevó al elevador abierto. Tan pronto se
cerraron las puertas, me giró y puso su boca en la mía. Fue como en el
Edificio Shires de nuevo y sentí nuevamente el calor entre mis piernas. Y
comenzaba a comprender mejor mi compañero, también. Reservado en
público, Pedro era todo un caballero contenido, ¿pero con las puertas
cerradas? Mucho. Cuidado.
Sus manos estaban en mí esta vez. No me resistí mientras me
acorralaba en la esquina. Su toque me calentó inmediatamente. Pasó sus
dedos por mi cuello y luego metió una mano bajo la blusa para tomar un
seno. Jadeé al sentir sus manos cálidas acariciando mientras seguían
conociendo mi cuerpo. Me arqueé hacia él, ofreciendo mi pecho,
empujando mis senos más en sus manos. Encontró mi pezón bajo la tela y
presionó.
—Eres tan malditamente sexy, Paula. Estoy muriendo por ti —dijo
en mi cuello, su aliento acariciando mi carne.
El elevador se detuvo y las puertas se abrieron a una pareja de
ancianos esperando subir. Nos miraron y dejaron pasar el ascensor.
Intenté alejarme de él, poner un espacio entre los dos. Nuevamente, me
encontré anhelando a Pedro como una criatura queriendo aprovechar todo
el sol posible.
—No aquí, por favor, Pedro.
Su mano dejó mi pecho y reapareció de debajo de mi blusa. La dejó
descansar en mi cuello. Sentí su pulgar moverse en un círculo bajo mi
barbilla. Y luego me sonrió.
Pedro se veía feliz mientras me tomaba de la mano y la llevaba a sus
labios para besarla. Maldición, amaba que hiciera eso.
—Tienes razón, y me disculpo. ¿Me perdona, Srta. Chaves? Temo
que me hace olvidar dónde me encuentro.
Mi estómago saltó. Asentí porque no podía hacer otra cosa, y
susurré: —Está bien. —El elevador, bendito sea su corazón eléctrico,
siguió acercándonos a su piso. Me pregunté qué haría él apenas
llegáramos a su departamento. Pedro me tenía bajo su hechizo y yo estaba
segura de que él era consciente de ello.
Finalmente, el elevador se detuvo en el último piso, el suave pitido
revolviéndome el estómago de nuevo mientras Pedro ponía su mano en mí.
El hombre era hábil —me tocaba constantemente.
Usó las llaves para abrir las puertas de roble tallado y abrió una,
metiéndome en su mundo privado. Era una habitación hermosa, más
luminosa de lo que esperaba de un hombre. El cuarto principal tenía una
paleta de colores gris y crema, mucha madera y elementos decorativos
para un ambiente tan moderno.
—Esto es hermoso, Pedro. Tu casa es encantadora.
Pedro se quitó la chaqueta y la arrojó sobre un sofá. Tomando mi
mano en la suya, me llevó hasta una pared de ventanas y a un balcón que
daba a las impresionantes luces de la ciudad de Londres.
Pero luego me giró fuera de la vista desde la ventana de cristal hacia
él, y yo di unos pasos hacia atrás. Él sólo me miró fijamente por un
momento.
—Pero nada es tan hermoso como que estés aquí, ahora mismo, en
mi casa, delante de mí. —Negó con la cabeza, viéndose casi desesperado—.
Nada se puede comparar.
Sentí la imperiosa necesidad de llorar por alguna razón. Pedro era
tan intenso y mi pobre cerebro luchaba por absorber todo mientras él
comenzaba a moverse hacia mí, lentamente, como un depredador. Yo
había visto el movimiento antes. Podía ir rápido, lento, duro, suave —de
cualquier manera, y hacer que él se viera sin esfuerzo.
Mi ritmo cardíaco se aceleró mientras se acercaba. Cuando estuvo a
pocos centímetros de mí, se detuvo y esperó. Tuve que levantar la cabeza
para mirarlo a los ojos. Ya que era mucho más alto que yo, pude ver su
pecho subiendo con su propia respiración. Me sentí bien al saber que
estaba afectado por esta atracción como yo.
—Yo no soy así de hermosa... es sólo la lente de la cámara —dije.
Él alcanzó mi suéter verde, desabrochó el botón, y lo deslizó hacia
abajo por mi espalda hasta que aterrizó con un suave chasquido en su
brillante piso de roble.
—Te equivocas, Paula. Eres hermosa todo el tiempo. —Fue hacia el
dobladillo de mi blusa negra de seda y la sacó por encima de mi cabeza.
Levanté mis brazos para ayudarlo.
Quedé de pie frente a él, con mi sostén de encaje negro mientras me
devoraba con apasionados ojos azules. Con el dorso de sus dedos acarició
mis hombros y trazó la elevación de mi pecho. El toque reverente me hizo
ansiar más y no perder más tiempo.
—Pedro... —Me incliné hacia delante ante la caricia de sus dedos.
—¿Qué, cariño? ¿Qué es lo que quieres? —Inclinó la cabeza hacia un
lado y expuso mi cuello. Me besó allí. La combinación de su vello facial y
esos labios suaves me electrizaban. Las sensaciones placenteras crecieron
hasta el punto en que me perdí totalmente en la necesidad. El punto de no
retorno había pasado para mí. Lo deseaba. Mucho.
—Quiero… Quiero tocarte.
Llevé mis manos a su camisa de etiqueta blanca y aflojé la corbata
púrpura. Me sostuve ligeramente y me miró fijamente mientras desanudé
la seda, firme como una cuerda de arco listo para romperse. Mis dedos
trabajaron en el nudo y en un minuto tuve la corbata deslizándose para
unirse a mi suéter en el suelo. Empecé a desabrochar su camisa.
Él siseó cuando mis dedos tocaron su piel expuesta.
—¡Sí, joder! Tócame.
Tiré su fina camisa encima de la creciente pila en el suelo. Miré su
pecho desnudo, por primera vez, y casi lloré. Pedro era fuerte, con
músculos y los abdominales marcados que se fundían en la V más erótica
que jamás había visto a un hombre.
Me incliné hacia delante y toqué con mis labios el centro de su
pecho. Puso sus manos a ambos lados de mi cabeza y me sostuvo, como si
nunca fuera a dejarme ir. Su fuerza y dominación era bastante clara.
Cuando se trata de sexo, Pedro era el encargado. Y extrañamente, me
tranquilizó entender esto. Me encontraba a salvo con él.
Se movió hacia abajo para arrodillarse, con las manos deslizándose
por mis caderas y mis piernas. Cuando llegó a mis zapatos, tiró uno
primero y luego el otro y los quitó con dulzura de mis pies. Sus manos se
deslizaron de nuevo hasta la cintura de mis pantalones de lino. Tiró del
cordón y aflojó el lazo y luego los arrastró al piso. Sujetó mis piernas
mientras yo salía del montón arrugado de ropa y luego me besó justo
encima de la cintura de mis bragas. Mi vientre revoloteó un poco más y el
dolor entre mis piernas se hizo más fuerte. Pedro llevó los dedos al encaje
negro y deslizó hacia bajo el elástico. La deslizó y luego me quitó la prenda.
Desnuda a sus ojos, se quedó mirando mi coño e hizo un ruido
primitivo y muy urgente, y luego levantó la mirada a mi rostro de nuevo.
—Paula... eres tan hermosa que no puedo… mierda, no puedo
esperar…
Rozó sus dedos sobre mi estómago y las caderas y me atrajo hacia
sus labios y los presionó directamente sobre mi coño desnudo. Me
estremecí por el toque íntimo que me mantenía cautiva y a la espera de lo
que vendría después.

3 comentarios:

  1. mamamiaaa! que intenso por dios !! lo que nos espera ja ja ja , esta genial la novela, este Pedro es puro fuego y Pau no se queda atras ;)

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  2. wow intensos y buenísimos los capítulos,me encantaron!!!

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  3. buenisima la novela y es muy intenso , espero leer el proximo capitulo

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