jueves, 13 de marzo de 2014

CAPITULO 110



—Te quiero. —Me desperté con esas palabras que salieron de los labios de
Pedro. Estaba de vuelta en el sofá, pero esta vez estaba tumbada. Pedro se
encontraba de rodillas en el suelo y me acariciaba la cabeza y el pelo con
muchísima preocupación en los ojos—. Has vuelto… —Cerró los ojos y
luego los volvió a abrir. Parecía bastante conmocionado, probablemente
igual que yo. Ponte a la cola, colega. Acabo de hacer un viaje astral. Ya
podía tacharlo de mi lista de cosas pendientes.
Recordé.
Y el peso del conocimiento me comprimió el pecho hasta que jadeé, cogí
una bocanada de aire y traté de incorporarme con dificultad. Pedro me
mantuvo tumbada y me hizo callar. La necesidad de escapar era muy
grande. Era como si mi subconsciente supiera que el pánico no ayudaría en
absoluto pero, como con una adicción, lo haces de todas formas aunque
sabes que solo empeorará las cosas.
Negué con la cabeza.
—No, Pedro. No estoy embarazada. Me tomo la píldora y nunca se me
ha olvidado…
Él siguió acariciándome el pelo con una mano y apoyó la otra en mi
hombro.
Le daba miedo que fuese a salir corriendo. Conozco a Pedro y a veces
puedo ver lo que está pensando. Me estaba aguantando en ese sofá para que
no pudiese abandonarlo, o escapar, o levantar el vuelo, o salir huyendo.
Eres un hombre muy sabio, Pedro Alfonso.
Porque eso es justo lo que quería hacer.
—Recuerda lo que te acabo de decir, Paula. —Su voz era firme pero
también vulnerable. Podía notar la preocupación en ella.
—¿Que me quieres? —Asintió con la cabeza lentamente, sin quitarme
las manos de encima—. Pero no estoy embarazada —insistí—. Deja que
me levante.
—Paula, tienes que hacerte un test y entonces lo sabremos con
seguridad. Luciana y Angel creen que podrías… —Fue bajando la voz,
parecía muy inseguro—. Luciana me ha ayudado a comprar unos test de
embarazo en la farmacia para que…
Le empujé con fuerza.
—¡Suéltame!
—Paula…, cariño, por favor, escúchame…
—Suéltame. ¡Ahora!
Retrocedió. Me senté y crucé los brazos bajo el pecho. Tenía tanto calor
y sed y me sentía tan mal en aquel momento que no era capaz de pensar
con claridad.
—No pierdas los papeles, ¿vale? Tenemos que discutir esto como
adultos. —Le hacía ruido la mandíbula al rechinar los dientes.
—Sí. —Le miré con desprecio—. Discutirlo. Eso habría sido una buena
idea antes de que les hablaras de mí a tu hermana y a Angel. ¿¡Pedro!?
¿Por qué has hecho eso? ¿Por qué?
—No lo he hecho. No tenía ni idea. Luciana sacó el tema y luego Angel se
involucró. Creen que podrías estar embarazada. Los vómitos de anoche,
que estés siempre con sueño y… otras cosas.
—¿Qué otras cosas?
Daba la sensación de que Pedro preferiría tragarse un puñado de cristales
antes que tener esta conversación conmigo en este momento.
Hizo una mueca.
—¿Puedes simplemente hacerte el test?
—¡No! ¡No voy a hacerme un test simplemente porque tú y tu familia
piensen que debería! ¡¿Qué otras cosas?! —La irracionalidad que sabía que
debía controlar estaba atravesando la barrera de seguridad. Bienvenida al
país de los horrores. Por favor, deje el coche en el aparcamiento. Está
realmente jodida y diríjase a la puerta principal, donde la recibirá su peor
pesadilla.
Él puso las manos en mi pecho, me cogió una teta con cada una y apretó.
Me doblé del dolor y el pánico subió otro escalón. Recordaba ese tipo de
dolor de antes. Lo había sentido anteriormente. ¡Noooooo!
Le aparté las manos con brusquedad.
—¡¿Has hablado de esto con ellos?! ¡Oh, Dios mío!
—No ha sido así, Paula. No he hablado de ti. Luciana simplemente
supuso algunas cosas y cuando le pedí explicaciones me habló sobre los…
síntomas. —Bajó la voz—. Tienes todos esos síntomas. Vomitas y duermes
la siesta y te duelen… —Hizo un gesto hacia mi pecho y se quedó en
silencio; la cautela de su voz me hacía sentirme como una cerda otra vez.
Sabía que podía sacar la mala leche en cuestión de segundos cuando la
ocasión lo mereciese. Esta podía considerarse una de esas ocasiones.
Me incliné hacia delante, enterré las manos en mi pelo y me quedé allí
sentada sin más, mirando al suelo mientras intentaba procesar la
información. Pedro me dejó tranquila, algo muy bueno porque quería
tirarme a su yugular y morder como lo haría un animal encerrado.
Síntomas… Mis reglas nunca son abundantes y se me había retirado por
completo en otras ocasiones. Mi médico me aseguró que era normal por el
tipo específico de píldoras anticonceptivas que tomo, así que nunca me
preocupé por ello. A decir verdad, nunca tuve que preocuparme, porque
¡cuando no te estás acostando con nadie no tienes que preocuparte por
quedarte embarazada! Antes de Pedro, el sexo era esporádico y siempre
con protección. No era tan tonta como para dejar que un tío no se pusiera
un preservativo cuando no nos conocíamos bien. Entonces ¿por qué lo hice
con Pedro, tonta del culo? Joder, Pedro solo había utilizado preservativo
una vez. Una. Montones y montones de oportunidades para que esos
pequeños nadadores encontrasen la forma de entrar. De nuevo, soy tonta
del culo.

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