miércoles, 19 de marzo de 2014

CAPITULO 126



Pablo se sentó frente a mí y parecía más afectado de lo que le había visto en
toda mi vida.
No le culpaba, en realidad. Decirle que ya no necesitábamos
preocuparnos de si habían envenenado la comida o la bebida de Paula en
la gala había sido tan solo el principio de su conmoción.
—¡No me jodas!
—He esperado una semana para decírtelo. Aún no se lo hemos contado a
nuestras familias y ella lo está pasando muy mal con las náuseas.
Giró la cabeza con un gesto de preocupación.
—¿Eres tú, Pepe? Deberías oírte hablar.
—¿Qué?
No podía esperar a que Pablo estuviese en mi situación. Dios, él se iba a
casar en un par de meses y apostaría lo que fuera a que no pasaría mucho
tiempo antes de que entrase en mi despacho como si le hubieran dado un
golpe fuerte en la cabeza.
—Actúas como si no fuese nada. Vas a ser padre, colega.
—Bueno, ¿qué quieres que diga? No es que planeásemos que su píldora
fallara, y en realidad no cambia nada entre nosotros —contesté sonriendo
—. Gracias por la aclaración. Estoy al tanto.
A Pablo se le dibujó una sonrisa.
—Estás encantado —dijo riendo y sacudiendo la cabeza—. Estás
encantado con esto, ¿verdad?
Lo estaba y no había razón para mentirle.
—Sí, lo estoy. Además me voy a casar con ella. Y ocurrirá antes de que
tú y Eliana lo hagan —le desafié, y él levantó las cejas—. Cuanto antes
hagamos el anuncio, mejor. Dejemos que el senador y los idiotas que le
rodean lo lean en la prensa rosa. ALFONSO SE CASA CON UNA MODELO
AMERICANA, EL PRIMER NIÑO ESTÁ EN CAMINO . Cuanta más publicidad, mejor.
¿Qué tal: MODELO AMERICANA EMBARAZADA SE CASA CON UN ANTIGUO
CAPITÁN DE LAS FUERZAS ESPECIALES ENCARGADO DE LA SEGURIDAD DE LA
FAMILIA REAL ? Eso suena algo mejor, creo. La lista de invitados será
impresionante, puedo prometértelo. Todo famoso que conozca recibirá una
invitación. Cuanto más alto sea su estatus, más les costará acercarse a ella.
¿Puedes imaginar que a un oficial norteamericano se le pillara poniéndole
la mano encima? Probablemente se declararía una guerra. Si quieren ver
hasta dónde puedo llegar estoy absolutamente preparado para joderles de lo
lindo. —Fingí una sonrisa.
Pablo asintió.
—Me alegro por ti, Pepe. Paula es tu cura. Cualquier persona con ojos en
la cara se daría cuenta. —Hizo una pausa antes de preguntar—: ¿Cómo se
ha tomado ella lo de ser madre?
No pude evitar el arrebato de orgullo que creció en mí cuando Pablo
preguntó eso último.
—Ya sabes cómo es Paula. Es muy prudente con las cosas importantes
y esta es una de ellas, pero sé que está tan asustada como cualquiera en su
lugar. ¡Joder, es aterrador!
Alcancé un Djarum Black y lo encendí.
—Sí, pero ustedes dos se las arreglaran para salir adelante, estoy
seguro —dijo Pablo antes de cambiar de tema—. ¿Qué tal lo hizo Leo
mientras estuve fuera?
—Bien. Firme, fiable. De hecho, se encuentra en el apartamento ahora
mismo e imagino que según se acerque a la ceremonia de inauguración,
estará con ella la mayor parte del tiempo. Voy a necesitarte para que te
encargues de todo esto cuando me ausente.
Leo era el sustituto de Pablo para vigilar a Paula. La llevaba en coche
donde necesitara ir y básicamente estaba al tanto de la entrada del
apartamento en el momento en que yo no estuviese allí con ella. No podía
ni quería arriesgarme a que se expusiera a nada. Cuanto más indagábamos
en la campaña del senador Pieres, más pistas apuntaban a la posible
implicación del senador en lo que ahora creo que fueron los asesinatos
astutamente encubiertos de Montrose y Fielding. Había pistas que
señalaban a que Fielding estaba muerto, pero no decían nada del cadáver, si
es que lo había. Pablo había identificado a los del Servicio Secreto rondando
por el apartamento abandonado de Fielding en Los Ángeles. Ese cabrón
había sido asesinado, apostaría mi Cruz de la Victoria.
—Hora de largarse, jefe. Es demasiado tarde para que estés por aquí y tu
chica está sola en casa —dijo Pablo.
—Estoy de acuerdo. —Suspiré ante la idea de las largas noches que me
esperaban las próximas semanas, di una larga calada al cigarrillo y lo
apagué. Realmente estaba progresando en eso de reducir el consumo. A
veces tan solo los dejaba consumirse sin llegar a fumármelos.
Pablo me dio unas palmaditas en la espalda al salir.
—Así que papá… En cuanto tengamos una oportunidad necesitamos
emborracharte para celebrarlo. Has dejado embarazada a tu chica y te vas a
poner los grilletes. —Sacudió de nuevo la cabeza como si siguiese sin
creérselo—. Tú no haces nada a la ligera, ¿verdad?
—Me temo que no —gruñí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario