domingo, 23 de marzo de 2014

CAPITULO 142



Dormí durante tres días seguidos una vez que regresamos a Londres. Lo
necesitaba, y volver a mi ambiente me ayudó muchísimo —le dije a la
doctora Roswell—. Estoy empezando el proyecto de investigación que me
han aprobado en la universidad y tengo buenos amigos a mi alrededor
ayudándome a organizar la boda.
—¿Cómo van los terrores nocturnos ahora que has dejado la
medicación? —me preguntó.
—Son erráticos. Empecé a tenerlos otra vez cuando dejé las pastillas,
pero con todo esto, ahora que mi padre ha muerto, han parado de nuevo.
¿Crees que se debe a que ahora mi cabeza está en otra cosa y eso ocupa el
lugar de lo que soñaba antes?
La doctora Roswell me observó con atención.
—¿La muerte de tu padre es peor que lo que te ocurrió cuando tenías
diecisiete años? —preguntó.
Guau. Esa era una pregunta importante. Y sobre la que nunca antes había
reflexionado. Mi primer impulso fue responder que por supuesto, que la
muerte de mi padre era peor, pero si era sincera conmigo misma, no creo
que fuera así. Ahora era adulta y podía ver las cosas con más madurez que
cuando era una adolescente; además había intentado suicidarme después
del vídeo de la violación. Ahora ni siquiera tenía pensamientos de ese tipo.
Quería vivir. Necesitaba vivir junto a Pedro y, sobre todo, cuidar de
nuestro bebé. No había más alternativa. Allí, sentada en el consultorio de la
doctora Roswell, en cierto modo todo se me iluminó en un momento.
Vislumbrar por fin la luz me ayudó a darme cuenta de que estaría bien.
Saldría de esta y la alegría volvería a mí, con el tiempo.
Negué con la cabeza y contesté a mi terapeuta con sinceridad.
—No. No es peor.
Anotó eso con su pluma estilográfica color turquesa tan bonita.
—Gracias por ayudarme a verlo todo claro, creo que por primera vez —
le dije.
—¿Puedes explicarme lo que quieres decir con eso, Paula?
—Creo que sí. —Cogí una bocanada de aire e hice mi mejor intento—.
Sé que mi padre me quería y que él sabía lo mucho que yo le quería
también. Tuvimos un tipo de relación en el que compartíamos nuestros
sentimientos todo el tiempo, de modo que ahí no hay remordimientos. Me
parte el corazón que nuestro tiempo se haya truncado de golpe, pero no hay
nada que se pueda hacer al respecto. Así es la vida. Mira Pedro, él perdió a
su madre cuando tenía cuatro años. Ellos básicamente no pasaron tiempo
juntos, y apenas la recuerda. Yo tuve a mi maravilloso y cariñoso padre
durante casi veinticinco años.
La doctora Roswell me dirigió una sonrisa radiante.
—Me hace muy feliz escucharte hablar así. Me temo que has descifrado
el código secreto. Muy pronto no tendré excusa alguna para seguir
mandándote una factura por mis servicios.
—Ah…, no, eso no pasará, doctora Roswell. No se separará de mí en
unos años. Imagine todos los remordimientos que tendré en cuanto sea
madre.
Ella rio con su dulzura habitual.
—Estoy deseando esas charlas —dijo mientras cerraba su cuaderno y
ponía la tapa a su pluma estilográfica—. Bueno, cuéntame esos planes de
boda. Quiero escuchar todos los detalles…




5 comentarios:

  1. muy buenos cap espero el siguiente besos

    ResponderEliminar
  2. esta muy linda la novela !! Pedro es un amor con ella ym me gusta como lo llaman al bebé "aceituna" jajajajajaja

    ResponderEliminar
  3. buenísimos los capítulos,me encantaron!!!

    ResponderEliminar
  4. Hermosos y tristes capítulos! Me puse al día! Muy triste lo de Miguel! Ojalá solo haya sido un accidente xq sino la culpa la va a destrozar!

    ResponderEliminar