domingo, 14 de septiembre de 2014

CAPITULO 204




PAULA




10 de enero


Londres


Pablo y Eliana no aceptaban un no por respuesta. Me tenían en su casa para la cena o iban a nuestra casa todas las noches desde que Pedro estaba lejos. Sabía que él había arreglado que ellos me cuidaran, y supongo que tenía sentido ya que estaban justo al otro lado del pasillo. Era algo bueno que ambos me encantaran tanto.


Pero eran recién casados, y necesitaban su tiempo a solas juntos, argumenté. Pablo y Eliana estaban tratando de hacer su propio bebé, y pasar el rato conmigo no les estaba haciendo mucho bien en esa sección. Cuando se los dije, ambos se rieron de mí e hicieron comentarios crípticos que tuve que preguntarme si ya lo habían logrado y simplemente no estaban anunciando la noticia todavía. Eso esperaba. 


Ambos eran tan perfectos juntos, y se conocían tan bien, había aprendido cómo habían formado parte de la vida del otro desde que eran niños. Los dos estaban destinados a estar juntos desde el principio. Me hacía muy feliz saber que el verdadero amor había triunfado para ellos.


La directiva de Pedro me molestaba, pero al mismo tiempo, era tan típica de él. Tan protector, cuidadoso… y cauteloso. Me preguntaba cómo le iba con el Príncipe Christian en los Alpes Suizos. Él había temido ir tanto como yo odiaba que se fuera. No habíamos tenido tiempo para trabajar en nuestro propio desliz y ése era la peor sensación para mí.


Extrañaba terriblemente a mi hombre y lo necesitaba de regreso en casa. Quería desahogar todo lo que Facundo me había dicho con él. Y esperaba oír cualquier cosa que Pedro estuviera dispuesto a compartir conmigo, para llevarnos de regreso a dónde habíamos estado antes de aquella horrible noche en que peleamos por cosas que no valían la pena, hiriendo al que amas. No para mí. Y, lo sé, tampoco a él.


Tacos de pollo con aguacate y salsa de maíz, eran mi nuevo alimento reconfortante de embarazada. Intenté conseguir que Pablo y Eliana abandonaran sus planes de cenar conmigo dos veces a la semana, pero no se lo creyeron, diciendo que amaban mi versión de comida mexicana. 


Bendiciones a sus corazones británicos. Porque la versión británica de comida mexicana apestaba, en mi opinión. Tal vez si mi carrera en conservación del arte fracasaba, podría hacer tacos callejeros y ganar una fortuna. Me reí por dentro ante de la idea de Pedro nunca permitiéndome entretenerme en tal cosa. Podría establecerme junto al puesto de periódicos de Marta en la calle de Seguridad Alfonso, y él podría bajar y tener su almuerzo.


Pablo amaba cocinar, así que era él quien me ayudaba en la cocina. Eliana estaba fuera en el cuarto del bebé trabajando en el mural que había planeado con su ayuda. Por el momento solo era un árbol con pájaros y mariposas. El color y el tema aún estaban por determinarse, una vez que supiéramos si era niño o niña… Teo u Olivia.


—¿Sabes que esta fue la primera comida que le hice a Pedro? —Metí un trozo de aguacate en mi boca y lo saboreé—. Él trajo consigo algunas cervezas XX, y terminó siendo adicto a la cerveza y a la comida mexicana —dije.


—Lo sé —respondió Pablo con una sonrisa, mientras añadía algunas especias al crepitante pollo—. Él hablaba de ti todo el tiempo. Decía que eras una brillante cocinera y que le dabas a probar cerveza XX con un trozo de limón.


—¿Lo hacía?


—Sí. Supe que él estaba hecho para ese punto. No por la comida mexicana, sino debido a la cerveza. Terminó con el récord Guinness prácticamente toda la noche —dijo con un chasquido de sus dedos y una abatida sacudida de cabeza.


—Ese sería Pedro para ti. Él toma una decisión sobre algo y eso es todo. —Suspiré lastimosamente, pensando en nuestros “problemas” sin resolver.


Pablo dejó de cortar los jitomates y levantó la mirada hacia mí.


—Regresará pronto a casa, Paula. No hay ningún lugar en que el que quiera estar, excepto aquí contigo.


—Lo sé, pero se fue cuando las cosas… no estaban bien entre nosotros. ¿Sabes por qué, Pablo? —pregunté, dándome cuenta de que era completamente probable que él lo supiera.


Asintió. —Sí. Vi las fotografías de ti y Pieres en la cafetería. Publicidad de twitters es todo lo que era de esperarse en realidad.


—No pensé en esa parte. Solo era algo que tenía qué hacer, y cuando Pedro venga a casa le explicaré todo, pero simplemente no era el momento para mí en ese entonces, ¿sabes?


Los ojos marrones oscuro de Pablo eran cálidos y comprensivos.


—Ustedes dos lo arreglarán, Paula. Conozco a Pedro y no hay nada que él no haría por ti. Caminaría a través del fuego para volver contigo.


Ahogué un sollozo y trabajé en la salsa de maíz.


—Pablo, ¿cuál es el trato con Sarah Hastings? Cuando Pedro volvió a verla en tu boda, estaba realmente afectado por su presencia, y no en el buen sentido. Me dijo algo de lo que sucedió con su esposo, Mauro, y de lo horrible que su muerte fue para presenciar. Entiendo esa parte de su trauma… y, al mismo tiempo, no puedo imaginar lo devastador que es para él recordar cuando tiene una re experimentación de un hecho traumático.


—¿Sarah? Ella está bien y solo puedo suponer que tiene algo que ver con su terapia, pero él no lo ha dicho, y no voy a preguntárselo.


—Entiendo —dije sombríamente, dándome cuenta de que simplemente tendría que ser paciente con él, y esperar hasta que llegara el momento en que Pedro pudiera decirme qué papel jugaba Sarah en su salud emocional—. ¿Pedro te dijo sobre sus sesiones de terapia con el Doctor Wilson en el Centro para Combatir el Estrés?


—Lo hizo, Paula, y me alegra que finalmente haya conseguido algo en el camino del apoyo. Sé que solo es por ti que ha sido capaz de llegar hasta allí.


—Lo que le pasó fue tan horrible… —Me callé, incapaz de expresar mis sentimientos sobre lo que Pedro había soportado.


Pablo dejó de preparar la comida por completo.


—Fue malo, Paula, jodidamente malo.


—Sé que él se siente culpable, me lo dijo, pero ¿por qué? Haber sido capturado y torturado no fue su culpa.


Pablo bajó la cabeza y cerró los ojos solo por un momento. Se quedó con la cabeza gacha sobre la encimera de la cocina por un largo rato. Me imaginé que no me diría nada o no podría decirme nada debido a las estrictas reglas del Ejército Británico. Pero, finalmente, levantó su cuchillo y volvió a cortar verduras, y luego comenzó a hablar.


—No lo sé todo, pero sé lo suficiente para poner todas las piezas juntas. Compartió lo que pudo conmigo, y el resto lo sé porque escuché a través de los intercomunicadores cuando ellos llegaron —las comunicaciones entre la base y el escuadrón cuando estás en campo. Yo comandaba mi propio equipo, como Pedro lo hacía. Yo no estaba allí, solo P y sus hombres. Había cinco escuadrones y Mauro Hastings era uno de ellos. Ninguno regresó con vida. Mauro sobrevivió la emboscada junto con Pedro… y sabes lo que sucedió allí. P pasó por un interrogatorio una vez que estuvo de regreso, y me dijo que el día en que tenía planeado ejecutarlo, el edificio donde se encontraba fue bombardeado y quedó hecho un montón de escombros. Nadie sabe cómo P logró salir de allí con vida. Ni siquiera él lo sabe. Dijo que no tenía una explicación de cómo o por qué no fue aplastado por pedazos de la explosión. Fue algo verdaderamente milagroso.


Contuve la respiración mientras Pablo explicaba el “por qué” de muchas de mis preguntas. Cosas de las que Pedro simplemente no podía hablar. Ahora entendía por qué, y eso solamente destrozaba mi corazón por él y por lo que había tenido que sufrir.


—No me extraña que tenga alas de ángel en su espalda —susurré.


—Sí. —Pablo le dio al pollo otra removida y me dijo el resto—. La tortura de Mauro y su ejecución fue brutal, y sé que Pedro siente una enorme perdida y culpabilidad. Cree que debido a su llamada como comandante, los puso en peligro y como resultado de su decisión cinco hombres jóvenes perdieron la vida.


—Pero era la guerra. ¿Cómo lo que sucedió puede ser su culpa? —Sufría por Pedro aún peor que antes, y quería más que nada tener mis brazos alrededor de él, y su pecho, con su ferozmente valiente y hermoso corazón, golpeando contra el mío.


—La guerra es una mierda sin importar cómo la veas. Lo que les sucedió a sus equipos fue realmente indescriptible. Fueron atraídos por una madre muerta con la garganta cortada en medio de la carretera y con su hijo llorando histéricamente aferrándose a su cuerpo. Él no tenía más de tres años de edad. Horas pasaron y los comandos seguían llegando. Pedro quería entrar y rescatar al niño. Y después de muchas horas de negociación, finalmente le fue dado el visto bueno. Pero todo era una trampa. El Talibán utilizó a una mujer y a su hijo como señuelo para eliminar a todo un escuadrón de soldados de élite —occidentales compasivos que nunca concebirían tal trato para nadie o nada. Funcionó. Pedro entró, agarró al niño, pero le dispararon y lo mataron solo unos segundos después, mientras aún estaba en los brazos de P. Se produjo un tiroteo y al final del mismo, dos civiles inocentes fueron sacrificados, cuatro de los nuestros estaban muertos, y Mauro y P fueron atrapados.


—Oh, Dios mío…


Ni siquiera tenía palabras para Pablo. ¿Qué podría siquiera decirle? ¿Incluso había palabras para ser dichas? No… no había palabras que pudieran hacer que esa historia se sintiera mejor, no importaba cuantos años pasaran. Froté mi vientre y pensé en Pedro, y en lo mucho que lo amaba. Él era mucho más de lo que jamás podría haber sabido cuando nos conocimos la primera vez.


Era un verdadero héroe en todo el sentido de la palabra, que había servido honorablemente y había sufrido debido a ese servicio.


—Gracias por decirme, Pablo, esto me a-ayuda a… saber.


Y en verdad me ayudaba, pero saber la verdad también era horrible. Me sentía enferma y sabía que no podría comer la comida que había estado preparando con Pablo. ¿Cómo cualquiera de ellos comía de nuevo, cuando se enfrentaban con los recuerdos de las experiencias de la guerra que acababa de escuchar? Sabía cómo funcionaba la mente de Pedro, y sinceramente, lo veía sintiendo la carga de la terrible culpa de todas esas muertes… cómo sufría cuando revivía los acontecimientos en sueños.


—Simplemente lo amo mucho. Haría cualquier cosa para ser capaz de ayudarlo —dije finalmente.


—Pero lo haces, Paula. Tu amor ya lo ha ayudado, más que cualquier otra cosa.




CUANDO me desperté temprano la mañana siguiente por un sonido en mi solitaria cama, me sorprendí. Cuando me di cuenta de que Eliana se había permitido entrar al apartamento para despertarme, supe que algo malo había pasado. Cuando alcancé a ver un vistazo de Pablo asomándose por la puerta, comencé a llorar y mi pecho se apretó. Cuando escuché las palabras diciendo que algo le había pasado a Pedro, grité.


Les grité a los dos y les rogué que no me dijeran.


6 comentarios:

  1. hay no pobre pedro espero que este bien y que lo encuentre paula no puede pasar por esto, decime que esta historia no termina con algo feo.. encima voy a poder volver a agarrar la compu recien el jueves 25 hoy es el ultimo dia que me conecte para despues estudiar toda esta semana y media pra rendie el examen me voy a quedar con la intriga besos.

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  2. nooo pobre pepe, ojala este bien!!!

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  3. Ayyyyyyyy, Dios mío que no le pase nada malo x favorrrrrrrrrr!!!!!!!!!!! Buenísimos los 3 caps!!!!!

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  4. dios mioooooo ! pedro noo por favor, con todo lo q sufrió ahora esto, pobre los dos.-. que angustia lpm

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  5. Ay! no! Decime q se salva, q lo encuentran vivo! después de tantas no es justo q pase esto!

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