miércoles, 26 de febrero de 2014

CAPITULO 57




El pollo al parmesano en mi boca estaba perfectamente preparado
con una carne suculenta, salsa sabrosa y especias, pero la compañía que
se sentaba frente a mí en mi mesa era aún mejor.
Observé que ella lo preparaba mientras yo trabajaba desde mi
portátil. Más o menos. Me hubiera gustado ir hasta ella y ponerla en la
barra de la cocina, pero me conformé con mirarla de reojo y sonreírle de
vez en cuando. Disfruté mucho de los sonidos de su trabajo en la cocina.
Era una sensación agradable junto con los deliciosos olores procedentes de
la habitación en la que rara vez pasaba mucho tiempo. El olor de nuestra
cena, la cual Paula preparó con sus cariñosas manos.
Algo bastante sexy si me preguntas.
Era diferente a lo que Maria hacía por mí, una empleada que
limpiaba y cocinaba cosas y las etiquetaba en el congelador. Esto era algo
real. Son cosas que la gente hace porque le importas, no porque les
pagues.
Tener una mujer en la cocina de mi casa cocinando para mí también
era una experiencia. Pero me encontraba bastante seguro de que podría
acostumbrarme a esto. Genial. Paula me enganchó. Brillante, sexy,
hermosa, hábil, una maldita buena cocinera, y más mucho mejor en mi
cama. ¿He mencionado sexy y hermosa? Pensé en la hora de acostarnos
para más tarde.
Di otro mordisco y saboreé el sabor. Tenía el pelo recogido con una
pinza y un profundo escote en su blusa carmesí que atraía mi mirada
hasta sus deliciosos pezones que gritaban por mi boca. Algunos largos
mechones de pelo se le habían deslizado de su pinza y caían en olas en su
escote. Mmmmm... delicioso.
—Me alegro de que pienses así. Esto es muy sencillo de hacer —dijo.
Vi su boca y los labios mientras tomaba un sorbo de vino, me sorprendió
totalmente darme cuenta que hablé en voz alta y me alegré de que pensara
que yo hablaba de la comida.
—¿Cómo aprendiste a manejar la polla tan bien? —solté—. ¡Me
refiero al pollo!
Ella rodó los ojos y negó con la cabeza.
Le di una sonrisa y un guiño. —Tú haces ambos tan bien, nena, en
mi polla y la parte de cocinar.
—Idiota —me regañó—. He visto programas de cocina y aprendí. Mi
padre me dejó experimentar con él después del divorcio. Puedes
preguntarle sobre cuando empecé a cocinar. —Se echó a reír y clavó otro
bocado de la cena y se lo metió en la boca—. ¡Pero es mejor no preguntarle
acerca de cuando empecé a follarte!
Me reí de mí mismo y bajé la cabeza. —No todos han estado buenos
como esta comida que has hecho esta noche, ¿entonces?
—Ni siquiera cerca. Mis primeros intentos fueron terribles, y papá
pagó el precio. Sin embargo, nunca se quejó.
—Tu padre no es ningún tonto, y te ama mucho.
—Me alegro de que ustedes dos hablaran. A él realmente le gustas,
Pedro. Te respeta mucho. —Me sonrió.
—Ahhh, bueno, yo siento lo mismo por él —Vacilé antes de
mencionar a su mamá, pero pensé que debía hacerlo—. No creo que tu
madre esté muy impresionada conmigo, sin embargo. Lo siento. Pensé que
era mejor presentarme y decirle lo que yo estoy haciendo en tu vida, sin
embargo, probablemente pude decirlo con más tacto.
Ella negó con la cabeza. —Está bien. Dijo que se alegra de que estés
cuidando de mí y que parecías decidido a asegurarte de que nada pasara...
Noté cuando le falló su voz y no quería nada más que tranquilizarla,
pero esperé a que terminara.
—Cree que estás obsesionado conmigo —Paula jugueteó con su
pollo.
Me encogí de hombros. —No me contuve con ella, es cierto. Le dije a
tu mamá lo que siento por ti.
Me sonrió. —Me contó eso también. Fue muy valiente de tu parte,
Pedro.
—Decir la verdad no es ser valiente, es esperado —Sacudí mi
cabeza—. Es importante para mí que tus padres sepan que no estoy sólo
para proporcionar seguridad a su hija —Llevé una mano hacia ella—. Es
importante que lo sepas también, Paula, porque eres mucho más para
mí.
Ella puso su mano en la mía y me dio un apretón, cerrando los ojos,
mientras mis dedos se encontraban en torno a los delicados huesos de la
mano. La misma mano encantadora que preparó mi cena de esta noche, y
me ato la corbata esta mañana. La misma mano que acariciaría mi cuerpo
cuando me la llevara a la cama dentro de poco.
—Eres muy bueno, Pedro.
Sentí esa posesividad otra vez. Juraría que funciona como un
interruptor. Un minuto toleraba bien nuestra situación, o creía que lo
hacía, y entonces ella decía algo, ni aludo, y bam, solo pensaba en follarla.
Sus palabras eran todo lo que necesitaba oír. Me levanté de la silla y
la levanté conmigo, levantándola con mis brazos y sentí esas largas
piernas envolviéndose alrededor de mi cintura para que pudiera llevarla
del comedor al dormitorio.
Sostuvo los lados de mi cara y me besó locamente todo el camino en
que la lleve. No me quejo. Me encantaba cuando ella estaba excitada. Y
Paula podría ser así.
Gracias. Joder.
Le quite el top de su parte superior y su ropa inferior, sin esperar el
juego previo de quitarse la ropa, necesitaba ver su cuerpo lo antes posible,
estaba totalmente perdido. Llevaba un sujetador violeta y un tanga negra.
Gemí. —¿Qué estás tratando de hacer, mujer, matarme?
Ella sonrió y sacudió lentamente la cabeza de un lado a otro. —
Nunca —susurró.

No hay comentarios:

Publicar un comentario