miércoles, 26 de febrero de 2014

CAPITULO 59




Mierda. Lo iban a hacer. Mi corazón comenzó a bombear de miedo
como nunca lo había hecho antes, la adrenalina corría por mis venas
cargadas a través de mi cuerpo. Había esperado que esto ocurriera. En el
fondo yo sabía que pasaría, pero para salvar mi cordura intenté no pensar
en ello. La negación funcionó por un tiempo, pero el tiempo ya había expirado.
—¿Estás listo? —me pregunto él. La criatura quien hizo la pregunta
era la única que quería destripar, y dejarlo desangrarse lentamente. El único quien habló sobre ELLA. Él único quien se burló todo el tiempo de hacerle daño a ella.
¡MIERDA NOOOOO!
Negué con la cabeza mientras él avanzaba hacia mí, su cara muy
cerca, el humo de su cigarro enrollado en su mano girando tentadoramente, haciendo mi boca agua. Era divertido como podía desear un cigarro en un momento como este, pero lo hice. Le abría quitado el cigarrillo de su jodida boca para meterla a la mía si hubiera podido.
Mis brazos estaban inmovilizados de atrás por otro hombre y me tapó
la nariz. Traté de contener mi respiración y escaparme, pero mi cuerpo me
traicionó. Al segundo que jadee en una respiración él derramó algo vil en mi garganta. Traté de evitar que el elixir descendiera, pero otra vez mi cuerpo tomó el control en una función básica para mantenerme respirando. Qué irónico. 
Me estaban drogando con el fin de ejecutarme… Así que no iba a pelear en el proceso… Así ellos podían filmar mi muerte y mostrárselo a todo el mundo.
No ¡No! ¡NO!
Pelee con todo lo que me poseía, pero él solo se rió de mis esfuerzos.
Sentí las lágrimas exprimirse de mis ojos, pero yo estaba seguro de que no
estaba llorando. Nunca lloré.
Él ladró la orden y entonces lo vi. La cámara. Un subordinado sentado
en una trípode mientras yo comenzaba a dejar las lágrimas rodar mientras
el opio comenzó a apoderarse de mí.
Noté que realmente lloraba.
Pero no por las razones que ellos pensaban. Lloraba por mi papá y por
mi hermana. Por mi chica. Ellos podrían ver esta…. cosa…. matarme. El
mundo entero podría verlo. Ella podría verlo.
—¡Preséntate! —ordeno él.
Negué con la cabeza y gesticulé a la cámara. —¡Sin video! ¡Sin VIDEO
hijo de puta! SIN PUTO VIDEO…
El dorso de la mano a través de mi boca fue tan brutal que me calló
por la fuerza del golpe. Él ladró otra orden a él único con la cámara de video quien dirigió la lente a mí y la etiqueta se leía en vacilante Ingles:
“Alfonso, Pedro. SAS capitán. Dos, nueve, uno, cinco, cero, uno”
Se dirigió a mí de nuevo, esta vez sacó un Khukri de su vaina. La hoja
era curvada y afilada finamente. Incluso con mi debilidad de reaccionar a lo que venía por las drogas, pude ver que la herramienta estaba bien
preparada para el trabajo que se encontraba a punto de hacer.
Pensé en mi madre. La quise toda mi vida y ahora más que nunca. Yo no era valiente. Me encontraba asustado hasta la muerte. ¿Qué podría sucederle a Paula? ¿Quién podría protegerla de ellos una vez que me haya ido?
Oh, Dios…
—Sin video. Sin video. Sin video. Sin video —Era todo lo que podía
pronunciar. Y si el sonido ya no era una expresión capaz a través de mi
boca, entonces sería la única cosa en mi mente junto con—: Lo siento, Papá. Luciana, Paula… Lo siento tanto…

No hay comentarios:

Publicar un comentario