miércoles, 5 de marzo de 2014

CAPITULO 80




La Galería Nacional Portrait es un lugar magnífico para
eventos y uno con el que estoy bien familiarizado, habiendo
estado allí muchas veces antes de trabajar en seguridad, a
veces como un invitado y una o dos veces en una cita.
Pero nunca como esto.
Paula trajo un completo nuevo significado a la idea de posesividad.
Al menos para mí, lo hizo. Pensé que podría estar muerto para el final de
la noche por mantenerme al día con todas las personas que querían un
pedazo de ella.
Se veía tan hermosa y perfecta en su vestido de encaje violeta y
zapatos plateados; cada centímetro de la modelo estaba por fuera, pero por
dentro, esa mente artística suya era brillante y respetada por el trabajo
que hacía en su campo. Mi chica era una celebridad esta noche. Maldita
sea que bien ayudó ver mi regalo alrededor de su cuello, también. ¡Ella es
mía, gente! ¡Mía! ¡Y no lo olviden tampoco, joder!
La pantalla de Lady Percival era de hecho un éxito. Había sido
creada como un tutorial en el proceso de conservación, como su
restauración que fue solamente parcialmente completada. Y Paula, por
supuesto, fue acreditada como el conservador para el proyecto. A medida
que fuimos a que nos sentaran para la cena, se hizo mención sobre su
descubrimiento en el discurso de bienvenida. La mirada de orgullo en su
rostro era algo que creo nunca olvidaré. Todas las ganancias del evento de
esta noche iban para apoyar la Fundación Rothvale para el Avance de las
Artes, y al mirar alrededor en la habitación, pude ver mucho dinero y
viejos nombres entre los invitados. Parecía que Mallerton estaba
experimentando un renacimiento, y la divulgación de Paula, de lo que él
había pintado, tuvo que ayudar a generar interés en su trabajo, y como
resultado, la caridad Rothvale.
—Paula, tu Lady Percival es impresionante —dijo Gabriela—. Tuve
una buena mirada de ella cuando llegué. Me encanta cómo la están
mostrando, como una oportunidad para enseñar sobre los métodos de
conservación y procesos que entran en un tesoro como ella. Y, Pedro,
fuiste decisivo en la solución del misterio también, según escuché.
—Difícilmente decisivo. Solo una palabra de traducción, pero
gracias, Gabriela. Estaba contento de ayudar a mi chica con un poco de
francés —guiñé un ojo a Paula—. Ella parecía bastante feliz cuando
comprendió todo.
—Estaba extasiada. Esa pintura fue un creador de carrera para mí.
Y te lo debo todo a ti, cariño. —Llegó y cubrió mi mano con la suya.
Dios, amaba cuando hacía pequeños gestos de afecto como ese.
Llevé su mano a mis labios y me importó poco quien viera. Simplemente
no me importaba.
—Me pregunto donde está Tomas. ¿Crees que estará aquí pronto? —
me preguntó Paula.
Mis sentimientos de alegría se convirtieron en pura envidia en
aproximadamente dos punto cinco segundos, y seguro que fruncí el ceño
antes de que yo mismo me diera cuenta y aceptara que ella sólo estaba
siendo amable. Recodé que tenía que hacerle saber sobre las fotografías de
hoy, pero maldición, a Tomas se le caería la baba por Paula cuando viera
cuan hermosa lucía esta noche.
Paula se giró hacia su amiga y comenzó con entusiasmo —Gab,
realmente espero que él venga esta noche, quiero que conozcas al primo de
Paula. Tiene una casa llena de Mallerton que necesita catalogación y Dios
sabe que más. Necesitas conocer a este hombre. Quiero decir, realmente lo
necesitas.
Gabriela se echó a reír, luciendo muy feliz y encantadora, usando
un ajustado vestido verde que hacía cosas maravillosas a la par con su
color y ojos a juego. Esta podía ser una fijación muy buena, me di cuenta.
Un Tomas distraído por Gabriela sería excelente para alejarlo de coquetear
con Paula. Y algo me decía que Tomas iba a lanzarse sobre Gabriela una
vez que tomara una buena mirada de ella. Apostaría bronce en ello. Y
ganaría, también.
—Es difícil de decir, cariño. Tomas ve el tiempo en su propio conjunto
de parámetros, y siempre lo hecho. Es terriblemente molesto… —Mis
palabras se desvanecieron cuando la vi cruzar la mesa. Que me jodan.
Rubia Fresa a las tres en punto, toda decorada y a la caza. No es bueno.
Aparté rápidamente la mirada y me concentré en Paula. Ella miró
hacia donde mis ojos habían estado y luego de nuevo a mí. Su mente
estaba dando vueltas, estaba bastante seguro. Paula era una chica
inteligente. Intenté hacer como si nada hubiera pasado y rogué que Pamela
o Penélope no tuviera mejor memoria que yo, pero no mantenía mucho las
esperanzas. Era una amiga de Tomas y sabía que terminaría acercándose a
mí antes de que la noche hubiera terminado. ¿Dónde está el libro de reglas
para manejar estas situaciones incómodas? ¿No era simplemente vulgar
presentar a la última persona que había follado a la persona que estás
fallándote ahora? Ugh.
—¿Está todo bien? —preguntó Paula.
—Sí. —Alcancé mi copa y puse mi brazo en el respaldo de la silla de
Paula—. Perfecto. —Sonreí.
—Oh. Mira, allí está Luis. —Sonrío y saludó a mi enemigo, que
levantó su copa en nuestra dirección. Había esperado que estuviera aquí
porque lo había dicho esa mañana cuando quise presentarle a la acera—.
Sé agradable. Ni siquiera pienses en tener otro berrinche delante de él —
me murmuró en voz baja.
—Está bien —dije, levantando mi copa y deseando mentalmente por
conocimiento directo de las artes oscuras para así poder echarle una
maldición y convertirlo en sapo. Espera, ya era un sapo; tendría que ser
algo diferente… ¿una cucaracha, tal vez?
—¿Qué estás pensando?
—En cuánto desprecio a ciertos insectos —dije, tomando un trago de
vino.
Rodó los ojos. —¿En serio?
—Ajá. No es broma. Las cucarachas son sólo criaturas viles, que se
deslizan alrededor de lugares a los que definitivamente no pertenecen.
Se rió de mí. —Eres adorable cuando estás celoso. —Entrecerró los
ojos y se inclinó más cerca—. Pero si me avergüenzas de nuevo, como lo
hiciste esa mañana consiguiendo café, te haré daño, Alfonso. Y habrá
mucho insoportable dolor involucrado. —Bajó la mirada a mi cintura.
Me reí de nuevo, solamente porque era divertido no dudaba de su
amenaza por un momento, y el hecho de que La Cucaracha nos estaba
mirando desde el otro lado. —Seré un perfecto caballero… siempre y
cuando él mantenga sus tenazas para sí mismo.
Rodó los ojos otra vez y me di cuenta de cuan azules se veían, a la
par con su vestido de esta noche.

No hay comentarios:

Publicar un comentario