miércoles, 5 de marzo de 2014

CAPITULO 84




Que mierda habían sido las últimas horas. Rumiaba sobre qué había
pasado mientras conducía en la noche. Cambio de planes, había decidido
tan pronto llegamos a casa. Llamé a Luciana y le dejé saber que estábamos
manejando esta noche hasta Somerset. Parecía sorprendida pero dijo que
se alegraba de tenernos pronto y que la casa estaría abierta para que
pudiéramos entrar cuando llegáramos.
Paula era un hueso un poco más duro de roer. No se sentía bien
para una cosa y luego estaba preocupada por la amenaza de bomba y
todos los cuados. Hasta ahora, no había habido ninguna explosión pero
todo el desastre estaba en cada estación de noticias y fue clasificado como
un riesgo terrorista. Tendría a mi gente investigando sobre la amenaza
como medida obligatoria, pero lo que más me preocupaba eran los
mensajes de esta noche en su celular. Quién fuera que los había enviado
estaba cerca. Lo suficiente para verme fumando detrás de la Galería
Nacional. Y si estaba lo suficientemente cerca para eso, entonces también
estaba malditamente cerca de mi chica. Apenas podía darle sentido a los
mensajes de texto, sólo la letra de la canción escrito con la añadidura del
nombre de Paula. Me daba escalofríos, y hacía muy fácil la decisión de
sacarla de la ciudad.
La miré durmiendo en el asiento del pasajero, su cabeza inclinada
sobre la almohada que había traído. La llevé rápidamente fuera de la
ciudad, y sabía que tendría que explicarlo luego, pero afortunadamente no
había estado en un humor desafiante y me siguió la corriente con todo.
Nos habíamos cambiado a ropas normales, agarrado los bolsos, y
golpeamos la M-4 por tres horas de viaje hacía la costa.
Se agitó por dos horas de viaje y luego despertó con una pregunta
directa.
—¿Entonces vas a decirme por qué me arrastraste lejos esta noche
cuando el plan había sido irnos en la mañana durante semanas?
—No quiero decirte porque no va a ser agradable que sepas y de por
sí ya te estás sintiendo mal. —Le tomé la mano—. ¿Podemos esperar hasta
mañana para hablar de esto?
Negó con la cabeza. —No.
—Nena… por favor, estás cansada y…
—Recuerda nuestro trato, Pedro —me interrumpió—. Tengo que
saberlo todo o no puedo confiar en ti.
El tono de su voz era muy duro y espantó la mierda en mí. Oh,
recordaba muy bien nuestro acuerdo y odiaba lo que sabía. Pero también
sabía a qué había acordado con Pedro. Y si ocultarle la información nos
separaba, entonces para mí no valía la pena pagar ese precio.
—Sí, recuerdo nuestro trato. —Busqué en mi bolsillo por su
celular—. Un mensaje llegó a tu celular cuando estaba detrás fumando. Es
por eso que no sabía dónde estabas. Había salido y la amenaza de bomba
ocurrió de manera simultánea a ese mensaje en tu teléfono.
Alargó una mano temblorosa y lo tomó. —¿Pedro? ¿Qué dice?
—Un video musical al inicio y luego un mensaje de alguien
haciéndose llamar ArmyOps. —Coloqué mi mano en su brazo—. No tienes
que escucharlo. Realmente no…
Su cara se veía absolutamente afligida por el miedo pero preguntó de
todas formas—: ¿Es… es el video de… mí?
—¡No! Es sólo el video musical de la canción de los “Nine Inch
Nails”… Mira, ¡no tienes que hacer esto Paula!
—¡Si, tengo que hacerlo! ¡Este mensaje es para mí! ¿No es así?
Asentí.
—Y si no estuviéramos juntos todavía me lo habrían enviado,
¿correcto?
—Supongo. Pero estamos juntos y quiero evitar que te preocupes por
mierda así. Me mata, Paula. ¡Me mata jodidamente verte así!
Empezó a llorar. Era el tipo de llanto silencioso. La forma en que
normalmente lloraba, y de alguna manera, el silencio de sus lágrimas
parecía estar gritando ruidosamente en el auto..
—Esa es una de las razones por las que te amo, Pedro —resopló—.
Quieres protegerme porque realmente te preocupas.
—Lo hago, nena. Te amo tanto. No quiero que tengas que ver ese
pedazo de mier…

Presionó iniciar y la canción sonó mientras se reproducía el video. La
miré y contuve el aliento.
Paula se mantuvo compuesta durante toda la cosa, viéndolo hasta
el final, con toda su temática fetichista de científico-loco de mierda. No
tuve ninguna indicación de ella respecto a cómo se sentía viéndolo. Al
menos, no por fuera. No podía saber.
Sin embargo, sabía cómo me sentí al verla. Totalmente indefenso.
Entonces llegó a la parte del mensaje de texto.
—¿Estaba ahí? ¡¿Viéndote fumar?! ¡Oh mierda! —Llevó la mano a su
boca de nuevo y se atragantó—. ¡Détente!
¡Mierda! Desafié las leyes de la física y de tránsito, pero de alguna
manera logré estacionar a un lado. Estuvo fuera y vomitando sobre los
arbustos en el instante en que se detuvieron los neumáticos. Sostuve su
cabello y froté su espalda. ¿Podía esta noche ponerse peor?
—¿Qué demonios está mal conmigo?—jadeó—. ¿Puedes
conseguirme una servilleta o algo así?
Saqué algunas toallas de la guantera y cogí una botella de agua para
que se enjuagara la boca. Y mantuve la boca cerrada, positivamente
seguro de que estaba teniendo una experiencia extracorpórea. Esto
simplemente no podía estar ocurriendo en este momento.
—Me siento mejor —jadeó—. Sea lo que sea que fue esta noche
parece haber pasado. —Poco a poco se enderezó y levantó la cabeza hacia
el cielo nocturno—. ¡Dios!
—Lo siento tanto, nena. Estás enferma y te estoy arrastrando en un
viaje por carretera y todo está tan regiamente jodido…
—Pero estás aquí conmigo —exclamó—, y vas a ayudarme en lo que
sea que fue esa mierda en mi teléfono, ¿no? —Me miró, sus ojos aún
húmedos, su pecho aún agitado por estar con nauseas en los arbustos, y
absolutamente increíble para mí a causa de su valentía.
—Lo haré, Pau. —Di el par de pasos que nos separaban y la
atraje cerca. Se acomodó en mis brazos y apoyó la mejilla en mi pecho—.
Voy a estar aquí en cada paso del camino para mantenerte a salvo. Estoy
hasta el fondo, ¿recuerdas?
Asintió. —También estoy hasta el fondo, Pedro.
—Bien. Todo va a estar bien, nena. —Froté arriba y abajo su espalda
y la sentí relajarse un poco.
—Es bueno que te sientas mejor. Y sólo hueles un poquito a vómito.
—Besé la cima de su cabeza y me apretó en las costillas—. Pero tenemos
que salir de la carretera. No falta mucho y quiero meterte en la cama para
que puedas descansar. Angel es doctor. Puede revisarte mañana después
de que hayas dormido.
—De acuerdo. Qué infierno de noche, ¿no?
—Eres una cita divertida, Señorita Chaves —La coloqué en su
asiento—. Pero creo que prefiero que nos quedemos en casa que salir
contigo. —La besé en la frente antes de cerrar la puerta.
Se rió y me alegré que aún pudiera sacarle una sonrisa después de
la noche tan jodida que acabábamos de tener.
—¿Puedes oler el océano? —pregunté después de avanzar un poco
más.
—Sí. Me recuerda a casa. Crecí con el olor del mar. —Miró por la
ventana—. Cuéntame sobre Luciana y su familia.
Me pregunté si el recuerdo de su casa que había traído era triste,
pero decidí no entrometerme. Era algo para tal vez otro momento.
—Bueno, Luciana es cinco años mayor que yo y mandona como el
infierno,pero ama a su hermano menor. Somos muy unidos…
probablemente porque perdimos a nuestra mamá a tan temprana edad.
Nos unimos juntos cuando se fue. Nuestro papá, Luciana y yo.
—Suena muy agradable, Pedro… lo mucho que se preocupan por los
otros.
—No puedo esperar para que te conozcan. Angel es un buen tipo.
Es un doctor, como dije antes, y practica en el pueblo en Kilve. Su casa es
llamada Halborough, una antigua finca de la familia de Angel, los
Greymonts. Estas grandes casas en el registro histórico son difíciles de
mantener así que hacen alojamientos y desayunos ejecutados por Luciana,
junto con la crianza de tres fabulosos niños.
—¿Cuáles son sus nombres y edades?
—Andres tendrá trece en noviembre. Teo acaba de cumplir once y
mi princesa de hadas que tengo por sobrina, la pequeña Delfina, fue una
gran sorpresa para todos en el momento en que llegó este mes hace cinco
años. —No pude evitar la sonrisa al pensar en Delfi. Tenía una debilidad
por las niñas pequeñas—. Ella es algo más, te lo digo. Esa pequeña
señorita deja atrás a sus hermanos.
—No puedo esperar para conocer a Delfina, entonces. Es bueno ver a
una mujer que puede controlar a todos los hombres en su vida,
especialmente a tan temprana edad.
—Bueno, tendrás tu oportunidad en la mañana, porque ya llegamos.
Entré en el camino de grava que corría en un semicírculo hasta la
casa gregoriana de piedra pálida.Había habido cierta mezcla de
influencias arquitectónicas durante los siglos a lo largo de varias
remodelaciones. Las ventanas góticas y puntos eran un bonito detalle si
querías histórico. Todavía era una casa de buen aspecto y dado que estaba
sobre la costa, no estaba mal para una casa de campo junto al mar. Eso
siempre me causó risa. De acuerdo con Angel, Halborough había sido el
retiro de verano para su familia hace doscientos años cuando necesitaban
alejarse de la ciudad. Si esto era una casa de campo, entonces ¿qué
consideraban esas personas una casa?
—Dios, Pedro, esto es increíble. —Miró la fachada y parecía
impresionada—. Es precioso. No puedo esperar por un recorrido.
—Mañana. —Reuní nuestras maletas del baúl y cerré el auto. —
Tiempo de llevarte a la cama. Necesitas dormir.
Me siguió hasta la puerta de entrada lateral que estaba abierta tal
como Luciana había prometido.
—Lo que necesito es una ducha —murmuró detrás de mí.
—Puedes tener un baño si quieres. Las habitaciones están muy bien
equipadas —susurré mientras la llevaba a la escalera principal. Sabía que
suite quería para nosotros cuando llame a Luciana y le pregunté. La azul
en la esquina del ala oeste con la vista completa al océano por todo el
camino hasta Welsh Coast a través de la bahía.

6 comentarios:

  1. Me encantaron los 5 capítulos! Menos mal que no lo cortaste cuando terminó de leer el mensaje!!!

    ResponderEliminar
  2. Me encantaron!! Será que Pau está embarazada? Quién será el que escribió el mensaje?

    ResponderEliminar
  3. me gustaron, ahora tengo una duda paula esta embarazada ?? espero el siguiente besos

    ResponderEliminar
  4. Wow me encantaron los capitulos,buenisimos!!!

    ResponderEliminar
  5. Ayy¡ q susto la bomba y el mensaje.. pau estará embarazada ? Y q amor Pedro, un tierno

    ResponderEliminar