miércoles, 10 de septiembre de 2014

CAPITULO 189




PAULA



Observé su sonrisa satisfecha apagarse para ser reemplazada por remordimiento.


—¿Ha pasado algo, Pedro? ¿Decidiste que cometiste un error al casarte conmigo? ¿Eres infeliz... conmigo y el bebé... porque mi cuerpo está c-cambiando?


Tenía que preguntarle. Sabía cómo operaba, y era por la verdad. La cosa era que, me sentía así todo el tiempo sobre Pedro. Él siempre había sido tan directo y sincero conmigo desde el primer día. Amaba eso de él. Me decía lo que estaba en su mente, compartía sus deseos, me ayudaba a entender lo que él quería y necesitaba. Pero este comportamiento individual e incómodo realmente me confundía y lastimaba.


—Oh, nena... ¡no! ¡Joder, no! —Sacudió la cabeza con vehemencia—. Casarme contigo fue lo mejor que me ha pasado alguna vez, Paula. ¿Crees que soy infeliz contigo y el bebé? ¡¿Por qué?!


Él apretó su mano de mi pecho y se inclinó sobre mí, con el rostro muy cerca, sus ojos azul oscuro buscando, parpadeando sobre mí, como si mirarme fijamente le revelaría algunos misterios.


—Has herido mis sentimientos. Me dejaste allí en la mesa, te fuiste y empezaste a beber. Nunca haces eso, Pedro. ¿Por qué bailase con Gwen y no conmigo? —Las lamentables preguntas salieron de mi boca, humillándome, pero no pude evitarlo. Culpa de las hormonas.


—¿Quién?


—Gwen, la rubia delgada.


No parecía nada más que confundido.


—La cita de Damian—dije con énfasis, preguntándome si todavía estaba borracho.


—Ahh... sí, ella —gruñó con desdén—, me empujó hacia allá, y estaba demasiado destrozado, y demasiado distraído para decir que no.


—Esto no hace que algo de lo que hiciste esta noche esté bien conmigo. —Él necesitaba escuchar mis pensamientos no filtrados y saber que este tipo de comportamiento jamás funcionaría.


—Lo siento tanto, nena —dijo con seriedad, antes de dejar caer su boca sobre la mía. Me besó suavemente; muy suave y cariñosamente, estableciéndose en su patrón de nuestra sesión de besos post-sexo. Largas y atrayentes barridas de lengua y labios, sin otro propósito que no fuera mostrarme que, efectivamente, me amaba. Me sentí mucho mejor, admitiré, pero todavía estaba confundida acerca de lo que había ocurrido esta noche en la recepción.


Cuando por fin se echó hacia atrás y concedió sus ojos de nuevo, me di cuenta de que algo grande iba a ser revelado.


—Te amo tanto, Paula, y no puedo hacerlo en esta vida sin ti. Nunca me arrepentiré de nuestro bebé, y nunca dejaré de amarte a ti o a nuestros hijos. Eres mi vida, y estás atrapada conmigo. Eres la mujer más bella del mundo. ¡En el jodido mundo! ¿Me entiendes, Paula? —Sonaba duro, pero la expresión de su rostro era suplicante.


—S-sí. —Contuve un sollozo, sintiéndome demasiado emocional y aliviada, pero todavía necesitaba algunas respuestas de él—. En-Entonces, ¿qué pasó esta noche? Algo pasó, ¿verdad?


Él se quedó en su lado y me enfrentó poniendo su mano en mi cadera, como si tuviera que tener contacto físico con mi cuerpo para poder decirme lo que tenía que decir.


—Sí, nena, algo sucedió. —Me atrajo hacia él, apretó sus labios contra mi cabello y respiró profundamente—. ¿Recuerdas a la mujer que quería conocerte en la cena? ¿Sarah?


—Sí. Parecía muy agradable y amable. ¿Cómo la conoces, Pedro? —Sarah era una mujer hermosa y encantadora en conversación. Recordé su aparentemente genuino interés en la forma en que Pedro y yo nos habíamos conocido. Había preguntado acerca de mi fecha de parto, pero todo se había sentido socialmente normal para mí, no había nada raro.


—Ella vino a la boda de hoy para presentar sus respetos, supongo, pero tuvo que irse porque era demasiado difícil para ella ver a Pablo y Eliana, y a ti y a mí, viviendo nuestras vidas felices con la gente que amamos. —Empezó a frotar su mano en mi cadera con un movimiento lento—. Sarah Hastings estaba casada con alguien que sirvió en las FE con Pablo y yo. Él no... logró salir de Afganistán.


—Oh... eso es horrible. Me imagino Pablo y tú eran cercanos a él…


—Sí. Él estaba bajo mi mando... en mi equipo.


Pedro parecía calmado mientras hablaba, pero sentía que estaba albergando alguna pena profundamente arraigada o la culpa de la muerte de ese hombre en la guerra. Sólo el poder imaginar lo que la experiencia debió de haber sido para él, era horrible.


—Te preocupabas por él —dije suavemente, no queriendo hacer preguntas que le hicieran daño adicional. Era mejor que hiciera declaraciones en lugar de preguntar más de lo que se sentía cómodo para compartir.


—Mauro Hastings era el mejor de los soldados. Fuerte, leal... un luchador hasta el amargo final. El tipo de soldado que quieres en la espalda cuando la mierda llegar a estar FUBARA acrónimo para Fucked Up Beyond All Repair. En español, Jodido Más Allá De Todo —dijo Pedro, con una voz lejana, ponderada con respeto y honor por su camarada caído.


—Yo... te he oído llamar su nombre una vez... cuando tuviste un mal flashback... —Barrí mis labios contra su pecho y besé justo sobre su corazón. Apoyé mi oreja allí, así podía oír los latidos de su corazón valiente latiendo contra mí. Mi corazón.


Él llevó su mano a la parte posterior de mi cabeza y frotó mi cabello, manteniéndome en su contra, lo que le permitía comodidad.


—Mauro. Sí. Esa... me-memoria sobre Mauro... es la peor de todas.


—No tienes que hablar de él, Pedro, si no quieres. Cariño, por favor no te hagas pasar por eso de nuevo sólo por mi beneficio.


—No, debes saberlo. Eres mi esposa, y debes saber por qué… por qué soy de esta manera.


Cerré los ojos y me preparé para la explicación, sabiendo que sería algo verdaderamente terrible.


—Te amo, Pedro —le susurré.


—Mauro fue tomado prisionero junto conmigo. Él sufrió lo que sufrí por veinte días en lugar de mis veintidós. Entonces lo ejecutaron delante de mí. Ellos lo usaron como una… una p-práctica para lo que estaban planeando hacerme.


Lo sentí tragar, pero su voz no cambió. Sonaba extrañamente tranquilo y me tensé cuando imaginé cómo Mauro Hastings había encontrado la muerte. Recordaba muy bien lo que Pedro me había dicho una vez. Los talibanes iban a decapitarlo y mostrarle al mundo un video de ellos haciéndolo.


—Utilizaron un jodidamente grande cuchillo y me obligaron a mirar. Me dijeron que si cerraba los ojos o apartaba la vista, harían que Mauro sufriera más tiempo, cortando partes de él que lo mataría, para alargar la agonía y prolongar
lo inevitable. Esto era diversión para nuestros captores, en su guerra jodida, piadosa y sinsentido de la que son tan fanáticos.


Lloré lágrimas silenciosas mientras me contaba su experiencia, incapaz de decir nada, sin saber qué hacer, excepto aferrarme a él y ser lo que necesitaba que yo fuera.


—Pero le fallé a Mauro. Traté... traté tan jodidamente duro, Paula, no apartar la vista, pero no pude evitarlo...


Dejó de hablar. El silencio se hizo ensordecedor encima del martilleo constante de su corazón contra mi mejilla, ahora bañada por mis lágrimas calientes... por él, por su amigo, por la culpa impotente que llevaba sobre las cosas más allá de su control.


—Te amo, y siempre lo haré. —No había nada más que decirle.


Él respiró en mi cabello, cerca de mi sien, y pareció relajarse un poco. Después de un momento de silencio me hizo una pregunta. Fue dolorosamente difícil para él hacer salir las palabras. Pude oír el miedo mientras luchaba para forzar a las palabras a salir de sus labios.


—¿Crees que hay algún lugar, o una persona en algún lugar que me pueda ayudar?


—Sí, Pedro, sé que la hay.

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