viernes, 14 de febrero de 2014

CAPITULO 17



Agarré mi brazo y me estremecí, seguro que un pequeño orgasmo
acababa de rodar a través de mi cuerpo. Mis bragas estaban tan húmedas
que podrían haberse deslizado bajo el asiento de cuero si mis botas no
estuvieran clavadas en la alfombra del Rover.
Cuando Pedro se detuvo junto a la acera, yo estaba temblando. Se
levantó y se acercó a abrir mi puerta. No dijo nada y yo tampoco. En el
pórtico busqué mi llave y la deje caer. Pedro la recogió, la metió en la
cerradura y a nosotros en el vestíbulo. Tomó mi mano a través de cinco
tramos de escaleras, ninguno de nosotros dijo una palabra.
Abrí la puerta de mi departamento y Pedro me siguió dentro.
Y como otras veces, al instante en que estuvimos juntos en la
intimidad, un hombre diferente emergió. Un hombre que apenas contenía
su hambre de mí. Estaba segura que yo no me negaría tampoco.
Tenía la espalda contra la pared y estaba alzada sobre mis pies en
dos segundos. La boca de Pedro en la mía, probando y buscando dos
segundos después de eso.
—Envuelve tus piernas alrededor de mí —dijo, apretando su agarre
en mi culo.
Hice lo que me ordenó. Extendida contra la pared, mis botas
purpura colgando a los costados como una rana para disección, me
entregué a lo que sea que él había planeado. Acepte a donde Pedro nos
llevaba… al sexo. Él estaba a cargo de cualquier cosa que le hiciera a mi
cuerpo, y yo anhelaba tanto su toque como para tener dudas en estos
momentos.
—Abre la cremallera y saca mi polla.
Lo hice también. Sus caderas se echaron hacia atrás para darme
acceso, pero su boca y su lengua seguían saqueándome mientras bajaba la
cremallera de sus vaqueros y, sacándolo duro como hueso y revestido en
seda. Acaricié su carne con mi mano lo mejor que pude y me deleite con
sus siseos guturales ante mi toque.
Pedro puso su mano debajo de mi falda y sus dedos debajo de mis
bragas. Arrancó la parte de atrás, rompiendo el material antes de
empalarme con su enorme erección. Grité mientras me llenaba, estirada
con su tamaño, y me convulsioné por la sensación. Él me sostuvo por un
momento, nuestros cuerpos finalmente unidos.
—Mírame y no te detengas —Apretó sus manos debajo de las
mejillas de mi culo y comenzó a bombear dentro de mí. Duro. Profundo.
Castigándome, pero realmente no me importaba. Yo quería esto mientras
me miraba con sus ojos ardientes de fuego azul.
—¡Pedro! —gemí y me retorcí contra la pared de mi casa mientras
me follaba, su polla me poseía de adentro hacia afuera. Mantuve mis ojos
en él. Incluso cuando pude sentir la presión comenzar a construirse en mi
vientre, y la punta de su pene golpeando el lugar más profundo al que
podía llegar, me quedé mirándolo. La intimidad era fuera de serie y no
podía mirar a otro lado ni aunque yo lo hubiera querido. Necesitaba
mantener mis ojos bien abiertos.
—¿Por qué estoy haciendo esto, Paula? —exigió.
—No lo sé, Pedro —Apenas podía hablar.
—Si lo sabes. ¡Dilo, Paula! —Me tensé cuando un orgasmo empezó
a gobernarme, pero él inmediatamente redujo el ritmo, aminorando las
embestidas contra mi sexo.
—¿Decir qué? —grité frustrada.
—Di las palabras que quiero oír. Di la verdad y te dejaré venir —Se
enterró en mi más lento y mordisqueó mi hombro desnudo con sus
dientes.
—¿Cuál es la verdad? —Empecé a sollozar ahora, completamente a
su merced.
—La verdad es —gruñó el resto en tres duras embestidas—, ¡Tu.
Eres. Mía!
Solté un grito ante la estocada final.
Él acelero de nuevo, follándome más rápido. —¡Dilo! —Gruñó.
—¡Soy tuya, Pedro!
En el segundo en el que dije las palabras su pulgar encontró mi
clítoris y el orgasmo se libero, que rompió tan fuerte en mí como una
poderosa ola contra la orilla. Como una recompensa por obedecerlo. Grité
por él, clavada en la pared de mi casa. Pedro todavía seguía duro en mi
interior, dándome placer.

Un rugido salió de lo profundo de su pecho cuando comenzó a llegar
al clímax; la mirada de sus ojos era casi aterradora. Él empujo con fuerza
una última vez, enterrado hasta la empuñadura cuando su semilla
caliente palpitó hasta empaparme. Aplastó sus labios contra los míos y me
besó, meciéndose lenta y suavemente cuando termino. Sus fuertes brazos
seguían levantándome y yo no sabía como se las arreglaba para hacerlo,
besándome dulcemente y en total contraste con el enloquecido hombre por
el sexo de hace un momento.
—Eres —dijo con voz ahogada—, mía…
Me dejo en la pared, sosteniéndome firmemente hasta que mis pies
recobraron fuerza, y luego salió de mi cuerpo, respirando con dificultad.
Me apoyé contra la pared para sostenerme a mi misma y lo vi meter su
pene nuevamente en sus vaqueros y subir la cremallera. Mi vestido cayó
hacia abajo. Para cualquier persona que entrara en ese momento, no
habría nada que demostrara que acabábamos de follarnos mutuamente
contra el muro. Toda una ilusión.
Pedro llevó una mano a mi mejilla, sosteniéndome cautiva pero
suavemente hacia él. —Buenas noches, mi hermosa chica americana.
Duerme bien y nos vemos mañana.
Llevó su mano a mi cara, sobre mis labios, mentón y garganta y
debajo de mi frente. Su mirada de añoranza me dijo que no quería irse,
pero yo sabia que iba a hacerlo. Pedro me besó en la frente suavemente. Hizo
una pausa y respiro como si me estuviera respirando, y luego salió de mi
piso.
Me quedé allí luego de que la puerta se cerró, mi cuerpo seguía
zumbando por el orgasmo, mi ropa interior rasgada alrededor de mi
cintura, el goteo de semen caliente empezaba a fluir por mi muslo y lo oí.
El sonido de pasos tras su retiro era un sonido que no me gustaba. Ni un
poco.

4 comentarios:

  1. wow buenísimos los capítulos,me encantaron!!!

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  2. me encantaron los capitulos, espero leer mas

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  3. me encantaron! me había quedado con ganas de saber qué pasaría después q se fue así de la casa de Pedro. Pero es obvio q se atraen demasiado! Buenísimos los 5!

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  4. muy buenos cap me encanto nose porque me dejo media descolocada el final porque se
    fue?

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