sábado, 15 de febrero de 2014

CAPITULO 18



La doctora Roswell siempre está escribiendo en su libreta
durante nuestras sesiones. Esto parece muy viejo como
la escuela, para mí, pero bueno, esto es Inglaterra y su
oficina está en el edificio desde que Thomas Jefferson
escribió la Declaración de Independencia en Filadelfia.
También está usando una pluma que impresiona totalmente.
Vi como su hermosa y brillante pluma turquesa escribía palabras en
su libreta mientras me escuchaba hablar sobre Pedro. La doctora Roswell
realmente es buena escuchando. De hecho, es más o menos la esencia de
lo que hace. No sé de qué consistirían nuestras sesiones si no le dijera
cosas que podía escuchar.
Sentada detrás de su elegante escritorio francés, ella tenía una
imagen de profesionalismo y genuino interés. Yo diría que está cerca de los
cincuenta con una hermosa piel y cabello blanco, el cual no le envejecía en
nada con respecto a su edad. Ella siempre viste joyería única y trajes
bohemios que la hacen parecer culta y accesible. Mi padre me había
ayudado a encontrarla cuando me mudé por primera vez a Londres. La
doctora Roswell estaba en mi lista de artículos de primera necesidad junto
con: alimentos, ropa y refugio.
—Entonces, ¿por qué crees que reaccionaste así dejando a Pedro a
mitad de la noche?
—Porque tenía miedo de que me viera así.
—Pero, él lo hizo. —Ella escribió algo en su libreta—. Y por lo que me
has dicho, él quería estar ahí a tu lado para consolarte.
—Lo sé, y eso me asusta. Que él quiera que le cuente por qué tengo
esos sueños... —Y este era mi mayor problema. La doctora Roswell y yo lo
hemos estado discutiendo muchas, muchas veces. ¿Qué pensaría un
hombre de mí una vez que lo sepa?—. Él me pregunto si yo quería hablar
sobre eso y le conteste que no. Él es tan intenso que sé que en cuestión de
días, probablemente antes, presionará por más.
—Las relaciones son así, Paula. Tú compartes y ayudas a la otra
persona que sabe sobre ti, inclusive las partes aterradoras.
—Pedro no es lo que usted piensa, él es tan demandante todo el
tiempo. Él quiere… todo de mí.
—¿Y cómo te sientes cuando él pide cosas o quiere que le des todo?
—Aterrorizada por lo que me pasará a mí, Paula. —Tomé una
respiración profunda y las palabras empezaron a salir—. Pero cuando
estoy con él ó cuando me toca… cuando estamos… intimando… me siento
tan segura y querida, como si nada malo me fuera a pasar con él. Por
alguna razón, confió en él, doctora Roswell.
—¿Crees que empezar una relación sexual con Pedro es la razón de
que tus pesadillas hayan vuelto aparecer?
—Sí. —Mi voz sonó trémula y no me gustó el sonido de la misma.
—Paula, eso es algo normal para los sobrevivientes de abuso. El
acto íntimo del sexo es vulnerable a una mujer por su naturaleza. La
hembra acepta al macho dentro de su cuerpo. Él es fuerte y típicamente
más dominante. Una mujer tiene que tener confianza en su pareja o me
imagino que serían pocos de nosotros teniendo sexo en absoluto. Agrégale
esto a tu historia y tienes una mezcla muy bulliciosa y amenazadora
dentro de tu subconsciente.
—¿Incluso cuando tú no recuerdas nada?
—Tu cerebro lo recuerda, Paula. Los temores de despertar esa
revelación están ahí. —Escribe otra nota rápida—. ¿Te gustaría tratar con
medicamentos para dormir? Podríamos ver si esto suprime tus pesadillas.
—¿Funcionará? —Eso seguramente capturó mi atención. La
sugerencia de algo tan simple como el somnífero me hizo reír
nerviosamente. La idea de que podría estar con él toda la noche… o él
conmigo, también me dio un poco de esperanza. Eso es si Pedro aun
quiere tratar de acostarse conmigo. Me acordé de él saliendo de mi
apartamento anoche después del loco sexo contra la pared y cómo no me
gustó que me hubiera dejado. Mis emociones fueron demasiado confusas.
Parte de mí lo quería y la otra parte le temía. Realmente no tenía idea de
qué sería de nosotros. Él te hizo decirle que eras suya.
La doctora Roswell me sonrió. —No lo sabremos hasta que lo
intentemos, querida. Valor es el primer paso y la droga es simplemente
una herramienta para ayudarte a tomar más pasos hasta que hayas hecho
tu curso. Las soluciones no siempre tienen que ser complicadas. —Tomó
su talonario de recetas
—Muchas gracias. —Mi celular comenzó a vibrar en mi bolso. Lo
revisé y vi que era un mensaje de texto de Pedro—. Pedro está aquí, en
recepción. Nos pusimos de acuerdo para que me recogiera en mi cita antes
de llevarme a cenar. Dijo que quería hablar sobre… nosotros.
—Para dos personas siempre es bueno hablar de su relación. La
confianza y honestidad que des ahora hará mucho más fácil resolver sus
diferencias después. —Me da la receta—. Me encantaría conocerlo, Paula.
—¿Ahora mismo? —Los nervios comenzaron a bailar en mi vientre.
—¿Por qué no? Podría salir contigo y conocer a tú Pedro. Me
ayudaría inmensamente ponerle caras a los nombres cuando tenemos
nuestras sesiones.
—Oh… está bien —dije, levantándome de su confortable, barata y
floral silla—, pero él realmente no es mi Pedro, doctora Roswell.
—Ya lo veremos —dijo dándome una suave palmada en mi hombro.
Mi respiración fue capturada en mi garganta cuando lo vi mirando el
arte que se encuentra sobre el muro mientras esperaba por mí. La manera
en que él se quedó allí me recordaba haberlo visto viendo mi portarretrato
de la exhibición de Oscar y quererlo. Quererlo lo suficiente para
comprarlo.
Pedro se dio la vuelta en cuanto entramos a la recepción. Sus ojos
azules iluminaron su rostro y se transformó en una sonrisa blanda
mientras se acercaba a mí. Una ráfaga de alivio atravesó mi corazón.
Pedro lucía muy feliz de verme.
—Pedro, ella es mi terapeuta, la doctora Roswell. Doctora Roswell,
Pedro Alfonso mi…
—Novio de Paula —interrumpió una vez más. Pedro le ofreció la
mano a la doctora Roswell y probablemente le dedicó una sonrisa que
derretiría sus bragas. Como intercambiaban cortesías, tuve un vistazo de
su reacción ante él y debo admitir que fue satisfactorio ver a las mujeres
de todas las edades ser intoxicadas por su belleza masculina. Y me
gustaría recordar utilizarlo en una sesión futura también. Entonces,
doctora Roswell ¿usted piensa que Pedro está fuera de las sexy lista de
éxitos, o no?
—¿Novio? —pregunté tan rápido salimos hacia su carro, sosteniendo
firmemente mi mano en la suya.
—Solo mantén las cosas en positivo, nena. —Sonrió y tiró de
nuestras manos entrelazadas hacia su boca para dejar un beso en la mía
antes de ponerme en su Rover.
—Puedo verlo —dije—. ¿A dónde me llevas y por qué estás tan
sonriente?

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