miércoles, 19 de febrero de 2014

CAPITULO 34



Abandoné la casa de mi papá en la noche, fui a casa y me ejercité
por tres horas en el gimnasio. Me mantuve así hasta que no fui nada más
que una masa temblorosa de músculos adoloridos y sudorosos. Aunque el
baño en mi bañera después estuvo excelente. Y los cigarrillos. Ahora
fumaba demasiado. No era bueno para mí y necesitaba moderarlo. Pero
maldita sea, la necesidad era fuerte. Estar con Paula me calmó lo
suficiente, por lo que no moría de ganas de fumar, pero ahora ella se había
marchado y yo fumaba compulsivamente como un asesino en serie.
Bromeamos sobre ello en nuestra primera conversación.
Puse el cigarrillo fuera de mi labio y miré fijamente las burbujas.
Paula amaba tomar baños. No tenía una tina en su apartamento y
me dijo que desearía tener una. Me encantaba la idea de ella desnuda en
mi tina. Ella desnuda. Era un pensamiento que no me hacía bien, pero
aún así, pasado muchas horas imaginándomela. Y si razonaba el por qué,
era la base para todo lo que había pasado con nosotros. Ella desnuda…
Esa fotografía que Miguel Chaves me envió fue la misma que compré en la
exposición. Desde un punto de vista práctico era sólo una imagen de un
cuerpo hermoso y desnudo que cualquiera apreciaría, hombre o mujer.
Pero incluso con lo poco que él me dijo al principio, la postura en esa
imagen era de vulnerabilidad, seducción y belleza austera; la idea de que
pudiera estar en peligro o que alguien la hiriese me obligó a salir a la calle
y mantenerla segura en mi auto. No podía solo alejarme de ella y
mantener mi consciencia intacta. Y una vez que la conocí mi mente se
volvió loca con las fantasías. Todo lo que podía ver en mi cabeza mientras
hablamos era… ella desnuda.
Mi baño comenzó a perder su calor después de una hora, y
comprensiblemente su encanto. Así que salí, me vestí y fui en busca de mi
libro. Cartas de Johan Keats para Fanny Brawne. Algo que papá mencionó
me hizo recordarlo. Dijo que mi madre amaba leer a los grandes poetas. Y
sabía que Paula le encantaba Keats. Había encontrado el libro sobre el
sofá donde ella obviamente había estado leyendo y le pregunte sobre él.
Paula me confesó su amor por él y quería saber por qué yo tenía el libro
en mi casa. Le dije que mi papá siempre me regalaba libros que la gente
olvidaba en su taxi. Él odiaba botarlos, así que los traía a casa si el libro
era algo decente. Cuando compré mi apartamento me regaló unas cuantas
cajas de libros para llenar las estanterías y debieron haber sido un
montón. Yo sinceramente le dije que nunca había leído algo de Keats.
Pero lo leía ahora.
Keats dominaba muy bien las palabras y yo comenzaba a
descubrirlo. Para un hombre que murió con tan sólo veinticinco años,
seguramente provocó muchas emociones a su novia con las cartas cuando
estuvieron separados. Y pude sentir su dolor como si fuera el mío. Era el
mío.
Decidí escribirle una carta usando un lapicero y un papel. Encontré
un poco de papel de algodón en mi oficina y me llevé el libro conmigo.
Simba agitó sus aletas desde el acuario cuando me acerqué, siempre
esperando un premio. Me encantan los animales que ruegan, así que deje
caer un kril congelado y lo observé devorarlo.
—Ella te ama, Simba. Quizás si le digo que estás triste y que estás
dejando de comer regrese. —Así que ahora hablaba con peces. ¿Cómo
demonios llegué a este punto? Ignoré la urgencia por un cigarrillo, lavé mis
manos y me senté a escribir.


Paula,
No sé cuan ágil sería mi espíritu, que placer me daría vivir aquí, si tu
recuerdo no pesara tanto sobre mí. Pregúntate, amor mío, si no eres
bastante cruel por haberme aprisionando, por haber destruido así mi
libertad.
…Todos mis pensamientos, mis días y noches más infelices, no me
han curado en absoluto de mi amor por la Belleza, sino que lo han hecho tan intenso que me siento desolado porque tú no estás conmigo… No puedo
concebir ningún principio de amor que sienta por ti, que no sea Belleza. Julio de 1819.
Sé que reconocerás las palabras de Keats. Empecé a leer el libro que
te gusta. Puedo decir que ahora comprendo de lo que este hombre intentaba expresarle a la Srta. Brawne, cómo ella capturó su corazón.
Como tú has capturado mi corazón, Paula.
Te extraño. Los pensamientos de ti nunca me abandonan, y si puedo
decírtelo una vez más y conseguir que me creas, entonces supongo que hay
un poco de consuelo en eso. Solo puedo intentar hacerte saber lo que siento.
Estoy inmensamente arrepentido por mantener mis conocimientos de
tu pasado y como llegué a verte en secreto, pero necesitas saber algo,
porque es la cruel verdad. No tuve intenciones de tomar el trabajo. Planeé
darle a tu padre el nombre de otra agencia para protegerte. Aunque no pude hacerlo tan pronto como te conocí. Quise decirte esa noche en la calle que tu padre trataba de mantenerte a salvo, pero cuando vi como me mirabas,
Paula, yo sentí algo —una conexión contigo. Cosas se movieron dentro de
mí y encajaron en algún lugar. ¿La pieza perdida de mi rompecabezas? No
sé que fue, sólo supe que me pasó la noche en la que nos conocimos. Trate
de mantener la distancia y dejarte escapar volver a tu vida, pero no pude
hacerlo. Me sentí atraído hacia ti desde el primer momento en que vi tu
retrato. Tuve que conocerte. Y luego estar contigo. Conseguir que me miraras y que realmente me vieras. Ahora sé que me enamore. Me enamore de una hermosa chica americana. De ti, Paula.
Hubo muchas veces que quise decirte como llegue a conocerte esa
noche en la exposición. Me abstenía de decírtelo porque me asustaba herirte.
Pude ver como estuviste angustiada cuando te despertaste con la pesadilla.
Supuse el por qué, pero hubiera hecho cualquier cosa para evitar que fueras lastimada. Supe de alguna manera que si te confesaba que tu padre me contrató para protegerte de poderosos enemigos políticos te asustarías
demasiado. Me asusta pensar en alguien acosándote para causarte daño,
emocionales o de otro tipo. Sé que dijiste que estaba despedido, pero si algo
pasa o alguien te asusta, quiero que me llames y yo llegare hasta ti en un
momento. Lo digo completamente enserio. Llámame.
Eres alguien muy especial, Paula. Siento cosas contigo —emociones
e ideas y sueños; un profundo sentimiento que me transporta a un lugar que nunca pensé que encontraría con otra persona. Pero también tengo
demonios. Me aterra la idea de enfrentarlos sin ti. No sé que estoy haciendo
la mayor parte del tiempo, pero sé que siento por ti. E incluso si tú me odias
por lo que hice, aún te amare. Si no quieres verme, aún te amare. Aún te
amare porque tú eres mía. Mía, Paula. Estás en mi corazón, y nadie puede
sacar eso de mí. Ni siquiera tú.
Pedro

No hay comentarios:

Publicar un comentario