miércoles, 26 de marzo de 2014

CAPITULO 153




Besé a Oscar en la mejilla y le abracé con fuerza. Entonces volví a mirar
las imágenes de prueba en la pantalla.
—Oh, Dios mío. Me encantan todas, Oscar. No puedo elegir.
Él se rio con suavidad.
—Pensará que son preciosas, Pau. Lo son. Cortan la respiración.
—Muchísimas gracias por hacerme esto tan precipitadamente. Se me
ocurrió justo después de… algo que pasó… y quería hacer estas fotos para
Pedro. Nadie las verá jamás excepto nosotros. —Le acaricié la mejilla—.
Gracias por hacerlo posible, mi querido e increíble amigo.
Oscar me sonrió con mucha dulzura, y juraría que le emocionó que le
pidiera que me sacara unas fotografías especiales. Fotografías muy
especiales, de hecho. Solo yo y el velo del vestido de novia. Y para que
únicamente las vieran los ojos de Pedro.
Pedro…, sí. Todavía teníamos que hablar sobre lo de anoche. No volvió
a la cama y cuando me desperté por la mañana él ya se había marchado del
piso. Sin embargo esta noche no iba a volver a repetirse. Le sentaría
cuando llegase a casa y hablaría conmigo, o ya vería.
¿Ya vería qué? No tenía todas las respuestas, pero pensaría en algo.
Estaba muy mal emocionalmente debido a esas pesadillas y yo no tenía la
menor intención de permitir que continuase sufriendo sin que acudiera a
recibir algún tipo de ayuda profesional. Y la parte que ya había compartido
conmigo anoche me había destrozado el corazón. Sus torturadores iban a
decapitarlo y lo usaban para reírse de él. No podía imaginar cómo lo había
soportado todo y no se había vuelto loco. Me hacía querer rodearlo con los
brazos y colmarlo con mi amor. Pedro iba a recibirlo tanto si quería como
si no, lo había prometido.
—Eh, ¿va todo bien entre ustedes dos? Pareces un poco preocupada.
Asentí y empecé a doblar el velo con cuidado para guardarlo.
—Estamos bien. Solo cosas de pareja que necesitan ser aireadas. —Me
puse las manos en las caderas—. Pero lo tengo controlado. Los hombres
pueden ser muy pero que muy tozudos, ¿sabes?
Oscar se rio de mi comentario.
—Síííí. Solo los hombres. Estás hablando con el tipo adecuado para esta
cuestión, Pau. Estoy completamente de acuerdo contigo —dijo
guiñándome un ojo y recogiendo su equipo—. Vamos, hermosura, deja que
te lleve de vuelta a casa antes de que Alfonso comience a buscarte
pensando que te has fugado. He pillado que esto es una sorpresa y que él no
tiene ni idea de que estás conmigo.
—No. Ninguna idea, para nada. Esto ha sido una decisión espontánea y
he tenido el móvil apagado toda la mañana para que no pudiera rastrearme
con el GPS. Lo encenderé de nuevo cuando llegue a casa y verá que estoy
sana y salva y no se dará cuenta de nada.
Oscar negó con la cabeza y miró al cielo.
—Eres una lianta y no tengo ni idea de lo que estás hablando. —Me reí
de Oscar—. Lo digo muy en serio, Pau. No me metas en tus planes para
engañar a tu hombre. Quiero vivir y llegar a los treinta, gracias.
—No te preocupes tanto —bromeé mientras salíamos hacia su coche—,
que te salen arrugas en la frente.
Oscar frunció el ceño y después se encontró a sí mismo alisándose la
frente y tratando de que no se notara. Oscar era divertidísimo y me sentaba
bien reírme.
Maria estaba en el piso cuando Oscar me dejó en la puerta. Tenía que
ir a otra cita, pero hicimos planes para cenar el fin de semana. Quería
pedirle un favor y ya incluso había discutido la idea con Pedro, pero
deseaba que se lo preguntáramos Pedro y yo juntos. No precipitarse era
algo positivo, y esto era muy importante para mí.
Maria interrumpió mis pensamientos con su habitual saludo.
—Hola, señora.
—Oh, hola, Maria. ¿Algún mensaje mientras estaba fuera? —
pregunté con miedo, esperando de verdad que Pedro no hubiera estado
buscándome frenéticamente y molestando a todo el mundo.
—No, señora. Ha sido un día muy tranquilo. Llegó el correo y algunos
paquetes.
—Ah, bien. Espero que sean las muestras de los regalos para los
invitados.
Me habría encantado que me llamara Paula, pero Maria era muy
anticuada en sus formas y parecía impensable que me llamara algo más
familiar que «señora». Aun así, ella me gustaba mucho. Maria venía
aquí dos veces a la semana, los lunes y los jueves, sobre todo para limpiar
y para hacer la colada. Cocinaba para nosotros, pero solo esos días. Antes
solía preparar cosas y las congelaba para que Pedro las calentara cuando
llegara a casa, pero yo interrumpí esa práctica cuando me mudé con él.
Pedro ahora me tenía a mí para cuidarle el resto de días de la semana, y
cocinar era algo que me gustaba.
Esto había originado en un primer momento un pequeño conflicto con
Maria, debido a que ella había sido su asistenta durante cinco años y le
gustaba que las cosas estuvieran muy organizadas y planificadas al detalle.
No obstante, desde mi llegada las dos tuvimos que amoldarnos la una a la
otra y entendernos con nuestros diferentes roles y rutinas. Lo habíamos
solucionado acordando que ella cocinara solo los días que venía a casa.
—Los he dejado donde siempre se los dejo, sobre la mesa del despacho.
—Gracias, Maria, los abriré después —dije mirando a mi alrededor,
sorprendida porque no parecía que estuviese haciendo algo para la cena.
Maria siempre tenía algo rico cociéndose a fuego lento u horneándose
los días que venía.
—La señorita Francisca llamó y dijo que el señor Alfonso la llevará a
cenar esta noche. —Maria también parecía poder leer la mente.
—Ah, ¿es eso? —pregunté arqueando la ceja—. Me encanta cómo tiene
a Francisca para hacer llegar ese tipo de información.
—Sí, señora —respondió Maria sonriéndome.
—Bueno, debería darme una ducha entonces y empezar a prepararme —
dije mirando el reloj.
—Oh, casi olvido decírselo antes de irme: el servicio técnico del acuario
vendrá a las cuatro por lo de la pecera. El señor Alfonso lo concertó
hace unas semanas y se aseguró de que cayera en uno de mis días.
Llamaron para confirmar, pero esta tarde tengo una cita y tendré que irme
pronto. —Apenas paró para coger aire—. Pero no debe preocuparse,
señora, le haré saber la hora al señor Leo y él les conducirá al despacho del
señor Alfonso una vez que lleguen.
—Gracias, Maria. Estoy segura de que Simba estará emocionado.
Se rio con mi comentario y negó con la cabeza.
—Ese pez es único.
La ducha me sentó bien y me alegraba que Pedro tuviera planes para mí.
Significaba que estaba tratando de arreglar lo de anoche y yo esperaba de
verdad que él pudiera por fin abrirse a mí sobre su pasado. Era el momento
de saberlo. Y para ser sinceros, sentaba muy bien ser yo quien cuidara de
él, para variar. Toda nuestra relación se había construido con Pedro
protegiéndome, cuidando de mí, y sobre todo ahora con la bomba del
embarazo y la boda. Me gustaría ser yo quien tuviera las riendas de vez en
cuando, pero para hacerlo debía permitírmelo. Estaba contenta porque
finalmente parecía que iba a ocurrir. Esta noche iba a convertirme en su
apoyo.
Mientras me secaba el pelo me di cuenta de que había olvidado encender
el móvil al volver a casa. Pedro tendría algo que decir al respecto, estaba
segura. Mierda. Odiaba que me regañara, pero pensé que si le daba un
ataque de pánico por mí, llamaría a Leo y hablaría con él. Este le
confirmaría dónde estaba. Solo esperaba que Leo no mencionara también
que Oscar me había recogido y me había traído de vuelta a casa. Quería que
las fotos fueran una completa sorpresa. Eran mi regalo de boda para Pedro.
Me di prisa en terminar para poder bajar a buscar mi teléfono y leer los
mensajes, confiando en que Pedro hubiera estado tan ocupado con los
eventos que no se hubiera percatado de mi ausencia. Pocas probabilidades
de que tal cosa ocurriera. Él se daba cuenta de todo.
Cogí mi bolso de la encimera de la cocina y busqué el móvil, pero
cuando traté de encenderlo, la batería estaba totalmente muerta. Necesitaba
cargarlo incluso para poder ver los mensajes.
Todos los cargadores estaban en el despacho de Pedro. Atravesé el
vestíbulo y recordé la cita con el servicio técnico del acuario. Debían de
estar trabajando en ese momento. Miré el reloj del microondas. Ponía
16:38. Sí, estaban aquí. En cualquier caso decidí entrar. Necesitaba mi
teléfono.
Llamé a la puerta antes.
—Perdonen que interrumpa, pero necesito el cargador del móvil.
El tipo que estaba inclinado sobre el acuario tenía las manos ocupadas
con cables y cubos. Asintió desde detrás con un «vale» y siguió a lo suyo.
Parecía no importarle, de modo que después de enchufar mi móvil y
encenderlo, comencé a mirar el correo electrónico en la mesa.
Estaba abriendo el primer correo cuando unos brazos me rodearon de
golpe y me inmovilizaron desde detrás.
—Qué narices… —Mis palabras fueron cortadas por una mano sobre mi
boca.
—Paula…, he esperado tanto tiempo este momento… Tanto tiempo…
—murmuró una voz que me sonaba familiar pero que no lograba ubicar.
Mi mente corría a toda velocidad; quienquiera que fuese esta persona,
había venido a matarme. Había llegado mi hora. Moriría esta noche y
Pedro encontraría mi cuerpo. No tendríamos una vida juntos después de
todo. Nuestro bebé no nacería en febrero, porque si me mataba a mí,
mataría también a nuestro bebé. No habría boda en Hallborough y jamás le
daría a Pedro mis fotos de regalo…
Habría suplicado por mi vida si hubiera sido capaz. Pero no tenía aire
para hablar, para llorar o siquiera para respirar.
Sin embargo, saber que iba a morir no era la peor parte. El peor
sentimiento de todo esto era que jamás podría ver de nuevo a Pedro, ni
tocarle, ni contarle lo mucho que le amaba. Mi último instante con él había
sido anoche, cuando me mandó que entrara en casa para poder estar solo.
Oh, Dios, esto destrozaría a mi Pedro. Nunca se perdonaría a sí mismo por
esto.
Mi secuestrador me mantuvo inmovilizada fuertemente contra su
cuerpo, con su boca en mi oreja. Forcejeé, pero mi fuerza disminuía. Me
agarró por la nuca y apretó, cubriéndome la boca y la nariz; mis pulmones
clamaban aire y sentí que una bruma comenzaba a rodearme mientras se
me nublaba la vista. Me estaba desmayando. Estaba ocurriendo por fin.
Todo lo que Pedro había tratado de impedir iba a ocurrir de todas
maneras… y yo no podía detenerlo.
Oh, Pedro…, lo siento muchísimo. Te quiero muchísimo y lo siento
tanto…

3 comentarios:

  1. nooo, que no le pase nada a pau y al bebe!!! subí más!!!
    buenísima la nove!!!

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  2. Ay!!! nooo! 5 capítulos y nos dejás así! eso es maldad! quiero seguir leyendo! Ojalá puedan encontrarla antes de q le haga algo!

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  3. hay no esto es como que te caiga un valde de agua fria espero el siguiente besos

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