miércoles, 3 de septiembre de 2014

CAPITULO 169




PEDRO



30 de Setiembre Somerset


Mientras la madre caía muerta en la calle, el niño lloraba sobre el cuerpo que habían dejado abandonado en la tierra. Las horas se arrastraban tan despacio mientras el sol se elevaba. Se volvió más y más difícil para mí sacarlo de sintonía. Los lamentos pasaron por mis oídos directamente hacia mi jodido corazón. Ese niño era yo. Estuve en donde él estuvo. No pude quedarme oyéndolo por otro maldito segundo. Así que me abalancé para agarrarlo. Una decisión de la que no pude retractarme, porque lo que hice fue su sentencia de muerte. Él nunca tuvo una oportunidad. Ninguna. Ellos lo usaron como un señuelo para atraerme. 


No podía retractarme de lo que hice…


Desperté jadeando por aire. Como una película en cámara lenta, entonces se adelantó rápidamente, desafiando a la lógica, pero tomando un sentido aceptable por dónde había estado en mi sueño. En un momento estaba siendo aplastado por el peso de la oscuridad y desesperación, y luego en una fracción de segundo, empujado al exterior cara a cara con la cegadora luz de la libertad.


Maldición, odiaba eso.


Los sueños jodían mi cabeza.


Yo estaba jodido por ellos.


Estaba durmiendo en la misma cama que mi esposa embarazada. Esta era la parte que más temía. El momento cuando tenía que quedarme allí, demasiado asustado para mirarla y ver si estaba pacíficamente dormida... 


perturbadamente despierta. ¿Me había atrapado esta vez? ¿O me había deslizado por la red de nuevo?


Me atreví a mirar. Girando mis ojos hacia ella sin mover demasiado mi cabeza, asustado de causar algún movimiento —lo que era absurdo porque la gente se movía siempre mientras dormía— con la esperanza de que ella no hubiera visto, escuchado… que no lo supiera.


Dormida en su lado dándome la espalda.


¡Jesús bendito, gracias!


Mi chica dormía más profundamente ahora que estaba embarazada, y yo deseé profundamente no poder decir lo mismo. Tratar de racionalizar los motivos de mis pesadillas, intentar averiguar por qué se habían desencadenado de repente después de haber estado enterradas por años, no era imposible de resolver.


Paula era la razón. Encontrarla, enamorarme de ella, había activado cada instinto posesivo dentro de mí. Ella me había hecho cambiar, eso era. Había estado determinado a tenerla, sí, pero fue Paula amándome también, poniéndome en una posición donde estuve preocupado por primera vez, fue ella ofreciéndome consuelo lo que la había hecho tan diferente.


Antes de Paula, podía simplemente enterrar lo malo y horrible, desconectarme a mí mismo de lo que me había sucedido, y no permitiéndome sentir. Estaba desconectado, distante, sin emociones. Ahora no.


Ahora que tenía un flashback, la secuencia de eventos era incluso más desquiciada de lo usual. En mi cabeza, el pasado y el presente se mezclaban juntos en un confuso racimo de porquería que se agitaba alrededor de mi subconsciente, pero no estaba para nada cerca de la realidad. Mierda que había pasado, mezclada con lo que podría haber pasado, pero no lo había hecho. Y luego estaba el jodido futuro… Ese bastardo seria la muerte para mí, estaba seguro.


Había un montón de mierda por la que preocuparse en el futuro.


Estar enamorado de alguien lo cambia todo. Aprendí esto, después de los hechos, por supuesto, porque rápidamente te das cuenta que no habías tenido nunca algo de lo que preocuparte, antes de que tuvieras a alguien que perder.
¿Una vez que lo tenías?


Noticia de último momento, hijo de puta. Podías perderlos. Y de muchas más maneras que solo una, también. Tienes un montón de malditas cosas por las que preocuparte. Como si fueras o no a ser capaz de respirar otro día si algún lunático toma a la única persona en la tierra sin la que no puedes vivir.


Paula era esa persona para mí. La necesitaba para vivir.
Y gracias a Dios, estaba durmiendo ahora mismo, sin ser molestada por mis incoherencias y segura en la cama conmigo.


Respiré profundamente y me dije a mi mismo que podía hacer esto. Estaba mejorando en separar el pasado del miedo a lo desconocido en el camino hacia el futuro.
Así que me concentré en su confortable aroma y me deslicé para acurrucarme a su cuerpo, poniendo mi rostro al lado de su cabello en la almohada, donde podía respirar el embriagador olor floral y cítrico que parecía único en ella.
Dejé que mi mano descansara en su vientre, que había crecido más desde nuestra luna de miel, pero no lucia tan grande para mí. Solo un montículo curvado donde ella solía ser plana. Dieciséis semanas y ahora teníamos una linda patata de acuerdo con ElVientre.com, el cual estaba marcado en “favoritos” en todos mis dispositivos. Me gustaba saber qué esperar.


Paula no quería saber el sexo de nuestro bebé. Y de todas formas no lo podíamos saber aún porque era demasiado pronto para decirlo, pero me impresionó con su habilidad de esperar por algo por lo que la mayoría de la gente rogaría por saber, si la información estaba disponible. Dijo que quería ser sorprendida. Tenía que respetar eso. Además, si yo lo supiera, indudablemente lo jodería y arruinaría la sorpresa, de cualquier modo, y luego estaría en serios
problemas. Era mejor si los dos estábamos en la oscuridad acerca de si teníamos a un Tomas o una Laura viniendo.


Cualquiera sería perfecto.


Empecé a quedarme dormido de nuevo, despacio y dulcemente pacifico con su suavidad contra mí, cuando se revolvía. Su respiración se agitó y su cuerpo se tensó. Ella tocó su abdomen y encontró mi mano ya ahí.


—¿Pedro?


Su voz sonó agitada, casi asustada, y en un tono extrañamente apagado me dijo que había estado durmiendo y soñando.


—Shh… Justo aquí a tu lado, nena. —Gentilmente froté lentos círculos sobre su camisón, y acaricié con mi nariz la parte trasera de su cuello y a través de su cabello hasta que se tranquilizó de cualquier cosa que hubiera estado soñando que la haya perturbado.


Cerré mis ojos, finalmente listo para dormir, cuando ella habló de nuevo, ésta vez, tan claramente como una campana…


—Siempre estaré aquí para ti, Pedro.


Mis ojos se abrieron de golpe.



Quedé anonadado con su revelación, no por lo que había dicho, sino por el hecho de que incluso cuando dormía, incluso en sus sueños donde la conciencia es confusa, mi chica estaba ahí para amarme, para mostrarme su afecto y preocupación por mí todo el tiempo.


Estábamos tan profundamente conectados.


No importa lo que el destino tenía guardado para mí, jamás podría dejarla ir.


4 comentarios: