miércoles, 17 de septiembre de 2014

CAPITULO 211



PAULA



Febrero 7


Somerset


―ESA sería la última entrega de Londres, Sra. Alfonso. Tendré que ensamblar la cuna esta noche cuando mi ayudante tenga algo de tiempo libre. —Robbie guiñó un ojo hacia mí. Su “ayudante” sería Pedro, quien quería ser parte del ensamblaje de la cuna.


—Oh, lo sé, Robbie, él ha estado recordándomelo. Estoy segura de que te lo ha estado recordando, también. Pedro simplemente quiere estar seguro de que la cuna se ensamble correctamente así será cien por ciento segura. Es el tipo de seguridad en él. Se cruza sobre todos los aspectos de nuestras vidas, pero estoy segura que ya lo sabes —dije sarcásticamente.


Robbie rió y se marchó, pero se giró antes de dejar la habitación.


—¿Quiere Sir Frisk tener un paseo afuera antes de que tenga que irme? —preguntó.


—No lo sé, tal vez quiere, aunque se ve muy feliz donde está ahora. —Miré hacia abajo a Sir que estaba tendido en la nueva alfombra, mirándome con sus hermosos ojos dorados, y pregunté―: ¿Quieres ir afuera con Robbie?


No se movió. Y estuvo claro que había entendido mi pregunta. Mi Sir era muy inteligente, y me amaba demasiado. Amor canino como el ganador.


—Supongo que ahora no, Robbie. Me hará saber cuándo necesite salir, y de todas formas, quiero caminar más tarde.


—Muy bien, Sra. Alfonso.


Volví a la pintura del mural para la enfermería después de que Robbie se fue. Él y su esposa, Ellen, cuidaban Stonewell muy bien, cuando los dos estábamos aquí, y cuando estábamos en Londres. También había ido creciendo una cierta debilidad de Robbie por Sir Frisk, que era una cosa buena, mientras él permaneciera aquí. 


Ninguno de nosotros podía imaginar encerrar a una criatura como esa en un penthouse en Londres. No estaría bien. Lo extrañaría demasiado, y planeábamos regresar en unas semanas así que no había oportunidades conmigo entrando a labor pronto. Pedro estaba paranoico sobre eso, y como era usual, yo dejaba que lo tuviera a su manera.


Este mural era del mar en vez de un árbol. Algunos de los elementos seguían en duda hasta que supiéramos si íbamos a tener a Teo o a Olivia. Sonreí mientras trabajaba en algunas formas de nube, recordando como Pedro me había interrogado esta mañana sobre las pinturas que estaba usando para el proyecto, y ¿son a base de agua, sin mezclas toxicas? Él siempre había sido tan cuidadoso con todo, pero sabía que era porque me amaba demasiado.


También había estado preocupado la noche pasada después de la mega-asombrosa sesión de sexo, lo cual pensé era injustificado. Me sentía bien, y de todos los libros que había leído sobre maternidad y nacimiento, el sexo era completamente seguro para parejas mientras no hubiera complicaciones, y sentías hasta pedir. Bueno, yo ciertamente lo hice. Y Pedro siempre estaba ‘’arriba’’ para eso. Creo que los dos estábamos realmente desesperados por la intimidad y el acercamiento después de nuestro susto con su accidente. Nada más rápidamente priorizado en la vida, o más eficaz, que la muerte cercana de un ser amado.


Habíamos estado cerca de perdernos. Me estremecí ante el pensamiento y volví a sombrear las tenues nubes blancas sobre un brillante mar azul-verdoso.





SIR se cernió en sus cuatro patas, listo para saltar en el segundo en que dejé su hueso de trapo favorito volar.


―Ve por él, chico. ―Lo dejé ir, usando mis habilidades de lanzamiento de bala. Arrancó a buscarlo en las plantaciones naturales en el borde del césped, felizmente rebuscando y disfrutando. Me senté en uno de los muros del jardín y esperé a que volviera.


Sintiendo un poco del dolor de espalda de antes, había esperado que la caminata con el perro ayudara, pero no fue así. El dolor sordo seguía allí, y quería una bebida caliente. Puse mi chal más cerca para protegerme del frio. Después de todo era tiempo de invierno y estaba agradecida por el día seco, pero viendo las oscuras nubes encima, parecía como si fuera a llover en otra hora o algo así.


Llamé a Sir, y me levanté para volver a la casa. La extraña sensación de calor me golpeó entre las dos piernas. Duró alrededor de dos segundos antes de dejar de sentir el calor. 


Estaba húmedo allí abajo. Demasiado húmedo. Como si me hubiera orinado en los pantalones, pero sabía definitivamente que no lo había hecho.


Enloquecí por un momento, asustada de que pudiera ser sangre, pero cuando toque el área de mis leggings, en mi mano se veía algo claro y húmedo, no sangre. Puse mis dedos cerca de mi nariz y lo olí. No era orina, solo… agua…


¡Mierda!


Me di cuenta de que era muy probable de que mi fuente se hubiera roto.


¡Doble mierda!

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